#YoSoy132 y la sindromología partidaria mexicana
El 11 de mayo de este año, la Universidad Iberoamericana—“la
Ibero”, en coloquial para muchos, o la UIA en siglas oficiales, universidad privada fundada en 1943 por la Compañía de
Jesús y considerada, presuntamente, una de las más elitistas— recibió en
su sede de Santa Fe, al poniente de la Ciudad de México y cerca de la autopista
a Toluca —capital del Estado de México— recibía para debatir sus propuestas con
los alumnos al candidato presidencial del Partido Revolucionario Institucional
(PRI), Enrique Peña Nieto, ex gobernador del vecino Estado mexiquense. No era
el primero: a Peña Nieto lo habían antecedido en el mismo auditorio Andrés
Manuel López Obrador del Partido de la Revolución Democrática (PRD), Gabriel
Quadri del Partido Nueva Alianza (PANAL) y los aspirantes al Gobierno del
Distrito Federal presentando sus Programas de Gobierno, mientras que Josefina
Vázquez Mota del Partido Acción Nacional (PAN) iría en días próximos.
Pero Peña Nieto llegaba
a la Ibero un bagaje pesado. A pesar de ser el candidato con más intenciones de
voto —encuestas le daban hasta 20% sobre el más cercano—, gravitaban sobre él:
la memoria de las 7 décadas de gobierno ininterrumpido del PRI; los sucesos de
2006 en San Salvador Atenco —municipio del Estado de México, cuando Peña Nieto
era el Gobernador—, donde una violenta represión policial a protestas de la población
conllevó al fallecimiento de dos personas, una de ellas menor de edad, y centenares
de detenidos, quienes denunciaron graves violaciones a sus derechos humanos: detenciones
arbitrarias —mediante pruebas ilícitas y acusados de delitos que no habían
cometido—, incomunicación, tortura y —para 26 mujeres— violación y abuso
sexual, de los que la Suprema Corte de Justicia de la Nación dio la razón a los detenidos.
También Peña Nieto arrastraba las denuncias del periódico británico The
Guardian sobre su acuerdo con el Grupo
Televisa —el mayor grupo televisivo de México— por el cual Televisa le vendió cobertura favorable en su principal noticiario
y programas de entretenimiento y creó una unidad secreta (denominada Handcock)
para construirle una imagen nacional desde
2005 —cuando llegó al Gobierno mexiquense y se perfilaba como el próximo
candidato presidencial del PRI—, a la vez que desde esos mismos espacios
desprestigiaba a López Obrador, tanto en 2006 —cuando la anterior elección
presidencial— como ahora. (Las denuncias mencionaban entre 30 y 70 millones de
dólares pagados a Televisa por estos “servicios”.) Cables de la embajada
estadounidense de 2009 divulgados por Wikileaks, ya expresaban su conocimiento
de esta colusión y manifestaban preocupación por ello.
Desde su llegada a la Ibero, Peña Nieto tuvo fuerte rechazo por los estudiantes, que lo abuchearon
y cuestionaron duramente sus propuestas y sus actuaciones como Gobernador del
Estado de México. Al finalizar su
participación, Joaquín Coldwell, presidente del PRI, declaró a la prensa que
los que protestaron habían sido
llevados por gente de otros partidos e, incluso, que no eran estudiantes
de la Universidad, la que fue difundida
por medios de comunicación afines al PRI, afirmando que Peña Nieto había
salido bien de la situación.
La respuesta no se hizo esperar: 131 alumnos de la
Universidad Iberoamericana grabaron un video en el que mostraban su credencial de
la Universidad y daban su número de cuenta y su nombre, para demostrar que sí
eran estudiantes y afirmar que no habían sido manipulados, a la vez que exigían
tratamiento objetivo por parte de los medios de comunicación. El video fue
subido a YouTube y se produjo una avalancha de descargas. Había nacido
#YoSoy132.
