Conocí a
mi amigo Fernando Cabrero Fernández en la primera misa que asistí a la Capilla
Virgen del Pilar, recién yo regresado a Santa Cruz. Confieso que me “shockeo”:
debí estar con mucho acostumbrado a misas más formales (incluso diría “más
políticas”) que el humor que desbordó el Padre Fernando en su misa me
desconcertó. Luego entendí que ésa era su “red para pescar” a todos y celebré
cómo el “joven” sacerdote —hacía diez años ordenado, a los 41— era un maestro
en el difícil arte de crear comunidad.
El P.
Fernando llegó a Bolivia en 1994 como misionero laico consagrado. Formado como
médico de cuerpos, en Barcelona también estudió Teología y se doctoró en
Filosofía para ser médico de cuerpos y almas como el Apóstol San Lucas,
el Evangelista amigo del Apóstol Pablo al que San Ireneo reconoce en su Adversus
Haereses (s. II dC) como fiel relator: «asentó en un libro el evangelio
predicado por su Maestro». En la tierra cruceña —que siempre o acogió como
un hijo más—, luego de ordenado presbítero por su entonces Arzobispo, el
Cardenal Terrazas, fue Vicario para la Pastoral de la Arquidiócesis de Santa
Cruz y Director de la Pastoral Universitaria en la Universidad Católica
Boliviana “San Pablo” – Sede Santa Cruz. Rigió varias Parroquias (pude
acompañarlo en la de San Lorenzo, San Alberto hurtado (La Pompeya) y Sagrado
Corazón de María; formador de jóvenes —una tarea prioritaria— enseñó en el
Seminario San Lorenzo y en la Universidad Católica, así como impulsó la cátedra
libre “Cardenal Terrazas” en la Universidad Autónoma Gabriel René Moreno y
promovió traer los cursos de la Escuela Complutense Latinoamericana por primera
vez a estas tierras.
Desarrolló
una labor sostenida con adultos mayores y fue empeñoso colaborador de las
comunidades de Basilio, entre otras muchas tareas donde su alegría, son
bonhomía y su fe manifiesta fueron las herramientas de su Misión.
Pastor,
amigo, maestro y colega, mentor, el P. Fernando deja un recuerdo imborrable en
quienes fuimos sus amigos y en quienes fueron sus alumnos.
«¡La
muerte no es verdad cuando se ha cumplido bien la obra de la vida!» dijo José Martí. Fernando, vives
en todos los que te conocimos y acompañamos. Gracias, Fernando por lo que nos
enseñaste.
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