«Creí, por tanto hablé.» [2
Corintios 4:13.]
Hace 6 años, mis amigos
Juan Carlos Rocha, primero, y Grover Yapura después, directores de La Razón en
períodos consecutivos, me invitaron para comentar las encuestas electorales se
iban a publicar para el período electoral de ese año y así empecé un largo y
fructífero vínculo de columnista habitual con el periódico, relación que en
amistad había surgido desde 1991 con Jorge Canelas Sáenz, continuó con Juan
Cristóbal Soruco Quiroga y siguió con Rocha Chavarría, Yapura Aruquipa y
Edwin Herrera Salinas hasta hoy, cuando Claudia Benavente Parada lo dirige.
Años de escribir lo que pienso (como también
llamé a mi blog), siempre he tratado de opinar desprejuiciado y decir mis
opiniones basándome en cifras y evidencias incuestionables (lo cual no quiere
decir desprovisto de posiciones, porque nunca he compartido la idea de Michel
Eyquem de Montaigne de un análisis “aséptico”). Pensamiento que es mi Verdad, siempre
compartida (coincido con Marco Tulio Cicerón cuando dijo: “La verdad se
corrompe tanto con la mentira como con el silencio”), expresada sin ofender y
aceptando la opinión de los demás y esperando que ellos acepten la mía en
pluralismo y democrática orientación (como me sucede con el periódico, con cuya
posición editorial no siempre concordamos pero que aceptamos y respetamos mutuamente).
He sido inclaudicable opositor de los extremismos, los dogmatismos y la falta
de transparencia, no importan de qué orientación fueran, pero mucho más de las
mentiras, las desnudas y las encubiertas, porque siempre hacen mucho daño antes
de que se descubran (“La verdad padece, pero no perece” bien dijo santa Teresa
de Jesús, Doctora de la Iglesia). He criticado sin misericordia los populismos
y la corrupción, como fuente de pobreza. Y he combatido los falsos discursos chauvinistas
donde los hubiera, meras consignas de las debilidades, a la vez que he apoyado
las causas justas. Tampoco he aceptado la violencia, sea social, de género,
religiosa o por orientación sexual.
He tenido muchos amigos entre los colegas en estas
páginas de opinión de los que me honro pero me gustaría mencionar dos que ya no
comparten acá su pensamiento y de los que siempre he respetado su calidad
intelectual y ética: José Gramunt de Moragas y Gary Antonio Rodríguez Álvarez,
hombres de fe y de ética que han llegado a ello por distintos caminos pero con
el mismo objetivo y fin: Dios y la verdad. Del Padre Pepe he admirado su honesta
valentía y locuacidad; de Gary Antonio su sólido conocimiento profesional y su
magisterio al transmitirlo en sus escritos. Me precio de que hayan sido mis
amigos pero aún más de haber compartido páginas con ellos.
Mi anterior columna se la
dediqué al Beato Óscar Arnulfo
Romero y Galdámez. De ella, como colofón hoy, rescato una frase del cardenal Angelo Amato, enviado del Papa: “Su
caridad se extendía a los perseguidores". Ésa es, posiblemente, es la más
hermosa que he incluido todos estos años. Confío que sean muchas más.
Información consultada
http://cronistacochabamba.blogspot.com/2010/09/canelas-canelas-julio-cesar.html
http://es.wikipedia.org/wiki/Marco_Tulio_Cicerón
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