«Si la Asamblea
Nacional cayera en manos de la MUD, […] nuestro pueblo va a luchar en las
calles, […] yo sería el primero.» [Nicolás Maduro
Moros, 22/06/2015.]
Y la Asamblea Nacional “cayó” en manos de la
oposición porque el pueblo eligió a sus representantes para iniciar un cambio
imprescindible en el país y no hubo la violencia anunciada en la campaña de
terror que Maduro Moros y el PSUV auguraban. Dos horas y media más tarde de la que
ella antes pronosticó, la presidente del CNE Tibisay Lucena Ramírez ofreció los
resultados irreversibles: 74,25% del padrón votó el domingo (11,7% más que en
2010, cuando votó 66,45% del padrón) y eligió 99 diputados de la oposición
agrupada en la Mesa de Unidad Democrática (34 más que en 2010) y 46 del Partido
Socialista Unido de Venezuela y sus aliados (52 menos) faltando por definirse
22 diputaciones (17 uninominales, 2 de lista y 3 indígenas); considerando la
tendencia, es probable que la oposición alcance entre 11 y 15 diputados más,
con lo que tendría finalmente entre 110 y 114 diputados. ¿Cuáles son las
consecuencias de esta elección? Definitivamente, el cambio está en lo
legislativo y no en lo ejecutivo: el gobierno sigue en manos del PSUV y de
Maduro Moros. Sin embargo, el oficialismo perdió la mayoría de la Asamblea
Nacional que durante muchos años mantuvo cómodamente; con los resultados
irreversibles de anoche, la MUD tiene 59% de los escaños asegurados y detenta
la mayoría simple y tiene la posibilidad de alcanzar la mayoría de 3/5 (101
diputados) o, incluso, calificada de 2/3 (112), con las que el gobierno
perdería la capacidad de imponer sus decisiones y parte importante de su
autonomía. Pero lo fundamental es la señal que se ha dado al país y al mundo:
el chavismo implosionó porque gran parte de los venezolanos votaron por un
cambio en el rumbo del país. Las palabras del presidente tras el anuncio de los
resultados fueron bipolares: positivas en el sentido de la necesidad de
trabajar por Venezuela, negativas en seguir achacando los errores de su
gobierno a una “conspiración imperialista”.
Ayer lunes en Brasil se inició el segundo
hito: Los partidos políticos en el Congreso eligieron la comisión especial
de 65 diputados que decidirá sobre la apertura de un juicio político
(impeachment) para destituir a la presidente Dilma Rousseff, que en octubre
estaba sólo con 8% de aprobación popular. En un país en crisis (la peor desde
1930), con recesión de -3% del PIB, inflación de 10,39%, déficit público esperado
de 9% del PIB y desempleo de 8%, con macroescándalos de corrupción (Lava Jato, mensalão,
entre otros) que involucran a la gran mayoría de la clase política (sobre todo
el PT en el gobierno, incluido al expresidente Lula da Silva) y con cada vez
mayor deserción del principal aliado de gobierno, el PMDB, la situación no es positivamente
auguriosa para la actual gobernante ni su administración, en un país necesitado
de cambios para remontar sus indicadores críticos.
El tercer hito será el jueves 10 cuando el
presidente electo de Argentina, Mauricio Macri Blanco, asuma oficialmente la
Primera Magistratura. Más allá del folclor kirchnerista en la puja por el lugar
de entrega de los símbolos de mando, lo importante estará en el inicio de
cambios imprescindibles en la economía y la forma de gobernar el país.
En resumen, tres procesos de cambio necesarios
y, con seguridad, irreversibles en Latinoamérica.
Información consultada
http://www.telesurtv.net/news/CNE-entrega-resultados-de-elecciones-legislativas-en-Venezuela-20151205-0030.html
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