martes, 19 de noviembre de 2019

O por democracia o por otra “Queimada”


«¿Golpe de Estado en #Bolivia? Sí. En el momento que pretendieron robarse las elecciones del 20 de octubre y perpetuar a @evoespueblo en el poder.» [Luis Almagro]

En 1969, el famoso director italiano Gillo Pontecorvo estrenó “Queimada” (“Quemada”), otra de sus grandes películas políticas que describe cómo quienes querían dominar esa “rica isla” la incendiaban cada ciclo de dominación hasta destruirla y volver a empezar, primero portugueses y entonces británicos. Hoy, Bolivia está en el momento ancilar de avanzar a la democracia o que, como Queimada, sea incendiada hasta su destrucción.

No voy a entrar en la descripción de la caída y huida de Morales y acólitos; entre otros, “¿Por qué se fue Evo?” de Lupe Cajías es exhaustivo en ello. Yo hoy prefiero escribir desde los dos únicos escenarios que podremos tener (democracia o destrucción) y analizar desprejuiciadamente qué fuerzas centrífugas y cuáles centrípetas confluyen en provocarlo.

Para todos, hay dos macroactores involucrados: el MAS como nueva oposición y el nuevo oficialismo. Pero esa clasificación maniquea nos puede llevar a errores: ninguno es monolítico. Dentro del MAS cohabitan los que tuvieron el poder y los que no lo tuvieron y quieren alcanzarlo (para éstos Evo es un incordio); también los que incendiarían el país y otros pragmáticos. También dentro del nuevo oficialismo no hay monolitismo: están los que quieren dar ya el paso electoral, otros más lentos y los que quieren venganza, hacia adentro y hacia afuera. Sólo iré por quienes aspiran a una verdadera democracia.

La salida democrática va por un nuevo Órgano Electoral y nuevas elecciones transparentes y supervisadas internacionalmente. Desde hoy 19 y hasta el 21 de enero cuando finaliza el período presidencial y legislativo, la presidente Jeanine Áñez Chávez y los legisladores tienen nueve escasas semanas para hacerlo (un aplazamiento de la asunción de un nuevo gobierno elegido democráticamente hasta el 6 de agosto pudiera ser la explosión de conflictos irreversibles); coadyuvan para el éxito de la convocatoria electoral la voluntad de muchos legisladores, la esperanza de grandes sectores del país y la mediación y apoyo de la Conferencia Episcopal, la Unión Europea, la OEA y Naciones Unidas.

Lleguemos a la convocatoria de elecciones: ¿quiénes participarán? El MAS no podría incluir al binomio ilegal (aunque el partido fue cómplice corporativo del fraude, es preferible que presentaran nuevos candidatos y se castigara a los sujetos identificados como actores del fraude); supongo que Carlos de Mesa participará, cada vez más deslucido candidato y ya sin el factor del “voto útil”. Prefiero no hablar del fariseo Chi Hyun Chung mientras que Óscar Ortiz debe aún confirmar; el resto de los partidos residuales (salvados de la pérdida de registro por la anulación comicial) seguirán en el mismo limbo. Quedan los nuevos actores: los líderes cívicos; ¿intervendrán en estos comicios o serán vigilantes de la probidad (y esperarán a futuros mediatos cuando tengan estructuras y programas)?

Diálogo, acuerdo, ¡nuevas elecciones! Ésa es la autopista para la redemocratización boliviana y la prevención de la escalada de los conflictos, y el gobierno de Áñez Chávez está dando muestras ciertas de esforzarse en ello, en un proceso contrarreloj (algunos desaciertos pudieran entenderse por la rápida transición de estar en barricadas opositoras a ejercer el poder).

«El diálogo no es fácil. […] hay que superar muchas dificultades y a veces parece que nosotros nos empecinamos en hacer las cosas más difíciles todavía. […] El diálogo es para el bien común y el bien común se busca desde nuestras diferencias.» [Papa Francisco]

 

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