«Necesitamos más Iberoamérica,
y eso no sólo implica más acción de gobierno sino de sus sociedades que comparten
un idioma. Se sugiere una reforma política e institucional del sistema.» [Ricardo
Martinelli Berrocal, presidente de Panamá, al inaugurar la XXIII Cumbre Iberoamericana.]
Si nos guiamos por la última edición —la 22ª— del Diccionario
de la lengua española de la Real Academia,
«cumbritis» (neologismo que plagio de
mi amigo Armando Loayza Mariaca, excanciller boliviano y sagaz analista internacional)
sería la “inflamación” —el desborde, el
exceso patológico— de las Cumbres, aquellas
que permiten ejercer lo que antes he denominado en algunos de mis artículos “turismo
de Estado” cuando mandatarios y parlamentarios viajan continuamente —con nuestros
impuestos— a reuniones de algunos de los 16 organismos de integración (ya sea política
o sólo económica, que es lo menos usual) que tiene Latinoamérica —y no consideraré
suprarregionales—: Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), Organización
de Estados Americanos (OEA), Sistema Económico Latinoamericano y del Caribe (SELA),
Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI), Alianza Bolivariana para los
Pueblos de Nuestra América (ALBA), Alianza del Pacífico (AP), Unión de Naciones
Suramericanas (UNASUR), Mercado Común del Sur (MERCOSUR), Comunidad Andina
(CAN), Organización de Estados Centroamericanos
(ODECA), Sistema de la Integración Centroamericana (SICA), Mercado Común Centroamericano
(MCC), Asociación de Estados del Caribe (AEC), Comunidad del Caribe (CARICOM), Organización
de Estados del Caribe Oriental (OECS), Secretaría General Iberoamericana (SEGIB)…
y seguro alguno se me olvida en este derroche y barahúnda de siglas; si además considerarmos
los Parlamentos y Foros parlamentarios regionales y subregionales —Parlamento Latinoamericano
(PARLATINO), Comisión Parlamentaria Conjunta del MERCOSUR (PARLASUR), Parlamento
Centroamericano (PARLACEN), Parlamento Andino (PARLANDINO, que recién cerrará para
integrarse en el Suramericano), Assembly of Caribbean Community Parliamentarians
(ACCP), Confederación Parlamentaria de las Américas (COPA), Foro Interparlamentario
de Las Américas (FIPA), Parlamento Amazónico (PARLAMAZ), Parlamento Indígena de
América (PIA), ParlAmericas, Network of Women Parliamentarians of the Americas (NEPA),
Assemblée parlementaire de la Francophonie - Région Amérique (APF-RA), Asamblea
Parlamentaria Euro-Latinoamericana (EUROLAT), Grupo Latinoamericano y del Caribe
de la Unión Interparlamentaria (GRULAC-UIP) y los embrionarios aún Parlamento de
la Alianza del Pacífico y Parlamento Suramericano (o de UNASUR), ambos sin siglas
conocidas—, organismos especializados —múltiples— y entidades de financiamiento
—Corporación Andina de Fomento (CAF), Banco Interamericano de Desarrollo (BID),
Banco del Alba (y con “del” y no “de la” aunque la organización es “la ALBA”, posiblemente
para que tuviera más simbolismo—, Banco Centroamericano de Integración Económica
(BICE), Banco para el Desarrollo del Caribe (CDB), Petrocaribe, entre otros. ¿Sabía que había tantos?
Y todos con burocracias y sedes propias y con periódicas reuniones
y Cumbres que terminan siendo, la mar de las veces, ineficientes y despilfarran
nuestros impuestos.
Y dentro de las más inútiles Cumbres, la XXIII Iberoamericana.
