El
domingo un accidente de carretera, aún no aclarado, en el oriente cubano segó
la vida de Oswaldo Payá Sardiñas y de Harold Cepero Escalante y produjo heridas
al sueco Jens Aron Modig y al español
Ángel Carromero Barrios.
Payá
Sardiñas, líder del Movimiento de Liberación Cristiano, vicepresidente de la
Internacional Demócrata Cristiana y cabeza de la oposición moderada cubana
–propugnando cambios no violentos, dentro del marco legal actual–, había
alcanzado notoriedad en 2002 por presentar al Gobierno cubano el Proyecto
Varela que, con más de 11 mil firmas,
pedía elecciones plurales y libertad de expresión.
Versiones
sobre el accidente han mencionado que fue embestido por otro auto. Prefiero
opinar como Elizardo Sánchez, presidente de la opositora Comisión Cubana de
Derechos Humanos, que se trató de un trágico accidente vial considerando que,
de haber sido asesinado Payá, se perjudicaría enormemente al Gobierno cubano
por descabezar la oposición moderada –sin otra figura después de la muerte de
Laura Pollán, líder de las Damas de Blanco–, haría críticas las relaciones con
la Unión Europea, fracasaría la apertura de la administración Obama y
retrotraería el proceso de apertura económica oficial.
Los próximos días, con la declaraciones de Modig, se dilucidará esta
duda que, repito, a quien más afecta es al gobierno cubano.
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