Imprevisible, franco y que casi con llaneza se define
“bastante ingenuo” —pero con profundo compromiso y convicciones firmes—,
Francisco —más cercano al conciliador y renovador Papa Bueno, Juan XXIII, que a
Juan Pablo II, político líder, y aun más lejano de Benedicto XVI— me revitaliza
el espíritu de la Rerum novarum de
León XIII, revolucionaria para su momento y que ya en 1891 sentaba las bases de
la Doctrina Social de la Iglesia —lo que Francisco remarca citando a Arrupe y
Gondra (Prepósito General jesuita entre 1965 y 1983): “no
se puede hablar de pobreza si no se la experimenta”.
En su recientemente publicada larga entrevista para la
revista La Civiltà Cattolica de la
Compañía de Jesús, el Papa Bergoglio retoma lo que desde su elección ha
manifestado: el compromiso de la Iglesia con todos sus integrantes porque si existe
es a partir de cada uno de sus miembros, y no se amilana de debatir —lo que no
significa que en todos los casos los apoye— temas que habían sido tabú:
anticoncepción, relaciones prematrimoniales, homosexuales, divorciados vueltos
a casar, aborto. Impresiona en la entrevista cuando se refiere a virtudes que
él considera fundamentales: diálogo con todos, sin distinción; piedad sencilla;
disponibilidad inmediata de servir…
También destaca en la entrevista la importancia de la mujer
dentro la Iglesia y la necesidad de ampliar sus espacios y elaborar una teología
—remarca “profunda” y sin machismos— de la mujer.
Sin apuros pero sin descansos: ése es su compromiso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario