«Siendo los mismos hemos empezado a ser otros.» [Palabras de Roberto Verrier
Castro, director de ProCuba, en
la presentación de la marca pero aplicables al país.]
En diciembre de 2006 La Habana era la
expresión del fracaso de un modelo basado en la ideología y no en la economía:
carestía, ineficiencia generalizada, descontrol… apatía del país. Nueve años
después, los cambios son perceptibles: A pesar de sus calles penumbrosas y con
repetidos baches, florecen los anuncios lumínicos de emprendimientos privados
(algo impensable antes); los que trabajan en ellos recuperan la eficiencia; el
cubano de a pie tiene expectativas positivas de desarrollo (aunque no entienda
el cómo, el “vamos mejorando” es un mantra); la ciudad (meca del turismo, pilar
fundamental de la economía) empieza a estar más limpia y junto a las consignas
de siempre (menos confrontacionales) se oye, aún a sotto voce, el remake “¡Cuba
Sí, yanquis también!”.
En 2006 Raúl Castro Ruz accedió interinamente a
la presidencia del país pero no fue hasta 2008 que la asumió efectivamente y
2011 cuando tomó la dirección del Partido Comunista, cerrando el ciclo de
ejercicio del poder que, con distintas denominaciones, su hermano Fidel había
ejercicio durante 5 décadas. Castro Ruz el Menor inició un ciclo pragmático de
cambios progresivos y cada vez más acelerados del sistema socioeconómico
marcado por los subsidios y la ineficiencia a otro eficiente, incluyendo el
desmantelamiento de estructuras estatales que frenaban el desarrollo económico
y comenzando por la propia mentalidad pretendidamente “igualitaria”. Una de sus
expresiones simbólicas fue la designación de un civil (tampoco líder “históricos”),
Miguel Díaz-Canel Bermúdez, como segundo en la estructura del Estado aunque,
posiblemente, hasta el momento con más poder nominal que real.
En estos días, fui invitado en La Habana a la
presentación que hizo Rodrigo Malmierca Díaz, Ministro del Comercio Exterior y
la Inversión Extranjera, de la Cartera de Oportunidades de Negocios para la Inversión Extranjera en Cuba (casi
400 proyectos prioritarios pero no excluyentes en 12 sectores económicos, entre
ellos considerados estratégicos como turismo, petróleo y agroalimentos) y el
Directorio Comercial, una acentuada apertura con respecto a años anteriores y
sostenida sobre la Ley 118 de inversión extranjera.
Toda esta revolución económica se ejemplifica
en el éxito de las transformaciones que desde el Poder sucedieron ya en China y
Vietnam, donde para mantener sus cuotas del poder político necesitaron abrir el
acceso al poder económico para que crecer sin planificación centralizada ni subsidios;
también es la única opción después de haber perdido los padrinazgos de la
desaparecida Unión Soviética y, más cerca, de Venezuela y no tener ningún otro
posible. Importante le fue, sin dudas, el inicio del descongelamiento de las
relaciones entre Cuba y EEUU y el paulatino desmantelamiento del bloqueo.
El gran potencial de Cuba es la instrucción de
su población pero en contra inciden la falta de eficiencia y productividad,
servicios deficientes y caros (comunicaciones, bancarización, etc.),
estructuras y mentalidades obsoletas. Sobre todo, es el momento confrontacional
entre quienes entienden que hay avanzar, los que se desesperan por acelerarlo y
los que quieren que nada cambie. Pero esta nueva revolución es irreversible,
como reafirmó Malmierca Díaz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario