domingo, 2 de abril de 2017

El "fujimorazo" madurista marca un punto sin retorno


La amenaza de Maduro tras la reunión el martes del Consejo Permanente de la OEA sobre Venezuela de que ejecutaría una agenda ofensiva en “defensa de los pueblos” la cumplió uno de sus órganos cooptados más “eficiente” en cumplir órdenes: el TSJ acabó con uno de los últimos vestigios de democracia electiva —el otro es el de los gobiernos municipales y estaduales, para los que el gobierno se escabulle de fijar elecciones— cuando despojó de competencias a la Asamblea Nacional —de amplia mayoría opositora— “por estar en desacato”, llevando la situación a un no-retorno. Con ello, la cúpula aferrada al poder y vinculada con el narcotráfico y el terrorismo que representan El Aissami y Cabello —de la que Maduro es marioneta— supone que logrará detener su acelerada caída, a pesar de que la legitimidad de la MUD en la Asamblea es mayor que la de misma presidencia: 56.22% votos vs. 50.61%.

Lunes y martes en la OEA fueron como esos momentos cuando al náufrago en un islote pequeño y cenagoso le va subiendo la marea que llegará a cubrirlo. Así debió sentirse el madurismo cuando la mayoría de países latinoamericanos —20— expresaron su apoyo, en diferentes grados, al informe del Secretario General y aunque la reunión del martes terminó sin agenda futura por ahora y con los exabruptos del representante madurista —como su canciller la víspera— marcó el cambio fundamental en la correlación de fuerzas regional, mostrado el desgaste de los petrodólares venezolanos.

De los 11 votos que se opusieron al informe —Trinidad y Tobago y Antigua y Barbuda abstenidos y Granada ausente—, Bolivia, Ecuador y Nicaragua son sus aliados ideológicos y El Salvador —dependiente de los menguados petrodólares— lo es tácitamente; San Vicente y Las Granadinas, San Cristóbal y Nieves y Dominica son miembros de la ALBA-TCP y Surinam y Haití invitados; siete de éstos —menos Ecuador y Bolivia— más República Dominicana dependen del petróleo subsidiado de Petrocaribe. Razones como las de la elección de Insulza en 2005, cuando “curiosamente” se creó Petrocaribe.

Todos, en una forma u otra, apoyaron el diálogo aunque el último, promovido por el Vaticano y UNASUR fue sólo otro más para que ganara tiempo el gobierno.

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