martes, 13 de noviembre de 2012

La izquierda no rompió el maleficio


En 2002, el líder sindicalista Luiz Inácio Lula da Silva, su Partido de los Trabajadores (PT) y sus aliados ganaban las elecciones presidenciales en Brasil. Con un nuevo programa de centroizquierda, ganaron con tres banderas: hacer un país más igual, convertir a Brasil en potencia emergente (ambas siguiendo y mejorando políticas de su antecesor Fernando Henrique Cardoso) y la honestidad.

Sin embargo, este triunfo era pírrico si no tenían apoyo en el Congreso, donde eran minoría. Y así empezó el mayor esquema de corrupción política en Brasil: el ‘mensalão’, la compra de votos de legisladores opositores. El dinero, según las investigaciones, salió de contratos fantasmas entre una empresa estatal y agencias de publicidad de Marcos Valério de Souza, importante consultor político cercano al PT; la operación rondó (hasta ahora) la cifra de 143 millones de reales entre 2003 y 2005. Las condenas dictadas por el Supremo Tribunal Federal han sido ejemplares. 

Hasta el momento, Lula quedó fuera de este esquema, pero el pedido de Marcos Valério de acogerse en régimen de protección de testigos para ofrecer nuevas declaraciones puede variar esa situación.

Por lo pronto, la presidenta Dilma Rousseff instruyó a su gabinete que no dejen de trabajar por seguir el proceso. Con mucho, ella es una gran beneficiada en imagen.

Referencias



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