Lunes y martes en la OEA fueron como esos momentos cuando al náufrago en un islote pequeño y cenagoso le va subiendo la marea que llegará a cubrirlo. Así debió sentirse el madurismo cuando la mayoría de países latinoamericanos —20— expresaron su apoyo, en diferentes grados, al informe del Secretario General y aunque la reunión del martes terminó sin agenda futura por ahora y con los exabruptos del representante madurista —como su canciller la víspera— marcó el cambio fundamental en la correlación de fuerzas regional, mostrado el desgaste de los petrodólares venezolanos.
De los 11 votos que se opusieron al informe —Trinidad y Tobago y Antigua y Barbuda abstenidos y Granada ausente—, Bolivia, Ecuador y Nicaragua son sus aliados ideológicos y El Salvador —dependiente de los menguados petrodólares— lo es tácitamente; San Vicente y Las Granadinas, San Cristóbal y Nieves y Dominica son miembros de la ALBA-TCP y Surinam y Haití invitados; siete de éstos —menos Ecuador y Bolivia— más República Dominicana dependen del petróleo subsidiado de Petrocaribe. Razones como las de la elección de Insulza en 2005, cuando “curiosamente” se creó Petrocaribe.
Todos, en una forma u otra, apoyaron el diálogo aunque el último, promovido por el Vaticano y UNASUR fue sólo otro más para que ganara tiempo el gobierno.
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