Todo parecía que iba a salir bien para el gobierno PT: las
protestas —el peor miedo para la imagen— habían amainado y eran minúsculas
comparadas con las de 2013; la policía federal había recibido un sustancioso
aumento; los sindicatos en protesta —del metro de Sao Paulo, los Sin Techo,
entre otros— obtuvieron promesas o beneficios; habían llegado muchísimos
turistas; el país se había blindado —el triple de efectivos de seguridad que en
Sudáfrica. Y, a pesar de la fuerte silbatina contra la presidente en la
inauguración, se confiaba que todo daría un excelente aporte a la imagen de
potencia que desde el anterior gobierno petista se estaba construyendo —a pesar
del creciente desgaste económico—; tras el Mundial, vendría una gran campaña
mediática oficialista para demostrar los beneficios que el evento habría traído
a Brasil —a pesar de los once mil millones de dólares que le costó, con corrupción,
y que la mayoría de los ingresos serán de la FIFA— y terminar de posicionar a
Dilma Vana Rousseff como la vencedora en octubre.
Pero doce alemanes —equipo y entrenador— le aguaron la
fiesta con la peor derrota de toda su historia. Una derrota brasilera que, como
todo, no fue casual.
Las protestas inmediatas —con al menos un muerto— fueron de
rabia. Las que vendrán mañana, por lo que Brasil perdió en salud, educación y
transporte. Quizás no pierda aún la reelección pero le va a costar mucho más.
Recordaré las palabras de Joana Havelange Teixeira, directora
del Comité Organizador local —hija de Ricardo Teixeira, ex presidente de la CBF,
y nieta de João Havelange, ex presidente la FIFA que renunció por corrupción—,
en vísperas del Mundial: “…o que tinha que ser gasto, roubado, já foi”.
Información consultada
http://www.abc.com.py/internacionales/un-muerto-en-protestas-tras-eliminacion-de-brasil-1264248.html
http://www.teletica.com/Deportes/10748-FIFA-calcula-ingresos-por-4-mil-millones-al-cierre-de-Mundial-Brasil-2014.note.aspx
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