viernes, 24 de enero de 2014

El mar de La Haya

Cuando el Presidente de la Corte Penal Internacional (CIJ) lea el próximo 27 de enero de 2014 el fallo de sus 16 jueces —el boliviano Blattmann Bauer lo fue entre 2003-9— en la disputa entre Chile y Perú sobre soberanía marítima, ambos países concluirán sus disputas territoriales desde la tripartita Guerra del Pacífico y que inició su última etapa el 16 de enero de 2008 con la demanda peruana.

(Perú reclama: la división equitativa de la soberanía en una zona marítima del océano Pacífico de cerca de 37.900 km², considerados propios por Chile; el estatus de un triángulo marino de 28.471,86 km² que Chile considera alta mar y Perú parte de su dominio marítimo, y la disputa de menos de 0,04 km² en tierra por divergencias interpretativas del Tratado de Lima de 1929. La defensa chilena se basa en que esos límites se fijaron en la Declaración sobre Zona Marítima —1952, entre Chile, Ecuador y Perú— y el Convenio sobre Zona Especial Fronteriza Marítima —1954 por los mismos—, sobre los que Perú no reclamó hasta 1980.)

Hoy ambos países —miembros de la Alianza del Pacífico— priman sus actuales excelentes relaciones sobre las consecuencias económicas del fallo sobre la zona en litigio –principalmente pesca–, como mencioné en mi reciente artículo “Chile y Perú en La Haya, ¿y Bolivia?”: el comercio mutuo entre ambos —cada vez más liberado— supera los USD 4.300 millones anuales; en 2013 las inversiones peruanas en Chile bordearon USD 10 mil millones, y las chilenas en Perú llegaron a USD 13.600 millones USD 16 mil millones en 2016. Eliminando tensiones, ambos presidentes y sus cancilleres han dado declaraciones conciliatorias: “acataremos y ejecutaremos la sentencia” (Humala Tasso) y “la agenda del pasado nos ha dividido [pero la del futuro] definitivamente nos une” (Piñera Echenique), mientras la canciller peruana Rivas Franchini dijo que “una vez emitido el fallo, seguiremos siendo vecinos de Chile” y el fallo se recibirá con “calma, serenidad y unidad” y Moreno Charme, su colega chileno, afirmó que en Chile lo esperan con "tranquilidad" y "sin triunfalismo".

Para Bolivia, coincido plenamente con Salazar Paredes que en su “Perú - Chile en La Haya: salga lo que salga nos salpicará” afirma que el fallo tendrá fuertes implicaciones en la demanda boliviana ante la CIJ —para obligar a Chile negociar de “buena fe” un corredor soberano al océano—: cualquiera de los tres escenarios posibles tras el fallo —que dé la razón a Perú, que se la dé a Chile o que sea salomónico— incidirá, con mayor o menor negatividad, sobre Bolivia.

Volviendo a Perú y Chile, el gran ganador peruano será el expresidente García Pérez —nuevamente candidato—: si Perú gana, reclamará que fue su gestor y si pierde, culpará al actual gobierno que la administró. En Chile, Piñera Echenique cierra su mandato con la mejor aceptación de su gestión y podrá aducir que la anterior administración de su sucesora Bachelet Jeria —quien también enfrentará la boliviana— llevó a esa demanda.



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