#YoSoy132
El Movimiento —también denominado Plataforma— #YoSoy132
(identificado por su hashtag) surgió espontáneamente, aglutinando a diversos
sectores de la sociedad mexicana —principalmente jóvenes universitarios—,
descontentos con la forma de hacer política y los políticos. Con las Redes
Sociales como medio de convocatoria, #YoSoy132 logró reunir grupos importantes
de manifestantes en las principales ciudades de la República Mexicana —aunque
su plaza más activa fue la Ciudad de México—, tanto en contra de la
manipulación de los medios —el plantón frente a Televisa fue memorable, aunque
también protestaron contra el Grupo Salinas y su TV Azteca— como del PRI y su
candidato presidencial; esta última consigna, sobre todo, significaba un
beneficio para López Obrador, en ese momento ya segundo en los pronósticos, por
lo que el PRD trató de apropiarse del Movimiento pero, aunque intentó
apropiárselo —y mediáticamente quisieron aparentarlo—, sus convocadores
trataron de marcar distancia también con ellos, incluso apartando a algunos de
sus miembros más activos.
Las manifestaciones, marchas y plantadas de #YoSoy132
tuvieron un éxito inmediato: en el plano mediático, tanto virtualmente —coparon
las Redes Sociales: Twitter, YouTube, blogs— como tradicionales, que tuvieron
que darles una importante cobertura; y en el plano de la movilización social, promoviendo
la concienciación del electorado sobre la imparcialidad y el regreso del PRI al
poder. Además de sus actividades callejeras y virtuales —lo que, con bastante
probabilidad, redujo parte del margen favorable del PRI, sobre todo porque 11%
del padrón eran nuevos votantes—, el logro más visible del Movimiento fue
lograr sentar en un Debate propio a 3 de los candidatos presidenciales —Peña
Nieto no se presentó, aduciendo en una carta que "el movimiento Yo Soy 132
ha asumido una posición política en contra de mi proyecto y de mi
persona"— en la sede de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito
Federal y que sólo se transmitió por Internet, el tercero que se realizó y el
primero fuera de los organizados por las autoridades electorales (aunque
recibió su aprobación), donde la población pudo preguntar directamente a los
candidatos a través de las Redes Sociales; sólo en YouTube tuvo más de 90 mil
seguidores, además de los que lo siguieron a través de sitios Web de diversos
medios de comunicación. El que los organizadores mantuvieran la silla
vacía que hubiera ocupado Peña Nieto, colocada entre López Obrador y Josefina
Vázquez Mota, fue una imagen muy simbólica.
Este Movimiento ha sido denominado por algunos comentaristas
como la Primavera Mexicana, comparándolo con la Árabe. Yo, sin embargo, aun
estando dentro del espíritu plural, contestario de protesta y caótico de los
Indignados y sin una agenda definida, ubico su inicio más cercano al fenómeno de
los Partidos Piratas que hay en una treintena de países desde 2006 y del que el
Piratenpartei Deutschland —con presencia en varios parlamentos federados
de Alemania y con posibilidades de obtener entre 9 y 12% de votos en las
próximas generales— y el Hizb al-Qarāṣinah at-Tūnisī —en el Gobierno
después de la Revolución de los Jazmines— son los más posicionados. El hilo
conductor de estos Partidos los identifica con #YoSoy132: defensores del medio
de comunicación de la gente (Internet) y la renovación política —bajo el signo
de democracia directa y virtual P2P— frente a las viejas prácticas de
fraude e impunidad; también su principal medio de convocatoria (Redes
Sociales).
