domingo, 15 de abril de 2018

Periodistas asesinados por una paz mal hecha



El anuncio por el presidente ecuatoriano Moreno Garcés del asesinato de tres integrantes de un equipo de prensa del diario quiteño El Comercio: el periodista Javier Ortega, el fotógrafo Paúl Rivas y el conductor Efraín Segarra cuando investigaban la violencia en la frontera con Colombia, develó cuán incompletos y apresurados fueron los Acuerdos de Paz que firmó el Gobiernos Santos con la guerrilla de la FARC y regresó a primer plano cuánto del conflicto colombiano ha involucrado a Ecuador.

Los tres fueron secuestrados el 26 de marzo por el grupo “Oliver Sinisterra” disidente de las FARC liderado por el ecuatoriano Walter Artízala Vernaza, alias Guacho, hoy uno de los delincuentes —narcoterrorista lo llamó Moreno— más buscados de Ecuador y Colombia. Lo grave es que este grupo —dedicado al narcotráfico y la extorsión en la región, con entre 100 y 500 integrantes, muchos niños y jóvenes recién reclutados— es uno de los 10 identificados —y una veintena presunta— como “disidentes” de las FARC que han cometido muchos actos de violencia en la frontera y la región del Pacífico, además de grupos del ELN, de las desaparecidas Autodefensa y del EPL, muchas veces peleando entre ellos y con los cárteles de la droga.

Para Ecuador, el fantasma de Luis Devia Silva, alias Raúl Reyes, el comandante de las FARC muerto por las FFAA colombianas en un santuario dentro del país —denunciado como “permitido” entonces por Correa—, es permanente recuerdo que el conflicto armado de Colombia ha involucrado a su país y también lo desangra.

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