Hoy es el
bicentésimo aniversario de la proclamación de la independencia de la Provincia —Gobernación—
de Santa Cruz de la Sierra de la Corona Española, tras quince años de tensiones
y batallas. Recién ayer en la víspera de la conmemoración, el Gobierno
Nacional, a través del Decreto Supremo 5328 y con el objetivo manifestado —éste
loable sin dudas— de que «al cumplir Bolivia 200 años de independencia,
existe la responsabilidad de transmitir la historia a las nuevas generaciones,
conmemorando el valor de grandes héroes y heroínas» se declararon feriados
departamentales (sin labores por un único evento) «con la finalidad de
resaltar hechos históricos memorables y trascendentales en la lucha por la
independencia de Bolivia» aunque muchos de ellos no tengan relación directa
con la independencia del actual Departamento —algunos incluso forzados (diría
yo) porque eran parte de otras Provincias o no estaban entonces considerados
dentro del territorio de El Alto Perú. Al margen del suceso que corresponda en
la fecha fijada, lo importante es que cada Departamento conmemore un
aniversario que les represente e identifique su espíritu de libertad.
Hablando
de libertad, estamos a seis meses del seis de agosto y de la fecha que —se
supone sin definición legal aún— se celebren los comicios nacionales y el
panorama, tantas veces diagnosticado en columnas y discursos, no es halagüeño
ni para angas ni para mangas: Del originalmente “oficialismo”,
desde comienzos del 2021, previo a las elecciones subnacionales (aunque podría
arrastrarse el hito hasta finales de 2020, tras la asunción del segundo período
del MAS), el cainismo ha sido creciente en ferocidad y desmarque con dos
desesperados (Morales y Arce) por el Poder, a pesar de que uno (Morales) no
puede postularse —se lo negó un referéndum constitucional, sentencias
constitucionales y la CIDH— pero sigue como la Katrina o la novia insepulta que
todos rechazan, y el otro (Arce) —como el General realmaravilloso de El
Recurso del Método de Carpentier que cada vez se hunde más en tierra
movediza— ya bracea en el propio pantano que creó y ha “alimentado” desde hace
dos décadas. (Un tercer nombre —Andrónico, al que reconozco tener arrestos para
reconocer en el reciente Foro que el modelo del MAS, el supuesto “exitoso modelo
plural”, ha fracasado— hace esfuerzos públicos por negar aspiraciones mientras
quizás se arruga su escroto, no sabremos si por esperanza angurrienta, por
miedo de su Jefazo y sus hordas o por entenderse mucho mejor en 2030 sin el Jefazo
ya. El resto que hace pucheros —Loza et aili de la calaña— son pura
pichicata… y no hablo de droga).
De la
otra orilla, el más significativo hasta ahora es un Bloque —más de desUnidad
que de Unión— que reúne a figuras políticas (Carlos Mesa, Jorge Quiroga, Luis
Fernando Camacho, Samuel Doria Medina, Amparo Ballivián, Carlos Böhrt y Vicente
Cuéllar) muy conocidas en su mayoría (dos expresidentes por sustitución
constitucional y otros exgobernadores/prefectos o ministros) y que han
participado infructuosamente en elecciones anteriores: Doria Medina en tres,
Mesa —que se autodescartó de las de agosto— y Quiroga en dos, Camacho en una.
Mientras tanto, otros caminan (¡o corren!) por fuera de ese Bloque: Manfred
Reyes Villa, Branko Marincowic, Rodrigo Paz Pereira y Chi Hyung Chung… hasta
ahora.
Y, tras
ello, queda la pregunta: ¿habrá unidad opositora? Dejemos algo fijado para poder
hacer política ficción: el MAS tenía hasta 2019 un 40 % de voto duro (el
55 % del 2020 fue la suma de muchos despropósitos); supongamos que del 32 % que
el Censo 2024 atribuye a la población rural (y considerando su mismo peso en el
padrón, a pesar de que está en continuo decrecimiento por la migración, sobre
todo juvenil, que engrosa el mestizaje cultural) el mito Evo mantenga el
13 % y Arce alcance el 6 %, mientras en intenciones urbanas y periubanas
(sumadas éstas) tengan un 8 % y un 11 % (incluyo funcionarios “jalados”)
respectivamente: ¡No llegan juntos al (hipotético) 40 %! Pero lo que pudiera
parecer una excelente noticia para las oposiciones sin Unidad para una segunda
vuelta es, en verdad, un estrepitoso desastre, porque en primera vuelta se
eligen los asambleístas nacionales y con la chorrera de diversas opciones para
la Presidencia, ¡la Asamblea Nacional será un chorreado imposible para la
gobernabilidad! En el Congreso elegido en 1980 y que acompañó a Siles Zuazo
había 10 partidos y ya sabemos que pasó cuando reventó la crisis (que es el
actual panorama económico y social).
Por
último, coincido con la diputada Luisa Nayar Sosa: la elección del candidato de
Unidad (por el método que fuera) tiene que ser después de que oficialicen
quiénes integrarán ese Bloque. Otra cosa muy “de inocentada” sería hacerla antes:
si “Pedro Pablo” no sale candidato, se sale de la Unidad y va solo (aunque sea
al desastre con el resto). Y chirrín chirrán.
Esperemos
haya luces.
En
deferencia a un respetado amigo, reconocido hombre de Estado en décadas
anteriores y académico ilustre en su área, residente en La Paz, volveré a fijar
mis posiciones respecto a Las Bolivias. En una muy amable misiva me solicita
que no le haga llegar mis columnas «por un desacuerdo, que entiendo de
principio» y justifica su posición: «No comparto, ni siquiera en el plano
retórico, la referencia a "Las Bolivias" con la que las encabezas,
que me parece equivocada, que puede inducir a error y cambiar el sentido del
debate nacional sobre descentralización y autonomías».
En deferencia
a su amabilidad y en el mismo plano de cortesía le respondí que lamentaba su
discrepancia pero no coincidía ni remotamente conque fuera «cambiar el
sentido del debate nacional sobre descentralización y autonomías» porque
creo, firmemente, que entendernos y reconocernos en la diversidad de país —algo
que Las Bolivias no niega, aunque a algunos pudiera parecerle— en realidad
enriquece la descentralización —que entiendo por federalismo, después de lo que
se han manoseado las autonomías en los últimos decenios. Y le recordé una
anécdota que he repetido por curiosa: En Bolivia —el país, en singular, la suma
de diversas Las Bolivias— siempre nos reconocemos por la región donde nacemos o
vivimos felices —que es nuestra Patria chica, nuestro a modo de das Heimat
para un alemán—, acá dentro del país y muchas (muchísimas veces) al responder
la pregunta fuera de él; la única vez (al menos yo que recuerdo) haber oído a
todos (acá y fuera de acá: en México y en Lima, al menos) reconocerse boliviano
con mucho orgullo fue cuando las eliminatorias para el Mundial de 1993.
Reconocer
lo diferente que sumado nos iguala es importante y las historias diferentes las
asumo como enriquecedoras. Quizás las décadas que nos vendieron unas falsas
plurinacionalidades que eran eminentemente racistas en su indianismo hegemonista,
nos han creado esos anticuerpos.
Gracias a
todos.
Información consultada
https://brujuladigital.net/opinion/marcelo-claure-y-su-segunda-encuesta
https://es.wikipedia.org/wiki/Elecciones_generales_de_Bolivia_de_1980
https://la-razon.com/columnistas/2025/02/04/andronico-6/
https://www.la-razon.com/nacional/2025/01/31/encuesta-marcelo-claure-analisis-resultados/
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