Sin embargo, después de las elecciones del primero de julio,
el Movimiento #YoSoy132 ha ido tomando posiciones más radicales que lo han
distanciado de la izquierda legal. Desde su reiterada posición contraria a Peña
Nieto —comparándolo con el Presidente priísta Gustavo Díaz Ordaz, en cuyo
período se dio la masacre de Tlatelolco de 1968 con jóvenes, la mayoría
estudiantes— y su programa, tras su Primera
Convención Nacional contra la Imposición del 14 y 15 de julio en San
Salvador Atenco —el mismo de la represión de 2006—, coorganizada con el Frente
de Pueblos en Defensa de la Tierra (FPDT) —surgido tras los hechos de 2006— y con
la participación de otras organizaciones políticas y sociales —entre ellas el Movimiento
Regeneración Nacional (MORENA) afín a López Obrador—, ampliaron su agenda a
impedir la toma de posesión de todas las autoridades nacionales electas, la
modernización de modelos educativos, de justicias y económicos, realizar
movilizaciones y paros nacionales y la reestructuración de los medios de
comunicación —incluida la "toma o cerco" de
las instalaciones de Televisa a nivel nacional el 27 de julio.
Dependiendo de su evolución, #YoSoy132
podrá mantener un peso importante en la futura política mexicana o quedará como
otro movimiento contestatario radical, siguiendo el camino marcado por el EZLN.
Las elecciones y la sindromología política mexicana
Las elecciones pasadas desnudaron problemas importantes en
los partidos políticos mexicanos.
Una rápida revisión —porque ya he abusado mucho de la
extensión de este excelente medio— de estos síndromes[*]
es la que propongo a continuación:
PRI: Síndrome del pecado original y permanente
Siete décadas de poder omnímodo del PRI —“la dictadura
perfecta” como lo etiquetó Vargas Llosa en 1990—, junto con todos los vicios
políticos, electorales y burocráticos que conllevó, le desgastaron
extraordinariamente.
Hoy, para muchos electores —los que no le votaron—, el PRI
sigue siendo un regreso al pasado que colapsó en 2000 y la asunción al Poder de
Peña Nieto es un retorno de los “dinosaurios” que perdieron entonces y no de
los “modernos” —tecnócratas de Harvard que dizque el virtual ganador que serán
sus acompañantes.
El tiempo —porque EPN seguro será el nuevo Presidente— lo
dirá.
PRD: Síndrome del inmovilismo sin aprendizaje
El PRD se mueve, desde su origen, pero más aún ahora, con
dos pecados originales: nació como una coalición diversa de la izquierda
mexicana con fundadores que eran líderes desplazados del PRI; la otra corriente de la izquierda histórica mexicana que llegó al PRD fue originada
desde el Partido
Comunista. Dos orígenes verticalistas que marcaron el
actual PRD.
Aunque no fue de los líderes fundadores del
Partido, López Obrador —también ex figura priísta— estuvo entre sus
dirigentes, lo que le permitió ganar en 2000 el Gobierno del Distrito Federal y
catapultarse como su figura nacional —a pesar de escándalos por sobornos de
varios de sus cercanos colaboradores, que terminaron en prisión. Derrotado en
2006 en las generales por 243,934 votos (0.56%), López Obrador organizó
prolongadas protestas para desconocer los resultados electorales, incluyendo su
“proclamación” presidencial en un acto multitudinario con sus simpatizantes en
el Zócalo de la Ciudad de México.
En esta nueva, 2012, AMLO fue con una campaña que trató de
posicionarse de “amoroso” para diferenciarse del “rijoso” de 2006 —en palabras
de Rubén Aguilar Valenzuela— y quedó segundo con 15.8 millones de votos —un
porcentaje mayor (31,6%) que el que auguraban las encuestas y a 6.6% de Peña
Nieto—, nuevamente desconoció los resultados y presentó un recurso de nulidad
al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación con presuntas pruebas
de compra y coacción de 5 millones de votos —que, de ser declarados inválidos,
le significarían haber sido ganador— con dineros públicos, lavado de dinero por
el PRI, manipulación de encuestas y violación de las normas de proselitismo
mediático —la más demostrable, acusándole de gastar 1.817 millones de pesos
mexicanos frente a los 336 millones permitidos—, reclamando la anulación de las
presidenciales y una nueva elección, denunciando el “contubernio” de los
Consejeros del Instituto Federal Electoral con el PRI. La anulación de las
elecciones presidenciales —no las estatales ni congresales, porque le
favorecieron— en la práctica conllevaría el desconocer el voto de más 50 millones de electores que asistieron a los
comicios, por lo que es destacable que la mayoría de los líderes del PRD no lo
aprueben.
