El domingo pasado, Jair Messias Bolsonaro ganó
incuestionablemente y desde el primer día de 2019 y hasta el último de 2022 gobernará
Brasil, una realidad que —gústenos o no— atañerá a todos en Bolivia.
Ya el sábado pasado —ya segura su victoria— escribí “Brasil,
el ‘nuevo socio’ de Bolivia con Bolsonaro” alertando del craso
error que tendríamos si obviábamos cuán relacionados estamos con Brasil. Hoy es
bueno recordarlo y ampliarlo, más allá del gas —que hasta ahora fuera un sueldo
para Bolivia— pero también incluyéndolo junto con otros rubros de ingresos que también
se verán afectados, como la potencial venta de electricidad e, incluso, el
corredor bioceánico.
Al Brasil de Bolsonaro —tan explícito y exabrupto como Trump
y Morales— hoy lo separan de Bolivia grandísimas divergencias
estratégico-programáticas —Brasil quiere mirar a los EEUU y no al MERCOSUR ni a
sus vecinos, incluyendo su eterno socio Argentina—, mientras quiere combinar
nacionalismo —tan caro a los gobiernos militares brasileños— con liberalismo
económico “duro”, preconizado por su gurú económico: Paulo Guedes, un Chicago
Boy como los de El ladrillo en Chile en los 70.
Pero mayor son las ideológicas: derecha muy dura en Bolsonaro
contra socialismo 21 de Morales. En una Sudamérica cada vez más a la derecha —Argentina,
Chile, Colombia, Paraguay, moderado en Perú, Ecuador desde el centro y,
posible, pronto Uruguay—, Bolivia sigue anclada en la década pasada.
Plataformas ciudadanas —más dinámicas y asaz creativas que
los partidos— se han acercado a Bolsonaro, por afinidad o por estrategia. El
contexto es proclive, como negativo para el masismo. Criticarlo sin entenderlo
sería un grave error prorroguista.
Información consultada
http://divulga.tse.jus.br/oficial/index.html
http://joserafaelvilar-loquepienso.blogspot.com/2018/10/brasil-el-nuevo-socio-de-bolivia-con.html
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