martes, 11 de febrero de 2025

Un Pastor cruceño que vino de Santander

 

Conocí a mi amigo Fernando Cabrero Fernández en la primera misa que asistí a la Capilla Virgen del Pilar, recién yo regresado a Santa Cruz. Confieso que me “shockeo”: debí estar con mucho acostumbrado a misas más formales (incluso diría “más políticas”) que el humor que desbordó el Padre Fernando en su misa me desconcertó. Luego entendí que ésa era su “red para pescar” a todos y celebré cómo el “joven” sacerdote —hacía diez años ordenado, a los 41— era un maestro en el difícil arte de crear comunidad.

El P. Fernando llegó a Bolivia en 1994 como misionero laico consagrado. Formado como médico de cuerpos, en Barcelona también estudió Teología y se doctoró en Filosofía para ser médico de cuerpos y almas como el Apóstol San Lucas, el Evangelista amigo del Apóstol Pablo al que San Ireneo reconoce en su Adversus Haereses (s. II dC) como fiel relator: «asentó en un libro el evangelio predicado por su Maestro». En la tierra cruceña —que siempre o acogió como un hijo más—, luego de ordenado presbítero por su entonces Arzobispo, el Cardenal Terrazas, fue Vicario para la Pastoral de la Arquidiócesis de Santa Cruz y Director de la Pastoral Universitaria en la Universidad Católica Boliviana “San Pablo” – Sede Santa Cruz. Rigió varias Parroquias (pude acompañarlo en la de San Lorenzo, San Alberto hurtado (La Pompeya) y Sagrado Corazón de María; formador de jóvenes —una tarea prioritaria— enseñó en el Seminario San Lorenzo y en la Universidad Católica, así como impulsó la cátedra libre “Cardenal Terrazas” en la Universidad Autónoma Gabriel René Moreno y promovió traer los cursos de la Escuela Complutense Latinoamericana por primera vez a estas tierras.

Desarrolló una labor sostenida con adultos mayores y fue empeñoso colaborador de las comunidades de Basilio, entre otras muchas tareas donde su alegría, son bonhomía y su fe manifiesta fueron las herramientas de su Misión.

Pastor, amigo, maestro y colega, mentor, el P. Fernando deja un recuerdo imborrable en quienes fuimos sus amigos y en quienes fueron sus alumnos.

«¡La muerte no es verdad cuando se ha cumplido bien la obra de la vida!» dijo José Martí. Fernando, vives en todos los que te conocimos y acompañamos. Gracias, Fernando por lo que nos enseñaste.

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