“Todo individuo tiene derecho a la
libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado
a causa de sus opiniones.” [Declaración Universal de
Derechos Humanos, Artículo 19]
Las Redes sociales son una revolución tan grande en la
comunicación social como el surgimiento del papel periódico pero, a diferencia
de éste, más democrática aun porque puede llegar desde muchos a otros muchos
más (comunicación viral) y, a la vez, ser reconstruida cuando cada nuevo
participante recibe y le agrega su aporte: No hay distancia, no hay tiempo y
casi nunca puede haber censura (por citar sólo 2, recordemos cuando los
Gobiernos de Ben Ali en Túnez y de Mubarak en Egipto en 2011 prohibieron el uso
de la Internet y los teléfonos móviles para impedir la propagación de los
movimientos de protesta que, al final, los derrocaron).
Y como la primavera árabe que desde 2010 aún no acaba (Siria
se desangra), para muchos movimientos contestarios recientes las Redes sociales
son su vehículo de convocatoria y orientación, habitualmente a través de
smartphones de los jóvenes. El español 15-M, el estadounidense Occupy
Wall Street, las huelgas en China en 2011 y el #Yosoy132 mexicano, entre
otros, han canalizado muchas de sus energías por las Redes.
Toda esta paráfrasis era para hablar de la libertad de
opinar, uno de los principales derechos humanos.
En un momento histórico cuando existen gobiernos (de
izquierda y de derecha) y sociedades que tratan de tener el control (directo o
indirecto) del acceso de la población a la información, cada vez más las Redes sociales
son vía fundamental para participar y opinar, a pesar de los intentos extremos por
bloquear el acceso a Internet o cortar las redes de telefonía móvil.
Pero, a la vez y como posible consecuencia de su dinámica,
las Redes sociales pueden ser vehículo de rumores, falsedades,
tergiversaciones, ofensas y agravios; peor aun: defensas de posiciones
totalitarias y de violencia (nunca, por suerte, he encontrado promoción de la
pederastia o la esclavitud en cualquiera de sus formas).
Traeré dos ejemplos: En días pasados, en un foro de la Red
LinkedIn, un participante hacía promoción y defensa de “democracias” donde todo
el poder (Ejecutivo, Legislativo y Judicial, yo agrego Electoral si lo hubiera)
estaría en manos del triunfador: un modelo totalitario defendido como
“democracia” cuando es la antítesis de ella. El otro, la apología de la
violencia y la confrontación, la devaluación del diálogo y el consenso que
permean las redes sociales en Venezuela y ahondan la crisis de un país fracturado
y con cada vez (si los hubiera) menos espacios de confluencia y mesura.
Nunca apoyaré la censura previa porque la mejor intencionada
puede llevar a vivir en Un mundo feliz de
Huxley y la peor en el de 1984 de Orwell…
dos mundos que no quisiéramos. Por ello propendo al debate y, si alguien
insiste en imponerse sin debatir (atacar), pues la comunidad (el conjunto de
usuarios de esa Red) sabrá evaluarlo.
Digo, como Mandela, que en Democracia todo hombre tiene
derecho a ser oído.
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