sábado, 19 de noviembre de 2011

Un round electoral pero con final inesperado

El 16 de Octubre, Bolivia realizó sus primeras elecciones para elegir los 56 integrantes de los diferentes estamentos del Poder Judicial: Tribunal Supremo de Justicia, Tribunal Constitucional Plurinacional, Consejo de la Magistratura y Tribunal Agroambiental. Con estas elecciones, debía completarse los cambios fundamentales de la Revolución Democrática y Cultural preconizada por el Gobierno del Presidente Evo Morales Ayma y cerrarse el ciclo de cooptamientos de los Poderes del Estado por el Partido de Gobierno (Movimiento al Socialismo, MAS): Ejecutivo, Legislativo (Asamblea Legislativa Plurinacional, con más de 2/3 después de las elecciones de diciembre de 2009), Electoral (Poder nuevo, establecido a partir de la Constitución de 2007) y, ahora más, Judicial.

Ex ante. El proceso se inició con las postulaciones de candidatos a la Asamblea Legislativa Plurinacional y con 2 observaciones importantes: la misma habilitación de candidatos y la difusión de sus postulaciones.

Del primer aspecto, las críticas principalmente estuvieron dirigidas a que la mayoría de los candidatos tenían una afiliación definida o, al menos, una filiación segura con el partido del Presidente Morales. Si bien hubo casos observados por esas razones por la Comisión de Constitución de la Cámara de Senadores –reconocidos por su propio presidente, el Senador Eugenio Rojas (MAS)– y descalificados después por el Tribunal Supremo Electoral (TSE), en buena parte del electorado quedó la percepción de que la mayoría de los seleccionados eran afines al MAS; también influyó en la percepción ciudadana que la meritocracia no fuera un criterio de selección pero sí primara el apoyo de organizaciones sociales –generalmente, las afines al MAS.

El otro aspecto, el control para difundir las postulaciones también fue de amplia discusión. Con la vigencia del Nuevo Código Electoral, el Tribunal Supremo Electoral interpretó que el mismo le daba la facultad para “filtrar” –en el sentido de evaluar y autorizar– el trabajo de los medios de comunicación social respecto a las elecciones, arrogándose el TSE en estos nuevos comicios la potestad de coordinar y autorizar las entrevistas que se hicieran a los candidatos y prohibiendo cualesquiera otras que no estuvieran autorizadas por el ente. Esta disposición, defendida a ultranza por su Presidente Wilfredo Ovando Rojas –quien durante los comicios fuera sindicado por el Movimientos Sin Miedo, ex aliado principal del MAS y ahora en la oposición, como integrante del grupo de choque masista Los Satucos– conllevó tanta oposición de los medios y, en consecuencia, de la Opinión Pública por violentar los derechos constitucionales al acceso a la información y la libertad de expresión , que el Vicepresidente del Estado Plurinacional, Álvaro García Linera, tuviera que reinterpretarla, aclarando que no se restringiría la libertad de información.

Todas estas controversias, sobre los candidatos y de las restricciones mediáticas, conllevaron los resultados de las elecciones que analizaremos más adelante y que el mismo Presidente Morales –ya conocidos los resultados de las elecciones– criticara el proceso de información sobre los candidatos, mencionando que de los 116 candidatos a los cuatro Órganos de Justicia antes mencionados él mismo no reconocía los nombres de más de 4 o 5 cuando votó.

Mientras se desarrollaba este proceso, surgió en la población un movimiento no coordinado –más amplio que lo movilizado por los menguados partidos y políticos de la oposición, que tampoco en este caso actuaron como frente único– de votar nulo en las elecciones para demostrar su rechazo, no al proceso de cambios en la justicia –reconocida como habitualmente corrupta por toda la Opinión Pública– si no al proceso de selección de candidatos y a éstos en sí.

In situ. Al inicio de la noche del 16 de octubre, fecha de las elecciones, las cadenas televisivas empezaron a difundir los resultados de los sondeos en boca de urna de las elecciones y entonces se vio que el panorama era bien diferente que la victoria con 70% o más de la votación que había augurado el Presidente Morales Ayma.

Si bien esta técnica no es absolutamente confiable, su correcta aplicación permite un margen de coincidencia con la realidad bastante aproximado y que permite conocer, con buena probabilidad, cuáles serían los resultados de los conteos oficiales de votos.

En el caso de estas elecciones judiciales, esa noche se difundió por las redes televisivas el sondeo realizado por la empresa IPSOS APOYO OPINIÓN Y MERCADEO (con 6% de sondeados que no quisieron responder), el que arrojó los siguientes resultados: los votos inválidos –la suma de los votos en blanco y los nulos– para el Consejo de la Magistratura alcanzaban 62% de los sufragados (44% nulos y 18 % blanco) frente a 38% de votos válidos; para el Tribunal Agroambiental fue 57% (41% nulos y 16% blancos) y 43% válidos; mientras que para el Tribunal Constitucional Plurinacional invalidaron su voto 61% de electores que asistieron (44% nulos y 17 % blanco) frente a 38% de votos válidos; en el caso del Tribunal Supremo de Justicia, por su misma característica que eran elegidos diferenciados por departamento y por sexo, los resultados no estaban consolidados pero, aproximadamente, los votos inválidos alcanzaron más de 40% nulos y de 20 % blanco frente más de 30% de votos válidos. En total nacional, según el conteo rápido de la empresa IPSOS, los votos válidos suman 39% para todas las postulaciones, en tanto que 43% (45% en otras versiones informativas) corresponde a los nulos y 16% (18% en otras) fueron emitidos en blanco.

