Después de los malos resultados en las primarias —26% versus 54% en 2011—, la peor noticia para
el kirchnerismo es que su abanderada y vocera, la Presidente Cristina Fernández
Wilhelm de Kirchner —CFK—, estaría fuera de acción hasta pasadas las
elecciones legislativas del 27 de octubre.
Operada el lunes para evacuarle un hematoma en el cráneo recién
detectado —en evolución diagnosticada como satisfactoria, además de padecer un
cuadro de arritmia coronaria—, su reposo deja al frente del Estado al político
menos popular y con más investigaciones judiciales —el Vicepresidente
Boudou Sapin— y a los kirchneristas huérfanos de su lideresa. Todo en un
momento clave para la reproducción del Poder actual —aspiraciones que van de
menguadas a ya nulas— por reelección de CFK mediante modificación constitucional,
agudizado con un vacío de poder —centralizado férreamente en la Presidente como
lo fue en su difunto marido—, en medio de la demanda de los bonos buitres —cuyo
pago desestabilizaría a la economía argentina y podría ser una avalancha de
muchísimos otros reclamos— y de una desbandada de otras corrientes del
peronismo, junto con un resurgimiento de la oposición extra justicialista —eso
sí, desunida.
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