Yo diré que sí.
El martes
estuve en una presentación sobre Hidrocarburos de las Fundaciones Jubileo y
Konrad Adenauer; Raúl Velásquez la expuso y Álvaro Ríos la comentó. Enjundiosa
(y con una mención de justo homenaje a Carlos Miranda Pacheco), llena de datos
—algo que me fascina; aunque no entienda primero, me harán siempre pensar hasta
acercarme a entender—, no podía ser menos cualificada que no se tocara el tema
de las subvenciones. Cuatro opciones debatidas: desde acabarlas de plano
hasta no hacer nada y, en el medio, dos opciones de gradualismo. (¿Sabe
lo que es el gradualismo? Es como la anécdota que me hacía un amigo en colegio,
cuando la madre les decía a su papá y sus hermanos: «Hoy no vamos a cenar en
casa: ¡vamos a comer fuera!» y cuando llegaba la noche se enteraban que
mamá les sacó la mesa al jardín y comerían “afuera”…; ése es el gradualismo,
como la política de reformas “mesuradas” de Macri en Argentina cuando gobernó
que abrió el camino a su fracaso y el regreso del kirchnerismo).
Pues el
miércoles el gobierno fue por la cura radical, sin gradualismo. Profunda y
radical en el tema de subvenciones para hidrocarburos: algunas (las más) quitadas
de plano, otras bastante reducidas y alguna que otra (como el GLP) resistiendo
aún. Y acompañada con una política de compensaciones: mejora del sueldo mínimo,
y de la Renta Dignidad (¿acaso ésa no fue idea de Lara en campaña?) y del bono
Juancito Pinto y del para discapacitados; beneficios fiscales para
cuentapropistas y profesionales y para nuevos trabajadores; liberación
arancelaria para insumos del transporte y maquinaria (cuando oigo reclamando a
los líderes transportistas pienso que a) no son propietarios de sus vehículos
y, por ende, ellos —choferes asalariados— no se beneficiarían de tales y los
dueños les reclaman el diario multiplicado, o b) sí son dueños y no les
importa ni los mantenimientos ni los insumos… ya sabemos de nuestros
transportes públicos.
¿Habrá
inflación? Sí, no me queda duda si se habla de Precios para los Consumidores
(como yo, que no soy socio capitalista ni funcionario supernumerario) pero —tal
como el precio del dólar— será una ola que sube y que bajará (porque de la
verdadera inflación, la de la maquinita descontrolada del Banco Central, creo
que ya la quitaron del enchufe en que Arce y Montenegro la tenían aherrojada).
¿Será
suficiente el 5503? Definitivamente no. Quedan las empresas públicas
ineficientes y sus deudas al Banco Central y el Tesoro. Quedan los
supernumerarios (del Gobierno Central y accesorios, de Gobernaciones y de Alcaldías)
y sus burocracias de dos siglos atrás. Queda pendiente la meritocracia y la
reforma de la Justicia. ¡Y de la Educación en todos sus niveles! (claro que
saltarán los trotskistas y los indianistas pero hay muchos que otros reniegan
de la educación en regresiva de estos años). Queda recuperar la
Institucionalidad, la Separación de Poderes para que todos creamos en ellos, la
dignidad parlamentaria y la reforma de nuestras instituciones del orden
(pendiente desde Santa Cruz y Calahumana).
Queda
incentivar la Inversión Extranjera (para no necesitar siempre de deudas que nos
ahogan y poder mejorar el 50/50 de la riqueza para toda Bolivia que empieza a
efectivarse); falta cambiar muchas leyes —y más pronto que tarde darnos una
verdadera Constitución sin tutorías neomarxistas como la del 2009 ni de otro
tipo—; falta que entendamos que somos un país de mestizos urbanos: con todo mi
respeto por los pueblos indígenas y por los pobladores de nuestros campos, el
(malparido) censo de 2024 nos dejó que ese entonces éramos el 74 % urbanos y
que el 64 % no nos reconocíamos como indígenas.
Queda
entendernos como que somos muchas identidades que desde 1825 nos unimos,
independientes las cinco primeras entidades: Potosí, Charcas, Cochabamba, Santa
Cruz y La Paz, para formar lo que es Bolivia y (perdón a mis amigos que le
ofende este recordatorio) con el propósito de ser una federación de iguales
unida que Bolívar y los criollos de sable y de mita frustraron: No tengamos
miedo al Federalismo, pero sí al racismo, la xenofobia y la ignorante
prepotencia.
Y
recuperemos la República de Bolivia (no es tan difícil ni será un desbarre
constitucional).
(Me queda
que Lara —díscolo como pocos (tal como Villarruel en Argentina y Abad en
Ecuador pero las dos, mujeres, con más estilo)— creó su propia bancada,
cercenando la del PDC. ¿Acaso en la ALD cruceña el TDE local no devolvió a
CREEMOS las bancas disidentes y en el Concejo de la ciudad lo mismo para UCS?
Para meditar…)

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