(Como aclaración, la diferencia en la votación para cada Órgano se debía a que en la inmensa papeleta de votación había 5 opciones de votación diferenciadas: 4 para cada Órgano en particular, mientras que para el Tribunal Supremo de Justicia habían las opciones de votar para hombres y para mujeres. También debe mencionarse que el TSE decretó que la votación para cada estamento era diferenciada e independiente de la otra, por lo que los votos válidos para un estamento podían no corresponder con los de los otros, y lo mismo para blancos o nulos.)

Ciertamente, estos pronósticos desataban una crisis de credibilidad respecto de las elecciones y auguraban un fracaso –aunque fuera moral– de los comicios y sus elegidos, por dos razones fundamentales: la primera era que, en los comicios bolivianos de los últimos 30 años de democracia (según el oficial Atlas Electoral de Bolivia), el voto nulo –que es expresión de rechazo al evento electoral– no había superado jamás 6% (presidenciales de 1985 y 1989) de los votos emitidos. La segunda, matemática, porque como consecuencia de la cantidad de votos inválidos, la inmensa mayoría de los candidatos que fueran elegidos sólo recibirían un apoyo marginal de los electores que votaron, mas aun del total del Padrón Electoral si consideramos el abstencionismo, que en este proceso fue de poco más de 20% –se debe recordar que en Bolivia el voto es obligatorio y su incumplimiento es motivo de sanciones diversas.

Ex post. Los resultados oficiales del TSE se hicieron esperar. Anunciados inicialmente para el sábado 29 de octubre y demorados en varias ocasiones –con denuncias por la oposición de irregularidades y discrepancias en votos, algunas que fueron aceptadas como “errores de trabajo” frente al político opositor Samuel Doria Medina, sobre todo con la suspicacia del crecimiento de los votos válidos por el aporte de la votación rural–, fueron finalmente entregados el 11 de noviembre.

Según la información proporcionada por su presidente Ovando, de los más de 5 millones de electores habilitados, participaron en las elecciones poco más de 4, lo que dejó un abstencionismo de más de 20%, uno de los mayores en los últimos años.
Por Órgano, para el Tribunal Agroambiental los sufragios válidos en total fueron 42% (1.768.576) frente a 15% (629.469) los blancos y 43% (1.779.425) los nulos; en total, la participación fue de 80% y los inválidos 57%. Los 3 tribunos elegidos como Titulares obtuvieron 17% de los válidos (Bernardo Huarachi Tola) pero sólo 7% de los emitidos (con una representatividad al Padrón habilitado de 6%), 9% de los válidos (Deysi Villagómez Velasco) y sólo 4% y 3% de emitidos y habilitados; y 7% (Gabriela Armijo Paz) y sólo 3% y 2% respectivamente. Por supuesto, tanto en éste como en los otros, los suplentes alcanzaron cifras menores.
Para el Tribunal Constitucional Plurinacional, válidos fueron 42% (1.758.283), blancos 14% (579.363) y nulos 44% (1.838.903); la participación se mantiene en 80% y los inválidos fueron 58%. Los 3 tribunos elegidos como Titulares obtuvieron: Gualberto Cusi Mamani, válidos 16% (pero sólo 7% de los emitidos y 5% de los habilitados); Efrén Choque Capuma, 11%, 4% y 4%, respectivamente; y Ligia Velásquez Castaños 7% de válidos frente a 3% de emitidos y 2% de habilitados.
En el tercer Órgano, el Consejo de la Magistratura, los votos válidos fueron 42% (1.758.283), blancos 16% (659.617) y nulos 42% (1.760.789); la participación se mantiene en 80% y los inválidos fueron 58%. Los 3 Consejeros elegidos como Titulares obtuvieron: Cristina Mamani Aguilar (la más votada entre todos los elegidos), válidos 26% frente a 11% de los emitidos y 9% de los habilitados; Freddy Sanabria Taboada, 9%, 4% y 3%, respectivamente; y Wilma Mamani Cruz 9% de válidos (porcentualmente menor a Sanabria), 4% de emitidos y 3% de habilitados.
El último de los Órganos del Poder Judicial en elección, el Tribunal Supremo de Justicia, como ya mencionábamos se definía por candidaturas departamentales y por sexo. Debo mencionar que Jorge Von Borries Méndez, Presidente del anterior TSJ por designación expresa del presidente Morales, fue reelegido con 56% de los votos válidos de su departamento (Santa Cruz) –uno de los porcentajes más altos obtenidos–, donde los votos nulos fueron 47% y los blancos 23%, un total de inválidos de 70% y participación de 73%.
A modo de comparación, el Presidente Morales ganó su primera elección diciembre de 2005 con cerca de 54% de los votos del electorado, y para el 2009, en su primera reelección, obtuvo casi 64%, por lo que éste 41% significa un significativo revés electoral pues, a pesar de que son elecciones distintas las presidenciales de las judiciales, el involucramiento protagónico del Presidente Morales haciendo campaña por el voto favorable en estos comicios lo convertía en una votación a su persona: “De frente hago campaña; voy a hacer campaña, no por una persona (un candidato), sino por el voto Sí.”




Referencias:
Corte Nacional Electoral: Atlas Electoral de Bolivia. La Paz, 2010.
http://www.telam.com.ar/nota/4338/

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