martes, 15 de octubre de 2013

Base y superestructura II

Días atrás, mi querido amigo Gary Rodríguez Álvarez tuvo la gentileza de responder con su columna “Acerca del liderazgo cruceño” (El Deber, 09/10) a la mía “Base y superestructura”. Como no comparto alguna de sus opiniones, abusaré de su paciencia comentándolas.

No comparto el concepto “de que el cruceño prefiere dedicarse a los negocios antes que a la política” —con apoyo de una encuesta publicada— porque negaría todo el proceso histórico cruceño, desde que en el siglo xix Andrés Ibáñez Justiniano alzara la bandera del federalismo —en su momento poco seguido— y en el recién pasado las de Melchor Pinto Parada, Óscar Barbery Justiniano, Carlos Valverde Barbery y José Ortiz Mercado. Alguien podrá contestarme que lucharon por reivindicaciones regionales —económicas (Pinto Parada defendiendo las regalías), desde la gestión pública y la literatura (Barbery Justiniano), desde el federalismo (Valverde Barbery, iconoclasta a veces rozando lo xenófobo) o desde la izquierda nacionalista (Ortiz Mercado)— pero todas esas posiciones eran formas de hacer política: eran políticos sin ser necesariamente partidarios y aunque el desencanto con los partidos y la partidocracia —en Santa Cruz con la potencial desilusión porque las banderas autonómicas “beneficiaron” a tendencias opuestas— puede ser causa de esa presunta “apatía política” cruceña, seguro estoy que es más superficial que real. Fiel defensor de las estadísticas como soy, siempre las interpreto críticamente.

Coincido plenamente con mi respetado amigo —y con una amplísima mayoría en Santa Cruz y en todo el país— de que la violencia no es vía para dirimir ideas en un Estado de Derecho. Por ello, cuando mencionaba los que considero líderes en formación, sean opositores —Jéssica Echeverría Bravo y Luis Felipe Dorado Middagh— como oficialistas —Betty Tejada Soruco— me era muy interesante que, precisamente, los encuentre en territorio parlamentario.
Mi visión fundada en que el Poder existe en una relación indisoluble de base —poder económico— y superestructura —poder político— no contradice el que el empresariado cruceño —después de errores estratégicos políticos entre 2002 y 2009, maximizados a partir de 2006— se haya decidido por el pragmatismo para potenciar el poder económico como medio. Al final, a nadie sorprenderá que el pragmatismo sea una forma de hacer política —como sustentó Dabdoub Álvarez cuando dijo: «El empresario no tiene ideología, esta nueva generación puede mirar a la izquierda, a la derecha y hacia adelante pero sabe que convive.» (La Razón 31/01/2010).

Me queda pendiente un análisis sobre VISIÓN PAÍS pero antes invito —a analistas y lectores— a sumarse a este intercambio de ideas, tan beneficioso —por debatir ideas con respeto en la opinión ajena— en este ancilar momento.

Nota: Por un error imperdonable (consecuencia de haber viajado juntos en ocasiones entre La Paz y Santa Cruz en viernes y de no revisar el site de la ALP), confundí como cruceña a Norma Piérola de Gutiérrez. Salvo este error, reidentificándola como diputada por Cochabamba.
 

Referencias


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