«La
ira de los ciudadanos contra la impunidad de los políticos corruptos ha
explotado de una forma inédita e imprevista en Paraguay.» [Huffington Post,
edición española del 23.11]
Hasta ahora no conocía de escraches políticos más allá de los
medios, ya sea en España —los menos— o Brasil reciente —los más. (Para los que no
lo tienen en su vocabulario habitual, un “escrache” es una manifestación de
protesta realizada frente a una institución o el domicilio privado de una persona
para denunciar una situación de conflicto.) Pero esta semana última en Asunción
he vivido fuertes escraches imaginativos contra la corrupción, un tema siempre presente
en las discusiones locales.
La mecha que encendió las protestas fue la decisión de 23 senadores
—de 45— de diversos partidos de votar en contra del desafuero de su colega Víctor
Bogado González, del gobernante Partido Colorado y expresidente de la Cámara baja,
imputado por la Fiscalía Anticorrupción por estafa y cobro irregular de salarios públicos y después
que la Comisión de Asuntos Constitucionales de esa Cámara lo recomendara. Bogado
González estaba acusado de contratar como empleadas del Congreso a su niñera, que
también aparecía en otra dependencia del Ejecutivo, y a una excandidata a Miss Universo.
Conocido el encubrimiento, se desataron las protestas: Al día
siguiente de la votación, miles de ciudadanos se concentraron frente al Congreso
en la mayor manifestación desde tiempos de la dictadura, organizada por las redes
sociales bajo el lema del #15NPY —el 15 de noviembre paraguayo— y múltiples rollos
de papel higiénico fueron lanzados contra el edificio. Enseguida centenares de restaurantes
—en dos de ellos, fueron expulsados senadores que votaron a favor—, bares, cines,
gasolineras, shoppings —de los más elitistas—, clínicas privadas, agencias de viajes,
bancos, heladerías, gimnasios, supermercados –incluso el emblemático Yacht y Golf
Club Paraguayo— se han negado a atenderlos. El miércoles pasado, una caravana de
cerca de cuatro kilómetros de largo con automóviles y motos recorrió toda la avenida
Costanera de Asunción, frente al río Paraguay, y el sábado, más de mil taxis rodearon
de amarillo el Congreso. Y no sólo en Asunción: en la mayoría de las ciudades
principales del país se han repetido las protestas, apoyadas por organizaciones
sociales y que motivó que la Iglesia católica y las organizaciones
empresariales más importantes —la Asociación Rural del Paraguay y la Unión
Industrial Paraguaya—criticaran la actitud de los senadores.
Al final, al presidente Horacio Cartes Jara —que recién ha cumplido
sus primeros 100 días de gobierno y que afirmó que si el acusado hubiera sido
él, “hubiera pedido mi desafuero"— los problemas dentro del Congreso le benefician:
por su imagen —la lucha contra la corrupción es uno de sus banderas y, además, criticó
la impunidad senatorial— y porque mientras estén en conflicto —con la ciudadanía
y entre ellos— tendrá menos oposición a su gestión y a los cambios prometidos.
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