Ayer sábado, se informaba de un presunto atentado contra
Nicolás Maduro mediante dos drones cargados con explosivos durante la parada conmemorativa
por los 81 años de la Guardia Nacional Bolivariana, la misma que en 2014, 2015
y 2017 (y cada vez que los policías y los paramilitares son desbordados) salió
a reprimir las protestas populares masivas contra el desgobierno madurista con
saldo de cientos de muertos.
En 2017, policías liderados por el inspector Óscar Pérez (asesinado
en 2018) desde un helicóptero policial lanzaron
varias granadas contra el Tribunal
Supremo de Justicia y sobrevolaron Caracas durante varias horas, justo cuando el presidente Maduro presidía un acto en el Palacio
de Miraflores, a pocas cuadras del TSJ. En ese momento, se
comentó la fehaciente ineptitud de los organismos policiales y militares del
régimen.
Ahora, la versión oficial es que se escucharon detonaciones mediante
drones «con carga explosiva que detonó en las cercanías de la tarima
presidencial y en algunas zonas del desfile» y provocó siete heridos entre los
militares. También se mencionó que francotiradores derribaron esos supuestos drones
pero en el video panorámico de la concentración militar ampliamente difundido
no se puede ver ningún sobrevuelo ni explosión aérea pero sí un desbande desorganizado
de los militares, posible causa de heridas. (Versiones anónimas dijeron que en realidad fue la explosión de
una bombona de gas en un edificio cercano y circularon grabaciones de policías revisándolo.)
Sea cual fuera la realidad, Maduro, ya en Miraflores, acusó a
“la derecha” y al saliente presidente Santos del presunto atentado. Un sonsonete
para justificar que la publicitada “recuperación económica que llegaba” no
sucederá “por culpa de la derecha terrorista”. Otro cuento más.
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