El domingo 2 de febrero los electores de Costa Rica votaron
en sus elecciones nacionales para decidir si querían un cambio en su política
nacional o la continuidad de la vigente en este país de democracia estable y
economía abierta. Y para cambio las opciones eran la izquierda bolivariana —Frente
Amplio (FA)— o derecha liberal —Movimiento Libertario (ML).
Y los ticos decidieron cambio pero, también, continuidad
cuando le dieron pase al ballotage al partido de gobierno —Liberación Nacional
(LN), centro— con un candidato (Johnny Araya Monge) que se proclama
socialdemócrata, y a Acción Ciudadana (PAC) —centroizquierda (con sectores a la
izquierda y a la derecha) socialdemócrata— con un candidato (Luis Guillermo
Solís Rivera) que recién surgía en su partido —aunque había sido Secretario
General de Liberación Nacional. El mandato popular fue preciso: a Solís Rivera,
cambio moderado; a Araya Monge, mejorar la gestión —que significa lo mismo.
La segunda vuelta va a ser complicada
por las alianzas. Al PAC, que sacó 31,03% de la votación válida, sus opciones
están entre Frente Amplio —que ya denominó al PAC “derecha que no roba”— y
Unión Social Cristiana (PUSC) —centroderecha—, mientras que para LN (29,55 %)
las opciones son más amplias, tanto de sus actuales aliados como de la misma
USD; el Libertario sería una opción extrema.
Y si difícil es ganar la segunda
vuelta, más va a ser la gobernabilidad después porque en la Asamblea
Legislativa nueva habrá, al menos, 8 partidos y ninguno mayoritario.
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