Hoy, cuando el Presidente Santos inauguró la VI Cumbre, sobre ella aún se ciernen las divergencias. Como mencionaba ayer, los cancilleres no tenían consenso en los temas cruciales y divergentes de Cuba, las drogas y las Malvinas y se auguraba que la Reunión fracasaría.
Por eso, su discurso era fundamental. Y el mandatario colombiano planteó como propósito de esta Cumbre alejarse de las buenas intenciones y superar paradigmas antagónicos y esquemas. De Cuba, pidió que no se siga la aislando del Hemisferio porque integrarla reafirmará la integración y ayudará a profundizar y acelerar los cambios que han iniciado en ese país. De la guerra contra las drogas, iniciada en 1971, reconoció el inmenso sacrificio hecho por muchos países pero reconoció que hay que abrir la discusión sobre opciones pero sin desmayar en combatir la violencia y el crimen organizado y sin olvidar las víctimas.
Santos también presentó los retos de la Cumbre: Conectar a las Américas para que sean verdaderas socias de la prosperidad; desarrollo de la Infraestructura física e interconexión eléctrica; promover iniciativas conjuntas de acceso a la tecnología y la comunicación; prevención conjunta frente a los desastres naturales, y la seguridad ciudadana.
Cuando terminó de hablar frente a los 30 mandatarios asistentes –no estaban Correa, Chávez ni Ortega–, fue obvio que eludió hablar de las Malvinas.
Falta ver si sus palabras de integración fructifican.
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