En San Lucas, un hijo despilfarra con premura la heredad adelantada
que le pidió al padre pero regresa,
arruinado y pobre, a su casa y lo reciben con los brazos abiertos.
Venezuela hoy es como el hijo antes de sufrir por las
bellotas que no podía comer pero sin el padre que diga: “estaba perdido y ha
sido hallado”. El país flota sobre petróleo (en 2012 tenía reservas certificadas
de más de 300 millardos de barriles —por error, la página de PDVSA le quitó 3
ceros—: 17,9% de las mundiales, por delante de Arabia Saudita; también en gas
natural ocupa primeros lugares) y los precios actualmente fluctúan entre USD 90
y 100 por barril (se quintuplicó —y más— en el período); desde 1998, se redujo significativamente
la desigualdad entre los más ricos y los más pobres (su coeficiente de Gini —donde
0 es la perfecta igualdad— en 2011 fue de 0,39 mientras Brasil tenía 0,52) pero,
junto esa riqueza y éxito social, Venezuela hoy tiene graves problemas económicos:
su producción de unos 3 millones de barriles de petróleo y líquidos del gas
natural por día en 2012 (menor que en 2011, según el ministro Ramírez —aunque
otras fuentes, incluida la OPEP, mencionan menos—, y menor también que en 1998)
está muy lejos de su meta de 6 millones diarios en 2019; es monoexportador (96%
es petróleo, según el Banco Central; en 1999 la alícuota era 76%); la deuda con
China Popular está entre USD 36 y 40 millardos (destinando el envío de casi 300
mil barriles diarios para su pago, sin contar lo que provee a Cuba y el resto
de Petrocaribe, casi en regalo) mientras la deuda externa total del país supera
los USD 105 millardos según el BCV (aumentó 277% en los últimos 14 años, y
sus intereses por la deuda a 10 años son de 9,5%, los terceros más altos del
mundo, luego de Argentina y Pakistán) y la interna es de cerca de USD 57
millardos, superando ambas los USD 160 millardos (su PIB en 2012 fue de 320
millardos —aunque algunas versiones auguraron 400—); la inflación calculada al cierre
de este año será de 30% (el aumento salarial fue de 20% y la meta oficial era
entre 14 y 16%); su pobreza relativa fue 21,2% en 2012 y la extrema 6,5%, según
INEV; la escasez es de 21,3% (1,0 o 2,0 son valores normales); este año se
devaluó 32% el bolívar (y otra encubierta por cambios preferenciales),
ubicándolo a 6,30 por dólar (aunque en el mercado “negro” se cotiza hasta 24);
el crecimiento anual del PIB ha sido muy irregular (18,3% en 2004 y -8,9% en
2002), promedio de 3,7% en el período, menor al de la Región…
Dos graves problemas hoy remecen al recién estrenado
gobierno de Maduro Moros: la aguda carencia de productos de consumo (que, con
acusaciones de pretendidas conspiraciones, agresiones y agio, tienen vacíos los
mercados —estatales y privados— y en incertidumbre a la población) y la
inflación, que absorbe todo el crecimiento.
El reto es solucionarlo. Pero ahora.
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