El PRD, tras estas elecciones, está en la disyuntiva de
cambiar de liderazgo de vertical e
inflexible por otro pragmático y concertador —entre otros, por Marcelo Ebrard Casaubón (actual
Jefe de Gobierno del Distrito Federal) o Miguel Ángel Mancera
Espinosa (ganador de la Jefatura de Gobierno con 63.55% de los votos válidos), que se han distanciado
de AMLO y sus protestas— o mantener su actual línea, que no le ha permitido
llegar al poder. El no modernizarse será motivo de cercana fragmentación.
PAN: Síndrome parapléjico de la indecisión
Cuando el PAN llegó al Poder en 2000, traía tras consigo una
tradición que se fue originando desde inicios del siglo xx y que había transitado desde posiciones ideológicas
cercanas a la Falange española hasta una
visión de centroderecha mucho más moderna —aunque Octavio Paz lo tildara de
“inmovilista”.
Tras la figura polémica y polemista de Vicente Fox —susceptible
de expulsión del PAN por su apoyo manifiesto a EPN— y la mucho menos mediática
de Felipe Calderón —y más cuestionada por las víctimas de la guerra al
narcotráfico—, su candidata Vázquez Mota —la única de los candidatos que surgió
de unas primarias internas— no supo alcanzar un posicionamiento propio ni
decidir si se diferenciaba de la gestión del actual Presidente o era su continuadora.
Esto, sumado a que el Partido no logró en sus 2 sexenios en el Gobierno atraer
a nuevos adherentes —sobre todo jóvenes, que en esta elección votaron
mayoritariamente por el PRI (36%) y el PRD (37%)— ni cambiar todas las
estructuras y las prácticas estatales anteriores —la base del poder del PRI— y
que la consecuencia en víctimas de la política de guerra al narcotráfico tuvo
un amplio rechazo en la población, la fue reduciendo de un segundo lugar en las
encuestas a un distante tercero, confirmado en los resultados —circunscritos a
los votos “duros” del Partido. (Como dato interesante, con JVM en 20012 [25,41%
de los votos emitidos] el PAN obtuvo más de 3 millones menos que en 2000 [42,52%]
y más de 2,5 millones menos que en 2006 [35,89%].)
El PAN tiene que hacer una importante relectura de su
situación y abrirse a cambios que, sin cambiar radicalmente su ideología, le
permitan crecer para recuperar los espacios perdidos y volver a gravitar en la
política mexicana y regional.
Conclusiones
México va a tener otro Presidente priísta, esta vez con un
Congreso más plural, en donde no tendrá la cómoda mayoría de sus antecesores, y
estará frente a una sociedad que lo cuestiona y evaluará permanentemente.
En la medida que EPN —quien se considera un “pragmático sin ideología” y
que fue definido por Miguel Ángel Bastenier como “telegénico
esposo de una estrella del melodrama televisivo”— rompa el cerco del estigma y
trabaje —como ha declarado que lo hará— concertadamente con los otros 2 grandes
partidos y haga una gestión transparente, logrará vencer sus grandes retos
—credibilidad, narcotráfico, desarrollo económico, justicia social—, trascender
y realizar una Administración que beneficiará a México.
Porque si no lo hace, serán proféticas las palabras de
Héctor Palacio (http://sdpnoticias.com):
“Salvo en el Fausto de Goethe, es
imposible que lo viejo, lo decadente, pueda trasmutar otra vez a nuevo. Y
Fausto es auxiliado por Mefistófeles.”
Referencias
[*]
“Conjunto de síntomas que caracterizan una dolencia.
Grupo de síntomas y signos que revelan [una] alteración […] del organismo. Implica […] trastorno funcional […].” (http://www.definicion.org/sindrome)
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