El miércoles los medios consensuaron en relievar la aprobación
el día anterior por dos tercios —práctica de consenso pero sin unanimidad
completa— en la Asamblea Legislativa Plurinacional (ALP) del reglamento y la convocatoria
para la elección del Defensor del Pueblo, incluidas 10 modificaciones
solicitadas por las oposiciones con presencia legislativa al documento
originalmente presentado, entre las que se incluyen que todo el proceso de
designación será por dos tercios de legisladores, la veeduría de este proceso
por la sociedad civil, la incorporación de otros criterios de evaluación y la
eliminación como causal de inhabilitación de candidatos que participaron en la dizque
“ruptura de orden constitucional” —silogismo para camuflar el mendaz “golpe de
Estado” y sanificar un poco el fraude de octubre de 2019—, entre otras.
Pero ¿era tan trascendente que la aprobación de ese
reglamento y la convocatoria ameritara el amplio destaque mediático? No y Sí.
No para un Parlamento —no nuestra ALP— que acepte oír, debatir y consensuar
—por mínimos incluso— las ideas de quienes no piensan igual. Sí en una Asamblea
que, de un lado, no ha superado el trauma de haber perdido el rodillo de
Cofradía dominante y, del otro, oposiciones poco articuladas, sin experiencia
parlamentaria en muchos de sus guías —y sin tino político, si recordamos a una
de ellas diciendo que era más afín al MAS que a la otra oposición, algo que
podría pensar pero jamás decir—, sumado a un Presidente Nato de la Asamblea
que, sólo cuando lo recuerda, es un exitoso articulador.
El primer encontrón fue la composición de
la Comisión de Mixta de Constitución de la Asamblea encargada de preparar los
documentos de marras. De trece miembros, el MAS tenía nueve (el 69%) y las dos
oposiciones parlamentarias cuatro miembros (31%); la trampa era que el MAS
tiene el 58% de todos los legisladores y las dos oposiciones —Comunidad
Ciudadana y CREEMOS— el 42% (voy a olvidar que hubo siete “disidentes”
y los sumaré en sus bancadas originales) y un cálculo equilibrado y no
manipulado hubiera dejado entre siete y ocho miembros al MAS —como Salomón (1R
3:28), no podemos cortar a un legislador por la mitad para ajustar la
proporcionalidad— y entre seis y cinco a las oposiciones —sin trucidar a uno—,
por lo que el equilibrio proporcional fue pifiado y aunque pueda decirse que no
fue superlativo y tampoco recuerdo haber leído reclamos, pifia es pifia y ése
fue el “pecado” que llamaré “original” —aunque de “original” en la Asamblea nada
se tenga.
El siguiente fue el pleno de la Asamblea la semana pasada:
gresca, empujones y pugilato. No me detendré en los legisladores del MAS:
sabido es —ya lo mencioné— su entusiasta empleo perdido del rodillo y la
vocación impulsiva —entre colérica y ofuscada— de algunos por sus orígenes verticalistas
y autoritarios: sindicatos, gremios, federaciones (su gente tilda de dictador al
exJefazo). Me referiré a las oposiciones y al Presidente Nato de la Asamblea.
Las bancadas opositoras (CC y CREEMOS)
nacieron con entusiasmo, fuerza reducida —autoilusiones fracasadas—, poca experiencia parlamentaria la mayoría y con guías —jefes de
bancadas y voceros— tan entusiastas e inexpertos como sus guiados; ¿la
consecuencia?: el grito y el dejarse arrastrar hasta la violencia, al borde de
la barricada. Pero surgen destacados y se gana experiencia y así lo que empezó
como gresca concluyó en activar mecanismos parlamentarios.
Mecanismos cuya potestad es del Presidente Nato de la
Asamblea y que, activados en esta ocasión, facilitaron decisivos y rápidos
acuerdos. Pero ¿por qué no antes? Exponer, posicionar, debatir y consensuar no
son desarmes: son democracia y tenemos que reaprenderla.
Pero la gresca pudo quedar en otra anécdota más porque la
imposición, el insulto y la violencia son parte de la Bolivia Ripley que no
queremos. La misma de la forman parte la Escuela “República Corea del Norte”
—un país que no existe, etiqueta ofensiva para otro que es amigo— o el residencial
“Margaret Thatcher” o el restaurante de pollos a la leña “Chernobil” —sin dueño
ucraniano— o los “no-conceptos” del “centralismo democrático” o el “partido que
no es partido sino instrumento” (MAS) del diputado Jauregui y la exdiputada
Patty.
Algún día, más pronto que tarde, arroparemos nuevos líderes
que surjan en lugar de liderazgos fracasados y nos reencausaremos a vivir en
democracia plena, algo que olvidamos con el cambio de siglo.
Hasta entonces.
Información consultada
https://es.wikipedia.org/wiki/Asamblea_Legislativa_Plurinacional_de_Bolivia
https://lapatria.bo/2022/03/09/sesion-en-la-alp-es-suspendida-debido-a-un-nuevo-bochorno/
https://www.diputados.bo/legisladores/bancadas
https://www.lostiempos.com/actualidad/opinion/20220316/columna/herejia-que-no-deja-dormir-al-mas
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