"Cumbre
del cambio y la transformación" la denominó Enrique Iglesias García —Secretario General iberoamericano,
el hispano-uruguayo que también ha ocupado otras importantes posiciones regionales: Secretario Ejecutivo de la Comisión
Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y Presidente del BID, además de Ministro de Relaciones Exteriores de Uruguay— y se
la mencionó como la “Cumbre de la renovación” en los discursos pero muchos más la
han llamado, y con más propiedad, la
“Cumbre de las Ausencias”. De los 22 Jefes de Estado, no asistieron 12: el
Rey de España Juan Carlos de Borbón (recientemente operado); la presidente de Argentina
Cristina Fernández de Kirchner (también convaleciente de intervención); el de Guatemala
Otto Pérez Molina (“por motivos de agenda”); Sebastián Piñera Echenique, de Chile
(elecciones a la vuelta de la esquina); Ollanta Humala Tasso, de Perú (a último
momento canceló por “razones de gobierno, razones de Estado”); Nicolás Maduro Moros,
de Venezuela (porque, según su canciller Jaua Milano, “la agenda
interna de Venezuela "está bastante intensa”; Raúl Castro Ruz, de Cuba
(“porque tengo entendido que Raúl Castro está también sufriendo quebrantos de
salud”, según el director general de la Cancillería panameña, auqnue ese
quebranto debía de tener mucha influencia del barco norcoreano “Chong Chon
Gang” retenido en el Canal de Panamá cuando transportaba 25 contenedores con
armamento cubano sin declarar —aviones Mig-21, baterías antimisiles, vehículos
de uso militar y otros— debajo de toneladas de sacos de azúcar, en presunta
violación del embargo de Naciones Unidas a la República Popular Democrática de
Corea); Evo Morales Ayma, de Bolivia (canceló la víspera por “compromisos
ineludibles”); Rafael Correa Delgado, de Ecuador (no encontré justificación); Daniel
Ortega Saavedra, de Nicaragua (el último en cancelar, sin explicaciones); la presidente
de Brasil Dilma Vana Rousseff (lo mismo), ni el presidente uruguayo José Mujica
Cordano ("no va a ir porque no puede", fue la explicación oficiosa).
Es sintomático que ningún mandatario de la ALBA ni del MERCOSUR asistió
a esta Cumbre (con excepción de Horacio Cartes Jara, de Paraguay, país aún no reincorporado
al Mercado del Sur después de un arbitrario ostracismo, político y no jurídico como
en su momento mencionó Mujica Cordano), con un claro boicot ideológico al mismo.
Las marcadas ausencias
fueron el mejor ejemplo del desinterés que estas citas anuales tienen para Latinoamérica
y del cambio relacional con el tiempo: Cuando surgieron en 1991 con la Cumbre de
Guadalajara, este lado del Atlántico estaba a las puertas de una crisis importante
—la crisis económica de México de 1994, internacionalmente conocida como "Efecto
Tequila", por sobrevaluación de la moneda mexicana que heredó (y le explotó)
al entonces presidente Zedillo Ponce de León— y en vísperas de otra no menos agresiva
para la Región —la de Brasil en 1998, el “Efecto Samba”, consecuencia de la Crisis
financiera de los tigres asiáticos (Tailandia, Corea e Indonesia) en 1997 que al
año siguiente pasó a Rusia y
llegó de ahí a Brasil, afectando a toda Latinoamérica—; del otro lado del océano,
España y Portugal —éste en menor medida— estaban disfrutando ser parte del Club
de los nuevos ricos europeos —parte de la, entonces boyante, Unión— en la cercanía
del Quinto Centenario y con la necesidad, más que convicción, de ingresar sus grandes
empresas a las antiguas colonias iberoamericanas. La I Cumbre y las inmediatas siguientes
fueron el mejor vehículo de integración… para los empresarios hispanolusos.
La segunda década del siglo XXI empezó con un panorama muy distinto.
La crisis financiera estadounidense de 2008 había pasado superficialmente para los
países latinoamericanos —“blindados” por la experiencia de las anteriores crisis—
pero desembarcó con fuerza en una Europa comunitaria que había crecido ampliamente
en dimensión desde aquel 1991 —“glorioso” para España y Portugal— pero con bastante
descontrol dentro de sus fronteras y desigualdades manifiestas entre sus miembros.
No es fantasioso entonces comprender que porqué había empezado a reducirse la asistencia
de Jefes de Estado a estas citas, delegando en funcionarios de menor nivel —incluso
viceministros, como Bolivia y Ecuador en ésta XXIII—; a partir de la VIII Cumbre
(Oporto, 1998) empezaron a no estar todos los Jefes de Estado presentes, lo que
se hace más manifiesto en la XIV de 2004 (San José de Costa Rica) a la que sólo
asistieron 15 mandatarios. La XV de 2005 en Salamanca fue la última a la que asistieron
todos los 21 miembros originales más Andorra, recién estrenada como miembro pleno
(su Jefe de Gobierno es la máxima autoridad en ese Principado cuyos Jefes de Estado
son el obispo de la cercana ciudad española de Urgel y el presidente de Francia,
en “herencia” de los derrocados reyes galos); la de menos asistencia hasta ésta
XXIII fue la de Asunción (XXI) en 2011, que sólo contó con 11 mandatarios (Andorra,
Bolivia, Chile, Ecuador, España, Guatemala, México, Panamá, Paraguay, Perú y Portugal)
y que en 2012 necesitó todo el esfuerzo del monarca español para que la XXII en
Cádiz no desluciera el Bicentenario de la primera Constitución hispana, contando
con la presencia de 16 mandatarios (y no invitado Paraguay para evitar susceptibilidades
de sus “socios” de UNASUR y MERCOSUR).
