“Para saber cómo ganar, hay que
saber perder.” [H.
Capriles Radonski, 07/10]
Siembra de
otoño. He seguido, en mis comentarios y en mis lecturas, el mediático 7O
venezolano.
En los
días siguientes, he leído muchos artículos, posts y tweets, desde el ganador y
desde la oposición. Voy a desechar los que —por angas o por mangas extremistas—
sólo enturbian el debate porque, en fin de cuentas, los perdedores (Capriles
Radonski y la Mesa de Unidad) aceptaron como legal la victoria de su oponente.
De todo lo leído, un artículo y un post —desde ambas
orillas— me formaron opinión: “Entender el 7 de octubre” de Reinaldo Iturriza
López, y “Hugo Chávez pierde camino ¿Usted qué opina?” de J.J. Josué Jesús. Dos
visiones distintas pero complementarias del después del 7O. Voy a resumir lo
aportante de ambas.
¿Por qué venció HChF? Porque dio esperanza a muchos
venezolanos desposeídos que olvidó la IV República y les mejoró significativamente
sus condiciones de vida —a qué precio de mala administración y corrupción es
otro cantar— y porque supo posicionar exitosamente un modelo político regional
—aunque el costo económico fuera inmenso.
¿Por qué HCR no fue un perdedor? Porque su votación creció y
mucho: comparado con 2006, su candidatura aumentó de 36,9 entonces a 44,13%
ahora, pero en números de votos creció 2.207.109 porque en 2012 votaron
3.219.859 electores nuevos, de los cuales la candidatura ganadora sólo consiguió
827.884. Además, HCR ganó 7,23% en votos válidos con respecto a 2006 (mientras
el Presidente relecto disminuía 7,59 puntos netos), separándolos 1.637.389
votos válidos, cuando en 2006 la diferencia fue de 3.013.614 (menos que los
nuevos votantes); también la oposición, por primera vez en 13 años en
elecciones generales, ganó en 2 estados (y el Presidente en 22).
Nadie pide hoy que el Modelo Social actual venezolano sea sustituido;
la gran discusión está en su Administración (y, por ende, en el Modelo Político).
Esto último lo ha comprendido HChF cuando renueva su gabinete bajo la consigna
de “¡Eficiencia!”. La economía venezolana —fracasada hoy a pesar de su riqueza—
la necesita.
El gran reto hoy de la oposición venezolana es seguir unida
para afrontar las elecciones regionales de diciembre, sin caer en la decepción
ni acusar fraudes sin pruebas. Su reto es ser proactiva y propositiva y no unirse
solamente contra Chávez Frías —la peor de las posiciones—; que se aparten los
que sólo quieren acabar con el actual Gobierno la beneficiará en claridad de
metas.
Siembra de
primavera. No puedo terminar sin mencionar mi homenaje y reverencia a Malala
Yusufzai, la defensora de la educación de niñas como ella. Hoy agoniza, mañana
quizás muera o se salve, pero será siempre una luz señera contra el
oscurantismo. Reivindicando mi fe en Dios aun más allá de las denominaciones,
50 clérigos musulmanes paquistaníes han lanzado una fatwā —proclamación legal
religiosa del Islam— contra los asesinos talibanes que dispararon a la cabeza
de esa niña para acallar su voz: Una vez más, el fanatismo pierde.
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