martes, 16 de enero de 2018

De Simeón el Estilita al General Invierno


Abusaré de mis lectores con dos referencias históricas que me servirán para argumentar.
Simeón (o Simón) el Estilita fue un santo asceta cristiano de los siglos iv y v, famoso por penitenciar 37 años en una pequeña plataforma sobre una columna a 17 metros del suelo para evitar las tentaciones humanas. Como muchos ermitaños y anacoretas de esa época, buscaba purificar su alma negándose absteniéndose los placeres materiales.

El "General Invierno" fue, para el hasta entonces invicto Napoleón Bonaparte, el enemigo que derrotó su Grande Armée cuando invadió Rusia en 1812: Era el inclemente invierno ruso que “ataca” con muy bajas temperaturas y dificultades al transporte. Más de un siglo después, la Alemania Nazi atacó a la Unión Soviética en 1941 pero las fuerzas soviéticas, con ayuda del General Invierno, las derrotaron definitivamente en 1943.

¿Por qué estas dos —supuestas— digresiones? La imagen de San Simeón en su alta columna —magistralmente recreada en “Simón del desierto” de Buñuel— me ayuda a explicar los conflictos que han venido sucediendo en los últimos tiempos y, sobre todo, el creciente actual. Me es manifiesto que el Poder del Estado —el Ejecutivo, con los demás Poderes cooptados— piensa y actúa desde una visión vertical que, desde arriba de “su columna”, manda y homogeniza la sociedad y la divide en los “adeptos” —atribuyéndole ser “el pueblo”— y “opositores” —“la derecha”— y tiende a olvidar que la sociedad no es tan manipulable y que las descalificaciones —maniqueas siempre y ramplonas las más de las veces—, más que mellar al destinatario, actúan regresivamente. (Me pongo a pensar ahora en los apologetas de la justedad del 205 qué pensarán luego que el Gobierno se apresuró en hacerlo derogar). Hoy, la discusión política —porque, más allá del descrédito que puedan tener sus actores partidarios, la política (expresada desde Platón en “La República”, “Político” y “Las Leyes”) es la vía para alcanzar el bien común y el mecanismo para resolver pacífica y razonablemente los conflictos mediante el dialogo consensuado— es urgente necesidad, sobre todo porque la actual oposición a las imposiciones verticalistas es de la sociedad civil despojada de partidismos —con los partidos como actores lamentablemente desacreditados y en regresión.

Para el modelo socioeconómico e ideológico gubernamental de Bolivia hoy, el “General Invierno” es el “General Economía”. Fuera de quienes propaguen que el éxito económico del docenio es consecuencia única del modelo, no creo que haya muchos que duden que la coyuntura de altísimos precios internacionales de nuestros commodities —gas, soya, minerales— fueron causales principales del boom de crecimiento económico y alto PIB entre 2008 y 2013 —6,1 y 6,8%, respectivos (BM)—, decreciente desde 2014 pero aún expectable en la Región. 

La apuesta gubernamental por la subida de los precios del petróleo —muy leves el año pasado y con escasas recuperaciones coyunturales— y su influencia en el del gas —moderada por la falta de descubrimientos, la negociación de nuevos contratos de exportación a Brasil y por el take-or-pay adeudado del actual— y, además, por la incidencia del consumo interno —un driver de desarrollo y estabilidad económica en la visión que desarrolló el exministro Arce Catacora— van, precisamente, a intentar morigerar al “General Economía”. La medida de éxitos en ambos empeños —y el bajar de la columna— condicionará la estabilidad del modelo y, con mucho, lo que podría suceder al llegar a 2019.


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