Empecemos por buenas noticias: En 2012 Argentina fue la tercera
economía regional y 28 mundial, su IDH es el segundo mejor de Latinoamérica (45
mundial), su nivel de endeudamiento es bajo y es una democracia consolidada
desde 1983. Pero ahí terminan.
Las malas son bastantes desde 2012. La inflación “oficial”
(INDEC, de confiabilidad cuestionada) fue 10,8%, segunda en la Región; pero
según analistas privados y bancos, la real fue 25,6% y el liderazgo regional
(muy lejos del promedio regional -6 a 7%- y de Chile -1%- y Colombia -2%- la
cuarta mundial, detrás de Sudán del Sur, Bielorrusia y Sudán). Súmanse su bajo
crecimiento de 2,8% (FMI), menos de la mitad del promedio regional: 4,6%; desinversión;
insuficiencia energética (a pesar de “nacionalizar” REPSOL y aumentar las
importaciones de gas natural boliviano); un dólar paralelo (blue) creciendo diariamente (el jueves
llegó a 10,45 pesos argentinos) y a más del doble del oficial (5,23, “haciendo aguas”
la política oficial de pesificación), consecuencia de las medidas tomadas en
2012: cepo cambiario, prohibición de comprar dólares a valor oficial y recargo
de 20% para los gastos de viaje en el exterior, entre otros, acompañado de la
decisión oficial de no variar la tasa cambiaria oficial ni devaluar la moneda
(que ya lo está con alza de 10,4% según INDEC, pero que sería una pésima medida
con vistas a las elecciones de medio término de octubre).
Y ésa es la otra cara de esta crisis: En octubre, se renovará
la mitad de los diputados y un tercio de los senadores. Como se comporten los
resultados (ya en 2009 fueron desconsoladores para el kirchnerismo y necesita
obtener 40% para reformar la Constitución), dependerá si CFK se lanza a una la
re-re o no.
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