Y en ésta hubo nuevo récord —de los negativos— porque acudieron
sólo 10 (que para los que no quisieron ser agoreros se hicieron 11 contando a Mariano
Rajoy Brey, presidente del Gobierno, aunque no es Jefe de Estado si no postizo).
En Ciudad de Panamá estuvieron: el anfitrión Martinelli Berrocal (Panamá), Laura
Chinchilla Miranda (Costa Rica), Enrique Peña Nieto (México), Danilo Medina Sánchez
(República Dominicana), Pedro Passos Coelho y Antoni Martí Petit (Andorra), además
de Cartes Jara, todos ellos desde el inicio; mientras que asistieron sólo el segundo
día Mauricio Funes Cartagena (El Salvador), Juan Manuel Santos Calderón (Colombia)
y Porfirio Lobo Sosa (Honduras). También estuvieron Felipe de Borbón (heredero de
la monarquía y sin otra representatividad) por España y Aníbal Cavaco Silva (primer
ministro) por Portugal.
Son países asociados del Sistema Iberoamericano: Puerto Rico,
Filipinas, Guinea Ecuatorial, Bélgica, Italia, Marruecos, Francia y Países
Bajos.
En “positivo”, las ausencias obviaron importantes
discusiones territoriales pendientes: los reclamos a Nicaragua por parte de
Costa Rica, Colombia, Panamá y Jamaica —éste ajeno a Iberoamérica—, entre Chile
y Bolivia o entre Chile y Perú, en realidad éste el más moderado; el existente
entre El Salvador y Honduras no fue discutido. Los que sí se mencionaron fueron
los que Argentina —por las Malvinas/Falkland— y España —por Gibraltar— tienen
con el Reino Unido, aunque —más allá de lo protocolarmente solidario— el
canciller español García-Margallo y Marfil evadió la propuesta de su colega
argentino Timerman Mindlin que quería hacerlos uno conjunto.
Aparte de la inasistencia, esta Cumbre (surgida con el lema "La
Comunidad Iberoamericana en el Nuevo Contexto Mundial") se destacó por sus
magros resultados, que no pasaron más de las buenas intenciones y enfoque hacia
la inclusión social y la cultura que incluye la Declaración de Panamá. Las principales
decisiones de la reunión estuvieron dirigidas a reformular el financiamiento y la
periodicidad de las Cumbres: en presupuesto, los participantes aprobaron que Latinoamérica
tenga más peso económico en su mantención (hasta ahora, España y Portugal contribuían
con 70% de los USD 7 millones anuales y de los aproximadamente 9 de estas Cumbres
mientras Latinoamérica, en conjunto, aportaba 30% restante, pero a partir de ahora
es que Latinoamérica aportará 10% más y los parientes empobrecidos disminuirán su
contribución en la misma proporción), y respecto a la realización de los encuentros,
se determinó convertirlos en bienales después de la XXIV el próximo año a realizar
en Veracruz, con lo que las Cumbres Iberoamericanas alternarán con las también bienales
de Latinoamérica con la Unión Europea.
Como dato curioso es que cuatro países fundadores no han organizado ninguna
de estas Cumbres: Guatemala, Honduras, Nicaragua ni Ecuador, mientras España ha
hecho 3 y Argentina, Chile, Portugal y Panamá organizaron 2.
Después del análisis anterior, sin embargo se puede afirmar que
para algunos países la Cumbre fue provechosa. En primer lugar, lo fue para España
y Portugal, que la aprovecharon para promocionar sus países para que las nuevas
multinacionales latinoamericanas —las "multilatinas"— hagan el camino
inverso de inversión, dejando lejos los tiempos del “desembarco” de las corporaciones
peninsulares en una Latinoamérica en proceso de desprenderse de sus empresas estatales
y ávida de inversión (como lo son ahora Portugal y España, ésta en palabras del
ministro De Guindos Jurado). También lo fue para Paraguay, que se reincorporó públicamente
al contexto latinoamericano al que decisiones arbitrarias lo habían excluido, y
cuyo presidente Cartes Jara pudo ocupar más espacios en el foro empresarial previo.
Pero fue la Alianza del Pacífico la estrella del conjunto de eventos, a pesar que
dos de sus presidentes (Piñera Echenique y Humala Tasso) no asistieron.
