«Una crisis
económica es una situación en la que se producen cambios negativos
importantes en las principales variables económicas, y especialmente en el PIB
y en el empleo.» [Jorge Uxó González, Diccionario empresarial.]
En
estos últimos días, se ha repetido “crisis económica en Argentina” y me ha
quedado la duda de su corrección porque sus indicadores macroeconómicos han
mejorado —en 2017 el PIB creció 2,9% y el desempleo descendió a 7,2%, sin los make
ups del kirchnerismo.
Sin duda alguna, la subida en las tasas de interés de
los bonos de EEUU a 10 años ha acelerado la salida de fondos de los mercados
emergentes y golpeó mucho al peso argentino, depreciándolo 13,6% en una semana —lo
que puede agravar su inflación, ya influenciada por el “sinceramiento
tarifario” en los servicios básicos y la reducción del consumo—, lo que motivó
la brusca subida de la tasa de interés (hasta 40%) y la salida al mercado de
dólares de las RIN. Todo esto dan argumentos para la oposición exacerbada en
CFK, cuyo populismo (además de la corrupción) conllevó estas situaciones.
La
receta oficial —más allá de lo coyuntural— es dura pero mejoraría el atractivo
para la necesitada inversión extranjera: menos gastos —reducir la inversión pública,
más ingresos —a pesar de la caída de la exportación de soya por la sequía—,
menor deuda externa —menos financiamiento— y solidez de pagarla —hay menor
déficit fiscal que el previsto.
Lejísimo
de lo del 2001, sin embargo los últimos sondeos dan que los argentinos
pesimistas en el futuro superan a los optimistas por primera vez desde la
subida de Macri. Se necesitan buenas noticias.
Información consultada
https://www.lanacion.com.ar/2113948-el-gobierno-copo-la-vendimia-con-un-soplo-de-optimismo-economico
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