En 1969, el famoso director italiano Gillo Pontecorvo
estrenó “Queimada” (“Quemada”), otra de sus grandes películas políticas que describe
cómo quienes querían dominar esa “rica isla” la incendiaban cada ciclo de dominación
hasta destruirla y volver a empezar, primero portugueses y entonces británicos. Hoy, Bolivia está en el momento ancilar de avanzar a la
democracia o que, como Queimada, sea incendiada hasta su destrucción.
No voy a entrar en la
descripción de la caída y huida de Morales y acólitos; entre otros, “¿Por qué
se fue Evo?” de Lupe Cajías es exhaustivo en ello. Yo hoy prefiero escribir
desde los dos únicos escenarios que podremos tener (democracia o destrucción) y
analizar desprejuiciadamente qué fuerzas centrífugas y cuáles centrípetas confluyen
en provocarlo.
Para todos, hay dos macroactores involucrados: el MAS como nueva oposición y el nuevo oficialismo. Pero esa clasificación maniquea nos puede llevar a errores: ninguno es monolítico. Dentro del MAS cohabitan los que tuvieron el poder y los que no lo tuvieron y quieren alcanzarlo (para éstos Evo es un incordio); también los que incendiarían el país y otros pragmáticos. También dentro del nuevo oficialismo no hay monolitismo: están los que quieren dar ya el paso electoral, otros más lentos y los que quieren venganza, hacia adentro y hacia afuera. Sólo iré por quienes aspiran a una verdadera democracia.
La salida democrática va por un nuevo Órgano Electoral y
nuevas elecciones transparentes y supervisadas internacionalmente. Desde hoy 19
y hasta el 21 de enero cuando finaliza el período presidencial y legislativo,
la presidente Jeanine Áñez Chávez y los legisladores tienen nueve escasas semanas
para hacerlo (un aplazamiento de la asunción de un nuevo gobierno elegido
democráticamente hasta el 6 de agosto pudiera ser la explosión de conflictos
irreversibles); coadyuvan para el éxito de la convocatoria electoral la
voluntad de muchos legisladores, la esperanza de grandes sectores del país y la
mediación y apoyo de la Conferencia Episcopal, la Unión Europea, la OEA y
Naciones Unidas.
Lleguemos a la convocatoria de elecciones: ¿quiénes
participarán? El MAS no podría incluir al binomio ilegal (aunque el partido fue
cómplice corporativo del fraude, es preferible que presentaran nuevos
candidatos y se castigara a los sujetos identificados como actores del fraude);
supongo que Carlos de Mesa participará, cada vez más deslucido candidato y ya
sin el factor del “voto útil”. Prefiero no hablar del fariseo Chi Hyun Chung
mientras que Óscar Ortiz debe aún confirmar; el resto de los partidos
residuales (salvados de la pérdida de registro por la anulación comicial)
seguirán en el mismo limbo. Quedan los nuevos actores: los líderes cívicos;
¿intervendrán en estos comicios o serán vigilantes de la probidad (y esperarán
a futuros mediatos cuando tengan estructuras y programas)?
Diálogo, acuerdo, ¡nuevas elecciones! Ésa es la autopista
para la redemocratización boliviana y la prevención de la escalada de los
conflictos, y el gobierno de Áñez Chávez está dando muestras ciertas de esforzarse
en ello, en un proceso contrarreloj (algunos desaciertos pudieran entenderse
por la rápida transición de estar en barricadas opositoras a ejercer el poder).
«El diálogo no es
fácil. […] hay que superar muchas
dificultades y a veces parece que nosotros nos empecinamos en hacer las cosas
más difíciles todavía. […] El diálogo
es para el bien común y el bien común se busca desde nuestras diferencias.» [Papa
Francisco]
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