Porque si la Cumbre fue inútil prácticamente, el éxito acompañó
a los eventos que la antecedieron, el primero de ellos el IX Encuentro Empresarial
Iberoamericano (EEI), organizado por el Consejo Empresario para América Latina (CEAL)
y su presidente internacional, el panameño Samuel Urrutia Cantoral la víspera del
inicio de Cumbre. En el evento, Martinelli Berrocal, Cartes Jara y Medina Sánchez
expusieron sobre sus países —Cartes Jara con "Paraguay, el secreto mejor guardado
de Latinoamérica" y Medina Sánchez respecto de la "importancia de la empresa
privada para el desarrollo". Entre los muchos temas que se debatieron ocuparon
espacios principales el emprendimiento como motor del desarrollo latinoamericano
y la importancia de la Alianza del Pacífico —a la que se le dedicó la sesión "La
Alianza del Pacífico y su impacto en Latinoamérica", con la presencia de los
presidentes de México y Colombia, países miembros (Peña Nieto y Santos Calderón,
respectivamente) y de los futuros nuevos miembros Costa Rica (Chinchilla Miranda)
y Panamá (Martinelli Berrocal)—, acordando crear un observatorio de políticas públicas
y una comisión de trabajo Estado-Empresa; como importantes aspectos, los participantes
en el IX EEI exhortaron a los gobiernos a seguir trabajando en asegurar la estabilidad macroeconómica como fundamento del desarrollo
y consolidar un Sistema Iberoamericano de Arbitraje Comercial, fortalecer y ampliar
los tratados de libre comercio y mejorar la infraestructura regional de transporte
y la seguridad ciudadana.
En ese mismo sentido, el Foro "Iberoamérica: Alianzas para
nuevos paradigmas" (organizado por la Asociación Civil Vanguardia Iberoamericana)
facilitó que 200 líderes juveniles de los 22 países iberoamericanos analizaran aspectos
como la vinculación industria-universidad, el impacto del crimen organizado y, nuevamente,
la Alianza del Pacífico; en este encuentro participó Rosa María Payá Acevedo, hija
del fallecido líder de la disidencia cubana Oswaldo Payá Sardiñas. Otro exitoso
evento fue el II Foro de la Comunicación con los líderes de los principales grupos
de medios de comunicación de habla hispana, donde se discutió sobre las nuevas tecnologías,
sinergias, el uso de redes sociales e Internet y la promoción y defensa del idioma
español y la identidad iberoamericana bajo el lema “Los medios de comunicación como
aliados del desarrollo en Iberoamérica”. También se desarrolló fructíferamente el
XIX Foro Eurolatinoamericano de la Comunicación, organizado por la Asociación de Periodistas Europeos (APE),
la Fundación Gabriel García Márquez para
el Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI) y la CAF; este encuentro reunió
Bajo el lema "Despertares y desencantos" a periodistas, representantes
de medios de comunicación, expertos y personalidades políticas para debatir sobre
las transformaciones del periodismo, las nuevas tecnologías informativas y su desempeño
en el actual contexto social, político y económico en ambos lados del Atlántico.
Además, entre las actividades previas a la XXIII Cumbre estuvo la presentación de
la I Encuesta Iberoamericana de Juventudes realizada por la Organización Iberoamericana
de Juventud (OIJ) con el apoyo del BID y el Fondo Coreano para la Reducción de la
Pobreza (KPR), que permitirá elaborar políticas públicas a partir de las expectativas
de los jóvenes de Latinoamérica y El Caribe sobre su futuro; así mismo, se dio a
conocer un informe sobre perspectivas económicas en América Latina elaborado en
conjunto por la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE),
la CEPAL y la CAF.
El último evento relacionado con la XXIII Cumbre —posterior a
ella— fue el VI Congreso Internacional de la Lengua Española (CILE), organizado
por la Real Academia Española (RAE), con la Asociación de Academias de la Lengua
Española (ASALE),
el Instituto Cervantes (IC) y el Gobierno de Panamá, con muy amplia participación y la presencia
del Premio Noble Mario Vargas Llosa.
En conclusión, una suma de eventos muy productivos —exceptuando
la Cumbre Iberoamericana— y la constatación de que, en primer lugar, España —y Portugal—
hoy necesitan más a Latinoamérica que ella a sus parientes europeos y, en segundo
y mucho más importante oara los que vivimos de este lado de la Mar Océano, que Latinoamérica
—entre definidos y simpatizantes— está definiéndose en dos bloques subregionales
que, más allá de los presuntos discursos conciliadores, son antagónicos: de un lado,
la ALBA y el MERCOSUR como apéndice y, del otro, la Alianza del Pacífico. La medida
del éxito económico de cualquiera de los dos significará la posibilidad de realizar
políticas sociales sostenibles; en el caso contrario, sólo serán populismos —no
importa si la tendencia es de derecha o izquierda— fracasados efímeramente, como
sucede hoy en Venezuela.
Referencias
http://www.infobae.com/2013/10/19/1517263-meditan-reformas-la-cumbre-iberoamericana-de-las-ausencias
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