El 15 de octubre pasado, Venezuela celebró sus comicios
regionales —novenos
desde el advenimiento del chavismo—, elecciones
pendientes desde el año anterior.
A cualquier observador saltan tres preguntas: ¿Por qué no se habían
realizado en la fecha correspondiente? ¿Por qué se realizaron ahora? Y, más
debatible, ¿por qué participó la oposición? Para la primera, la respuesta es
que el oficialismo no tenía la seguridad de ganarlas, sobre todo después de la
abrumadora derrota en las legislativas de 2015 y por eso las atrasaba
indefinidamente, con la abierta complicidad del Consejo Nacional Electoral.
Para la segunda, porque luego del “éxito” fraudulento en la elección de la
Asamblea Nacional Constituyente —denunciado
el amplio fraude incluso por Smartmatic, la empresa que desde 2004 y hasta entonces realizaba los conteos electrónicos— y
asegurado el recuento favorable, además del desgaste ciudadano de las protestas
que entre abril y agosto tuvo al régimen en vilo, el gobierno tenía las
condiciones para asegurar su triunfo.
Para la tercera pregunta —¿por qué la
oposición participó en los comicios regionales a sabiendas que iban a ser
fraudulentos?—, hay más de una respuesta.
La primera que se arguyó fue que cuando los partidos opositores —encabezados
por Acción Democrática— no participaron en las legislativas de 2005
alegando “falta de confianza en
el CNE y de garantías para el voto secreto”, dejaron abierta las
posibilidades para que la Asamblea Nacional, que resultó absolutamente
oficialista, tomara las medidas que el gobierno solicitaba sin ninguna
objeción; la otra justificación para participar ahora fue que esas elecciones
habían sido una de las banderas de la oposición junto con el abortado
referéndum revocatorio.
Previo al proceso electoral, hubo
reiteradas denuncias de irregularidades por parte del CNE. No obstante, los
partidos de la MUD presentaron candidatos en 16 de los 23 estados en los que, a
pesar de abrumadoras diferencias con los exit polls, el CNE proclamó a 18
gobernadores del Gran Polo Patriótico oficialista y cinco opositores —cuatro eran
de Acción Democrática. Tras ello, el gobierno ordenó que los nuevos elegidos
fueran juramentados por la Asamblea Nacional Constituyente y no por la Asamblea
Nacional, como fija la Constitución de 1999, lo que fue rechazado públicamente
por la MUD por desconocer su legitimidad pero los cuatro electos de AD aceptaron
esa condición —el quinto, Juan Pablo Guanipa Villalobos, de Primero Justicia,
se negó y fue destituido— bajo el argumento “de petición de sus electores”,
agravando la crisis existente en la coordinadora opositora, la peor desde su
constitución en 2008, con lo que hace imprescindible una profunda
reorganización de los movimientos y partidos enfrentados al oficialismo y el
cambio de coordinación política.
Como Esaú en el Génesis, los cuatro vendieron su legitimidad.
Pero el plato de lentejas poco les durará porque, como anunció el presidente
Maduro, los “ayudará” con estructuras de gobierno paralelas —como hizo Chávez contra el alcalde opositor electo de
Caracas en 2003.
También —y con ello
respondo a un lector que consideró democrático al actual régimen venezolano
porque realiza elecciones con presencia opositora— es bueno recordar que
“electoralismo” no es democracia: Trujillo, Somoza y Batista —epítomes pero no
los únicos— celebraron muchas “elecciones” incluyendo tímidos opositores —asaces
cómplices— y las ganaban “abrumadoramente”.
Información consultada
http://www.el-nacional.com/noticias/oposicion/abc-oposicion-rompe-por-juramentacion-gobernadores-ante-anc_209067
https://elcooperante.com/gobernadores-opositores-hablaron-con-ramos-allup-esta-molesto-con-nosotros/
https://es.wikipedia.org/wiki/Antonio_Ledezma
https://www.telesurtv.net/news/Acompanantes-internacionales-garantizan-confianza-del-sistema-electoral-de-Venezuela-20171014-0023.html
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