«Que ambos nos enseñen […] la misericordia divina
que siempre espera, siempre perdona, porque siempre ama.» [Papa Francisco en la homilía de canonización.]
El domingo pasado, el papa Francisco canonizaba a dos antecesores:
Juan XXIII (“el papa bueno”) y Juan Pablo II (“el papa de la familia”, “el peregrino”).
Primera vez que dos papas lo eran y los primeros desde San Pío X en 1954; con ellos,
80 Obispos de Roma han alcanzado la santidad (a diferencia de algunos otros, como
Alejandro VI Borgia, que con seguridad fueron al infierno por sus pecados). También
fue primera vez que dos papas intervenían en el oficio: Francisco y el emérito Ratzinger.
Últimamente se ha tratado de contraponer maniqueamente a ambos
papas santificados. De Juan XXIII se ha mencionado la importancia renovadora del
Concilio Vaticano II que él convocó y que concluyera su sucesor Paulo VI, a diferencia
de Juan Pablo II, mucho más político y estadista, uno de los principales artífices
del colapso del comunismo soviético.
Sanctus Ioannes PP. XXIII rigió la Iglesia católica
entre 1958 y 1963, en medio de la guerra fría. De
origen campesino, Angelo Giuseppe Roncalli (muy internacionalizado por sus cargos)
llegó en el momento necesario de renovar la Iglesia y adaptarla a los nuevos tiempos,
como en el siglo 19 hizo León XIII; este concilio promovió la apertura dialogante
con el mundo moderno, actualizando la vida de la Iglesia, con conciliando frente
a problemas actuales y antiguos.
Por su parte, Sanctus Ioannes Paulus PP. II venía de ejercer
su ministerio en su Polonia natal, enfrentado primero al nazismo y luego al
comunismo. Karol Józef Wojtyła fue el primer papa no italiano en 455 años (luego
del holandés Adriano VI), el más joven del siglo (58) y el tercero más
prolongado (27), uno de los líderes más influyentes del siglo XX; su lucha
contra la expansión del marxismo lo enfrentó con la teología de
la liberación y con sectores de izquierda. Juan Pablo II fue uno de los líderes
mundiales más mediático y viajero (129 países durante su papado), cercano a las
multitudes; promovió una Nueva evangelización y la mejora significativa de
las relaciones con judíos, islámicos, ortodoxos orientales, luteranos y anglicanos;
también luchó por la paz (medió en muchos conflictos) y defendió el rigor
doctrinal, enfrentado tanto a renovadores como Hans Küng y Leonardo Boff como ultraconservadores
como el obispo Marcel Lefebvre; en esta línea doctrinal le han
criticado su oposición al matrimonio de los sacerdotes y la ordenación de mujeres,
y también la poca actuación frente las denuncias de pederastia por religiosos.
Diferentes en formas y métodos, ambos fueron hombres de su
tiempo y actuaron según sus convicciones en pro de una Iglesia más universal y
contemporánea, como hoy también es y lo hace Francisco, “el papa humilde” Jorge
Mario Bergoglio Sívori, quien también dijo de ambos en la homilía: «colaboraron
con el Espíritu Santo para restaurar y actualizar la Iglesia según su fisonomía
originaria.»
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