martes, 15 de marzo de 2016

Democracia y populismo en EEUU


El martes 8 de noviembre de este año, más de 245 millones de electores estadounidenses —de una población de cerca de 320 millones— participarán en las 58as elecciones presidenciales cuatrienales para seleccionar al nuevo gobernante —el actual presidente Barack Hussein Obama II no podrá aspirar a un tercer periodo de gobierno porque la Vigesimosegunda Enmienda a la Constitución de los Estados Unidos limita a dos mandatos el ejercicio de la presidencia, aunque en la historia del país sólo Franklin Delano Roosevelt ejerció más de dos.

El largo proceso electoral estadounidense se inició el 1 de febrero con las elecciones primarias, caucus y asambleas partidarias en todos los estados, el Distrito de Columbia y sus otros territorios para la elección de los delegados para las convenciones partidarias de nominación de candidatos presidenciales los demócratas elegirán 4.764 delegados y los republicanos 2.472. Para ganar una convención, los aspirantes necesitan tener la mitad más uno de los delegados en juego. En las elecciones de noviembre, los votantes elegirán 538 compromisarios que conformarán el Colegio Electoral encargado de elegir a los nuevos mandatarios, lo que representa un conjunto de elecciones indirectas —primarias, convenciones y presidenciales.

En sus últimas elecciones presidenciales, la participación de la población en edad de votar ha sido baja —la mayor desde 1948 fue la de 1960 con 63,‌06%, cuando fue elegido John F. Kennedy—, sin embargo, dos fenómenos electorales han motivado el interés electoral del pueblo norteamericano: Bernard "Bernie" Sanders y Donald Trump, y ha puesto el debate político en el centro de todas las conversaciones, como personalmente comprobé en días pasados.

Diametrales, a ambos los une el populismo. Sanders desde el partido del asno —los demócratas— y Trump del de los elefantes —republicanos—, han remecido las campañas con consignas populistas y demagógicas: socialistas utópicas las de Sanders y xenófobas y chauvinistas las de Trump, dirigidas a conquistar el voto de la clase trabajadora blanca con un discurso proteccionista en política comercial, a pesar de las diferentes plataformas.

Una contienda que empezó con una larga lista de precandidatos republicanos —Trump, Rand Paul, Jeb Bush, Paul Ryan, Chris Christie, Marco Rubio, Ted Cruz, John Kasich, Scott Walker, Bobby Jindal, Rick Perry, Lindsey Graham, George Pataki, Rick Santorum, Mike Huckabee, Carly Fiorina y Ben Carson— y menos demócratas —Hillary Clinton, Sanders, Jim Webb, Martin O'Malley y Lincoln Chafee—, pronto se redujo a una pelea republicana entre un Trump hasta ahora muy victorioso seguido de Cruz y Rubio de tercerón —Kasich sin trascendencia— y una pulseta entre la Clinton y Sanders.

¿Por qué los políticos del establishment han fracasado —Bush— o han sufrido —Rubio o incluso la Clinton? En un país que se precia de su democracia, libertad de expresión y asimilación, la crisis de 2008 golpeó poderosamente a las clases media y trabajadora y, aunque superados muchos de los parámetros macroeconómicos de la crisis —incluido desempleo—, las dejó muy dolidas y afectó los valores de la sociedad, de ahí el crecimiento del muy conservador Tea Party Movement, que ha “secuestrado” al partido republicano. Por ello Trump y Sanders, con diferentes discursos pero con una base conceptual simplista y bastante radical, han captado la atención de los electores.


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