El 20, Donald J.
Trump asumirá la Presidencia de los EEUU y su misión será eliminar el
legado Obama y resurgir el legado Reagan. ¿Serán posibles?
El legado Obama surge del mito Obama y su Yes, We Can! que en 2008 prometía el
renacimiento del país. Barack Obama prometió acabar las guerras, el terrorismo y
la prisión de Guantánamo; prometió solucionar los problemas de las minorías
(irresuelto a pesar de los avances de la Civil Rights Act of 1964, impulsada
por John F. Kennedy y promulgada por su sucesor Lyndon B. Johnson), acercar
Latinoamérica, solucionar las tensiones en Oriente Medio, globalizar la
economía norteamericana y reorientar los EEUU hacia la región Asia-Pacífico.
Prometió resolver el grave problema de los indocumentados y reformar el sistema
de salud (la primera potencia mundial estaba lejos del Estado de Bienestar que
la socialdemocracia, el equivalente de los demócratas, instauró en Europa). Y
para enfrentar la crisis, controlar el sistema financiero y sacar al país de la
recesión y el desempleo.
Para cumplir, el presidente Obama retiró los soldados
estadounidenses de Irak y Afganistán pero dejó irresueltos esos conflictos (que
fueron agravándose) y los sustituyó por bombardeos aéreos (incluyendo los
selectivos con drones); sus promesas fueron recompensadas con el Nobel de la
Paz en 2009 (cuando aún no había empezado a cumplirlas). Localizó y autorizó el
ajusticiamiento de Osama bin Laden y apoyó la Primavera Árabe pero su política,
muchas veces pusilánime y errática (incluyendo la interesada con las monarquías
medievales del Golfo), facilitó las guerras de Libia y Siria y el surgimiento y
expansión del Estado Islámico, provocando la mayor crisis humanitaria en setenta
años; tampoco cerró Guantánamo pero trasladó a terceros la responsabilidad de
muchos presos (entre los liberados, hubo quienes ingresaron a ISIS). La
apertura hacia Asia-Pacífico quedó en un intento comercial porque la
geopolítica lo obligó a priorizar el Medio Oriente y Europa (convirtiendo a
Rusia, debilitada pero en expansión, en su contrincante principal); intentó
solucionar los problemas con Irán y con los palestinos pero con los iraníes
obtuvo un acuerdo precario y fracasó con Palestina (además del distanciamiento
con Israel). Abrió relaciones con Cuba, quitando a la izquierda latinoamericana
una de sus preciadas banderas y debilitando más la ALBA pero no obtuvo ninguna
concesión del gobierno cubano (por cierto, estos días Obama dejó un campo
minado a su sucesor respecto a Cuba pues los votos cubanoamericanos fueron
decisivos en su triunfo en Florida).
En lo interno benefició a muchísimos dreamers pero tuvo el récord en deportar inmigrantes
indocumentados. Implementó su reforma sanitaria, ampliando la cobertura pero
con grandes críticas a sus costos y sostenibilidad. Avanzó en controlar la
banca pero no terminó de hacerlo. Estimuló billonariamente la economía, redujo
el desempleo y sacó al país de la crisis pero le faltó crecimiento, empleo de
calidad y sostenibilidad.
Primero el Tea Party y luego Trump (ambos el mismo fenómeno)
fueron sus némesis. A pesar del aparente éxito de Obama, los electores dieron a
sus opositores republicanos el control del Congreso. A partir del próximo
viernes, Congreso y Ejecutivo irán a destruir lo que resta del legado.
Quise escribir un panegírico sobre el legado Obama. Y encontré
que el legado, sin ninguna alabanza, era Trump.
Información consultada
http://www.la-razon.com/opinion/columnistas/arte-pusilanimidad_0_2168183250.html
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