martes, 21 de noviembre de 2017

Balotaje, más democracia, menos gobernabilidad


La elección del domingo en Chile, realizada bajo las nuevas reglas electorales, marcó pautas para el país que influenciarán en la Región. La primera es que el bipartidismo que funcionaba desde la Constitución de 1980 asegurando el presidencialismo, ha terminado y la gobernabilidad será más trabajosa de construir en base de consensos con el Senado y Diputados más multicolores tras el acceso de nuevos partidos; además, después de la elección, cerca de una veintena de organizaciones desaparecerán por no alcanzar las cotas ahora requeridas. Pero la más importante es, sin dudas, que al desaparecer la bipolaridad entre la centro-centroizquierda y la centroderecha-derecha, el panorama politicoideológico se ha sincerado con nuevas organizaciones ubicadas a la izquierda-extrema izquierda y la derecha “dura” de las que dominaron la escena desde de 1990.

Los resultados del domingo —una baja participación (44,86%) pero esperada— darán un balotaje inédito en Chile: un candidato mayoritario —Sebastián Piñera de Chile Vamos, centroderecha-derecha— con la menor votación para un primero —36,64%, cerca sólo del 39% pronosticado por CRITERIA— pero a distancia de su seguidor —Alejandro Guillier de La Fuerza de la Mayoría, centro a izquierda— con la menor votación para un segundo (22,69%) y pisado los talones de éste Beatriz Sánchez —Frente Amplio, izquierda-extrema izquierda—: 20,27%. Para la segunda vuelta, los trasvases no serán tácitos ni fáciles de prever: ni todos los votos de la Democracia Cristiana y sus confluencias irán para Guillier ni, tampoco, todos los votos de las distintas organizaciones del Frente Amplio —ya algunas lo habían anunciado— ni los de Eduardo Artés (0,51%) y Alejandro Navarro (0,36) pero quizás sí muchos de los seguidores del PRO (5,71). Por el lado de Piñera, posiblemente se le transfiera la mayoría de los obtenidos por José Antonio Kast (7,93) pero deberá movilizar más a la clase media.

Pero no toda la complicación del panorama —esperada, por lo demás— es sólo “responsabilidad” de la reforma electoral ni del sinceramiento del panorama ideológico: en 2014 Michelle Bachelet retomaba la presidencia después de irse en 2010 con 84% de aprobación — una cifra envidiable para cualquier mandatario saliente, a pesar del mal manejo del terremoto— pero ahora sale entre 23 (CEP) y 31% (CADEM), tanto por su desempeño como los escándalos de corrupción en su entorno; la Concertación —su bloque sustentador de centro-centroizquierda— estaba unida hasta entonces pero hoy la Nueva Mayoría (NM) —más hacia la izquierda, incorporado el PC— está separada en dos frentes, uno encabezado por la Democracia Cristiana (DC) y otro con socialistas, comunistas, PPD, radicales. Hasta ahora, los candidatos presidenciales de la Concertación-NM habían sido políticos conocidos y militantes: Patricio Alwyn y Eduardo Frei (DC), Ricardo Lagos (PPD), Bachelet (PS); ahora el candidato es “prestado”: un radialista independiente (la candidata del Frente Amplio también proviene de la radio y es outsider).

Mis pronósticos van por Piñera presidente, Guillier y Sánchez fuera del panorama político —sustituidos por otros liderazgos—, crisis en la DC, refundación de la NM, quiebre en el Frente Amplio para dar paso a una nueva estructura más unificada ideológicamente —además que muchas de sus 14 organizaciones desaparecerán por no alcanzar los nuevos requisitos.

De los ocho presidenciables, sólo Marco Enríquez-Ominami del PRO ofreció mar soberano para Bolivia; el resto o lo negaron o se escabulleron. Con Piñera o Guillier, negociar post La Haya no tendrá el mejor pronóstico.

