Tic tac…
tic toc… tic tac… tic toc… En 35 días tendremos elecciones generales, el
enésimo capítulo de un proceso que comenzó en 1982 y que nos tiene en campaña
desde 2001, al menos.
Con
disculpas de los candidatos pequeños, con sus adhesiones insignificantes y que
sólo aspiran a un espacio parlamentario para no desaparecer o, en peor y penosa
intención, para vender mejor los apoyos de su sigla —que tenemos verdaderas siglas
flotadoras—, estas elecciones tienen sólo tres contendientes: Samuel y
UNIDAD, Quiroga y LIBRE y —a pesar de las encuestas, porque el voto corporativo
que Filemón le enseñó promover al Evo no sabemos si aún funcionará— Andrónico
(su sigla es lo de menos).
Dicho esto,
la Madre de las Batallas (pero no la del Golfo: la nuestra es más terrestre) se
decidirá en ballotage, en segunda vuelta en octubre entre dos de esos
tres cuando (siguiendo la predicción ¿estratégica? de Vásquez Villamor) toda la
oposición se sumará (sumaría) detrás de Samuel o de Tuto si se enfrenta a
Andrónico… pero si en lugar de O es Y (Tuto Y Samuel) en
segunda vuelta, ¿cómo sería la asunción (no Mariana)? ¿Socialdemocracia
variopinta frente a la neoversión sanificada del neoliberalismo (ni
neoliberalismo ni no-neoliberalismo)? Aunque, más allá de quiénes apoyarían a
quién —porque no es una batalla ideológica la diferenciación entre UNIDAD y
LIBRE sino de modelo de gestión y de sobrevivencia política, atl como para el
arco zurdo hace rato tampoco es ideología neomarxista-indianista sino de
supervivencia en pega para la mayoría—, la posterior gobernabilidad sería más
fácil en la futura Asamblea (a fin de cuentas, Bánzer y Paz Zamora lo
demostraron “sobre los ríos de sangre”).
Un repaso
sobre cuándo los modelos de gestión pública de los tres pudieron aplicarse nos
ayudaría a entender mejor mi discurso: Del arco socialdemócrata —fluctuando
entre la izquierda, la centroizquierda, el centro y hasta la centroderecha), el
MIR de Paz Zamora (saliendo del guevarismo y la teología de la Liberación y
pasando a la socialdemocracia) gobernó con Siles Zuazo entre 1982 y 1985; luego
Jaime fue presidente y en la práctica cogobernó con Bánzer (1989-1993);
acompañó a Bánzer presidente (1997-2001) y a Quiroga presidente (2001-2002),
mientras que sus desgajes: el MBL de Araníbar gobernó con Goni I entre
1993-1997; la UN de Doria Medina cogobernó con Goni II (2002-2003) y dio
soporte a Añez (2019-2020), y el MSM de Del Granado cogobernó con Evo entre
2006 y el desplante de 2009. Hoy todos, con otros, han volcado esas
experiencias variopintas en la alianza UNIDAD.
A
diferencia de lo anterior, Quiroga sólo acompañó a Bánzer presidente
(1997-2001) y fue él mismo presidente (2001-2002) por sucesión constitucional,
mientras que Rodríguez sólo fue siempre, entre 2006 y 2019, a modo de palafrenero
cocalero de Morales y su eterno delfín —aunque Evo siempre demostró
descreer en herencias— y sólo en 2020-2025 se le dejó una modesta tercera
senaduría (que convirtió en Presidencia del Senado y su proyección).
En
experiencia electorales, Quiroga fue derrotado como presidencial en 2005 y 2014
pero ganó como vicepresidenciable en 1997, mientras que Doria Medina terció
infructuosamente como presidencial en 2005, 2009 y 2014. Andrónico nunca terció
hasta estos comicios, en que ensayó por meses su sonsonete ambiguo de Que
Sí, Que No.
Este
recuento podría explicar dos cosas que estamos constatando: primero (quizás lo
segundo) que las campañas son fome y desapasionadoras —a diferencia de
las confrontaciones y discusiones de meses anteriores—, como si el todo sea sacar
(Quiroga y Doria Medina) o mantener (Rodríguez) el modelo del socialismo
21 neomarxista y falsamente indigenista; la otra consecuencia de esa falta de
motivación es la baja participación y expectativa de los más jóvenes, muy
diferente a 2016 y 2019. Si algún candidato (sin aparecer en encuestas
publicadas) despertó cierto entusiasmo —en jóvenes, entre ellos alteños— fue
Dunn, más allá que recibiera la malquerencia de convencidos de las otras
opciones, porque presentaba una propuesta distinta, liberal, pero el bloqueo a
su postulación (más allá de su pertinencia o no) no nos permitió comprobar en
la gestión cuán buena o mala hubiera sido.
Llegamos
a julio con este panorama de recuento. Del Informe Dephi de la
Friedrich-Ebert-Stiftung correspondiente a este mes extraeré unos datos (entre
muchos) que me han sido muy significativos: el 88 % estima que no se ganará con
mayoría efectiva de votos (la necesaria en Bolivia para ganar en primera
vuelta) y el 78 % cree que habrá territorios donde no se podrá votar (en el
Chapare, el evismo lo anunció porque su Jefazo definitivamente ¡al fin! no
podrá terciar), aunque el 76,1 % afirma que los vencedores serán legítimos; de
la economía (con muchas marcas rojas) los panoramas más fatales avizorados son:
Recesión, el 94 %; el Aumento incontrolado de la inflación, el 93 %; que No se
pague la deuda el 91 %, mientras que el 83 % pronostica que Aumente el precio
de la gasolina y el diésel.
Voy a
cerrar mi columna con dos citas. La primera que reproduzco la tomé del
editorial “¿Queremos un cambio o queremos cambiar?” del jueves pasado en El
Día: «El MAS no inventó la corrupción. La perfeccionó, la estructuró, la
oficializó. Pero el país del “vengase mañana”, de la coima por debajo de la
mesa, del “tengo un amigo en el gobierno”, del favoritismo político, del puesto
conseguido por militancia y no por mérito, ya existía. Bolivia ha sido, desde
hace décadas, un país acostumbrado a normalizar la trampa, la viveza criolla,
la impunidad cordial».
La
segunda la tomé de un TikTok de Amples Regiani, comunicador, estratega creativo y de Marketing,
orador TEDx y autor brasileño
que ha vivido muchos años en Bolivia:
«Creo que descubrí el verdadero problema de los
bolivianos: son más resistentes de lo que deberían, aguantan mucho y por eso
viven en condiciones en las cuales ningún otro pueblo soportaría; el optimismo
y la superación […]
están matando a Bolivia por sobredosis: salen felices si logran cargar
gasolina luego de sólo tres horas de fila y aplauden emprendimientos que cargan
la gasolina o hacen la fila por uno. Nos ponemos felices y festejamos
soluciones para problemas que jamás deberían de existir. A falta de una
solución para los problemas, aprenden a convivir en perfecta armonía con ellos.
Nada se resuelve pero a todo se le da una vuelta y así, de alternativa en
alternativa, el País se está transformando en una distopía alterna a la realidad,
en donde casi todo se puede, pero nada de la forma que se debería. […] Por
suerte, somos los más cuerudos del mundo».
Las
negrillas no son de Regiani: son mías… Tic tac… tic toc… tic tac… tic toc…
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