domingo, 19 de agosto de 2012

El mito Assange


En 2010, nos enteramos de asombrosas revelaciones sobre EE.UU. —y muchísimos otros países relacionados, porque pocos no eran mencionados— a través de las publicaciones que WikiLeaks hizo en escogidos medios mundiales: Le Monde, El País, Der Spiegel, The New York Times y The Guardian. Y con estas revelaciones apareció un nuevo SuperHéroe, “Campeón de la Transparencia y las Redes Sociales”: Súper Assange… perdón, Julian.

Pero Assange —como Superman con la kriptonita— tiene su Némesis: su ego. Su ex socio de WikiLeaks, Daniel Domscheit-Berg, lo ha descrito como “un megalómano, un paranoico” que no acepta opiniones y se siente permanentemente agredido por los que no le obedecen ciegamente. Concuerdo con Domscheit-Berg en que los documentos debían haberse publicado sin los nombres de las personas involucradas para defender su seguridad (pero no hubiera dado tanta notoriedad a Assange).

Acusado en Suecia por 2 mujeres por agresiones sexuales —un tema confuso en los medios, que han repetido “violación” aunque parece que es otra la acusación—, huyó a Gran Bretaña, donde la justicia aceptó la extradición a Suecia. Su recurso evasivo —repetiendo que los suecos lo extraditarían a EE.UU., donde “seguro lo matarían”— fue asilarse en la embajada ecuatoriana —país cuyo presidente había entrevistado a través de la TV estatal rusa internacional, conexión asaz curiosa—, donde esperó un largo mes para que se lo concedieran.

El Reino Unido ya indicó que no le dará salvoconducto —no es firmante de la Convención de Derecho de Asilo aunque sí de otras sobre Refugiados y Derechos Humanos— pero aclaró que no violará la extraterritorialidad de la Embajada —aunque se había publicado que lo harían basándose en una ley vigente de 1987, lo que hubiera sido un gravísimo error.

Esperemos la próxima entrega.



Referencias

      

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