Cumpliendo el compromiso que expresé en una
de mis anteriores columnas de continuar analizando el trabajo “Repensar la
cuestión nacional: Siete tesis para la discusión” de Henry Oporto Castro, iniciaré
éste que secuenciaré como mi tercer
apostillado.
En mi columna “Repensando II las siete
crisis con Oporto” (P7, 17/6/23)
traté de analizar las dos primeras tesis, abordando tanto los problemas de la
falta de gobernabilidad como la fractura sociopolítica e identitaria de nuestro
país y continuaré hoy abordaré las tesis que Oporto nos plantea sobre la
Identidad Nacional en la democracia y concluiré con la construcción de la
Nación Boliviana, cada vez más malentendida. Lamentablemente, «el imprescindible debate» que
mencionaba en mi columna como reto urgente de estas tesis no ha prosperado,
quizás porque la cotidianeidad nos obnubila y nos dedicamos a lo inmediato —asumo
también ese pecado—, como ha sucedido en estas semanas cuando un ejercicio de
propuesta constitucional —que eso era: un ejercicio, escrito con un poco de
arrogancia y otro más de necesidad de vigencia— hizo que muchos se enzarzaran
en defender o criticar —estos más— al promotor conteniente y sus culpas y muy
poco (por no decir “nada”) del contenido; de haberlo sido, el paper —que eso era— hubiera pasado sin
glorias ni aplausos. Vale por mi esperanza frustrada de debate de las tesis que
sí lo ameritan.
En su cuarta tesis, Oporto destaca que la «Identidad
Nacional juega un papel fundamental en la democracia. La democracia es un
contrato implícito entre los ciudadanos y su gobierno y entre los mismos
ciudadanos» y contrapuntea
la estabilidad
democrática
que —defiende Oporto— dio lo que denomina «consensos básicos sobre el
sistema económico, la institucionalidad política y electoral, el papel del
Estado, los derechos sociales, el reconocimiento de la diversidad
étnico-cultural en el período de la llamada Democracia Pactada» con el
fracaso en «recrear el contrato social» —la Constitución como pacto de la sociedad— que atribuye como
resultado de la última Asamblea Constituyente en 2007-2008, la que
define «falló en revitalizar el sistema democrático y [respetar] el pluralismo. El resultado no ha sido más democracia [con lo que también concuerdo] y un país fracturado».
La
imperiosa urgencia de potenciar la mayor inclusión social —tarea fallida de la Revolución Nacional— y la participación —lo
llama empoderamiento— indígena y
rural en la vida política y la gestión nacional que Oporto reconoce en su
trabajo como un mérito propio del MAS, terminó convirtiéndose en gran medida en
manipulación de esos mismos sectores indígenas y rurales —manejados por
caciques ahora llamados “líderes sociales”, como hicieron antes y durante la
colonia los cacicazgos de la nobleza indígena con el pueblo, basta recordar la
mita—, convirtiendo la llamada Revolución Democrática y Cultural y
buena parte de su “descolonización” en el fracturar la identidad nacional
boliviana, ya sea por un denominado “Estado Plurinacional” —una vez más reitero
que, como denominación oficial, la Constitución de 2009 sólo reconoce la
República de Bolivia, sustituida luego por decreto supremo inferior en dos
escalones de prelación— con naciones que no existen más allá de la imaginación
de asesores “nostálgicos del muro” —como recién Petro en Berlín— llegados de
allende los mares.
La descolonización se ha
posicionado como una indianización en el estricto sentido postulado por Fausto
Reinaga: el desprecio (más que rechazo) de los aportes occidentales y la
sublimación —falsa— de una Jauja indígena que no
existió; basta recordar los
planteamientos ahora de Choquehuanca y antes de Quispe de crear una entidad nacional
aymara, lo que sería excluyente de una Nación Bolivia y del concepto de
mestizaje del que tanto rehúyen nuestras autoridades censales, fomentando en algunas
mentes fanatizadas un racismo inverso “inquilinoso”.
La Nación Boliviana —una y no muchas— es una nación mestiza y urbana con basamento en la
integración, la inclusión y la cohesión. Coincido con Abruzzese que el período
del MAS cerró el de la Revolución Nacional pero —agrego— este último ciclo no
integró —ni socialmente ni económicamente, que tampoco fue su empeño— a todo el
país por lo que un nuevo ciclo está pendiente.
Construyámoslo entre todos.
(Mientras
escribía el inicio de esta columna, de repente pensé que GSL también podría
sentirse como Porfirio Díaz Mori cuando ya al final de su exilio y vida se le
atribuyó la frase —apócrifa— «¿Ya puedo
volver a México?»… Nunca volvió).
Información consultada
https://es.wikipedia.org/wiki/Fausto_Reinaga
https://es.wikipedia.org/wiki/Porfirio_Díaz
https://es.wikipedia.org/wiki/Sabina_Orellana
https://noticias.unitel.bo/opinion/ni-inquilinos-ni-duenos-absolutos-bolivianos-GJ8139877
https://panampost.com/bernardo-henao-jaramillo/2023/06/24/el-lamento-por-el-muro-de-berlin/
https://publico.bo/opinion/repensar-la-cuestion-nacional-siete-tesis-para-la-discusion/
https://web.senado.gob.bo/content/pie-n°-8572022-2023
https://www.biografiasyvidas.com/biografia/d/diaz_porfirio.htm
https://www.cabildeodigital.com/2023/06/de-inquilinos-y-propietarios-de-bolivia.html
https://www.eldia.com.bo/noticia.php?id=372585&id_cat=1
https://www.lexivox.org/norms/BO-DS-N48.html.
https://www.noticiasfides.com/opinion/de-inquilinos-y-ciudadanos
https://www.oas.org/dil/esp/constitucion_bolivia.pdf
https://www.paginasiete.bo/opinion/columnistas/la-plurinacionalidad-en-disonancia-GY8010495
https://www.paginasiete.bo/opinion/columnistas/repensando-ii-las-siete-crisis-con-oporto-BF8171175
https://www.paginasiete.bo/opinion/columnistas/usted-no-es-indigena-es-nuestro-inquilino-AA8112165
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