Luis Guillermo Solís Rivera ya asumió la Presidencia de
Costa Rica. Mencionaré a sus retos, algunos menos visibles.
El primer gran reto es la gobernabilidad en un país que se
precia de ser firmemente democrático. De los 57 diputados a la Asamblea
Legislativa, Acción Ciudadana (PAC) de Solís Rivera sólo tiene 13 —2 más que en
2010— por lo que necesitó alianzas para avanzar sus iniciativas y las escogió a
ambos lados de su espectro: con la centroderechista Unidad Social Cristiana —8
diputados, también en el Ejecutivo— y el bolivariano Frente Amplio —9. Gobernar
desde la centroizquierda socialdemócrata (PAC) con dos enemigos políticos, como
señala mi amigo Claudio Alpizar Otoya hoy en La República de San José es estar "durmiendo con el adversario".
Aliados condicionales a la espera de poder aventajarlo.
El segundo, mantener el desarrollo nacional y mejorar los
indicadores sociales, sobre todo la pobreza, alta a pesar de la buena macroeconomía. El tercero, recuperar la confianza ciudadana en su clase
política, para que no peligre la democracia. El cuarto, mantener cohesionado al PAC —LGSR fue candidato
de emergencia ante las incompatibilidades de los precandidatos.
Sólo así cumplirá.
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