Información consultada


domingo, 19 de noviembre de 2017

No es quién, si no por cuánto ganará Piñera


Hoy, Chile elige presidente, congresistas y consejeros regionales en un panorama muy distinto a 2013. Veamos por qué.

Entonces, Bachelet regresaba a la política nacional después de irse en 2010 con 84% de aprobación —a pesar del mal manejo del terremoto—, una cifra envidiable para cualquier mandatario saliente; hoy se va entre el 23 (CEP) y 31% (CADEM). Entonces la Concertación —el bloque de centro-centroizquierda que gobernó desde la salida de la dictadura en 1990— estaba unida; hoy, la Nueva Mayoría (NM) —derivada mucho más hacia la izquierda, incorporado el PC— va separada en dos frentes: uno la Democracia Cristiana (DC) y otro “el resto”. Hasta ahora, los candidatos presidenciales de la Concertación-NM habían sido políticos conocidos; hoy, el candidato es un radialista promovido a senador por el Partido Radical y luego a candidato presidencia. Además, hasta ahora funcionaba el sistema bipartidista que dejó la Constitución de 1980, asegurando el presidencialismo; este año, eso cambia y la gobernabilidad será más en base de consensos parlamentarios.

En resumen, Piñera con Chile Vamos puntea todas las encuestas distante de Guillier y aún habría segunda vuelta —aunque una participación alta con esa tendencia pudiera hacerla innecesaria—, un panorama que se tornaría muy difícil para la NM porque, de ser segundos, no contarían tácitamente con los votos de todos los electores DC y los votos del Frente Amplio van a ser muy negociados, por una parte, y tampoco todos los del arco de 14 organizaciones integrantes se sumarán al apoyo. Por lo demás, posiblemente Guillier y Sánchez desaparezcan del panorama político, la DC entre en crisis, la NM se reinvente, el Frente Amplio se quiebre porque muchas de sus 14 organizaciones no alcanzarían los nuevos requisitos de votación y los partidos pequeños desaparezcan por esa misma razón —incluido el PRO de Enríquez-Ominami, el único de los ocho presidenciables que ofreció mar soberano para Bolivia.

Un escenario poco promisorio de negociar post La Haya.

Información consultada


miércoles, 8 de noviembre de 2017

Lentejas para una pseudooposición


El 15 de octubre pasado, Venezuela celebró sus comicios regionales novenos desde el advenimiento del chavismo, elecciones pendientes desde el año anterior.

A cualquier observador saltan tres preguntas: ¿Por qué no se habían realizado en la fecha correspondiente? ¿Por qué se realizaron ahora? Y, más debatible, ¿por qué participó la oposición? Para la primera, la respuesta es que el oficialismo no tenía la seguridad de ganarlas, sobre todo después de la abrumadora derrota en las legislativas de 2015 y por eso las atrasaba indefinidamente, con la abierta complicidad del Consejo Nacional Electoral. Para la segunda, porque luego del “éxito” fraudulento en la elección de la Asamblea Nacional Constituyente —denunciado el amplio fraude incluso por Smartmatic, la empresa que desde 2004 y hasta entonces realizaba los conteos electrónicos— y asegurado el recuento favorable, además del desgaste ciudadano de las protestas que entre abril y agosto tuvo al régimen en vilo, el gobierno tenía las condiciones para asegurar su triunfo.

Para la tercera pregunta —¿por qué la oposición participó en los comicios regionales a sabiendas que iban a ser fraudulentos?—, hay más de una respuesta. La primera que se arguyó fue que cuando los partidos opositores —encabezados por Acción Democrática— no participaron en las legislativas de 2005 alegando “falta de confianza en el CNE y de garantías para el voto secreto”, dejaron abierta las posibilidades para que la Asamblea Nacional, que resultó absolutamente oficialista, tomara las medidas que el gobierno solicitaba sin ninguna objeción; la otra justificación para participar ahora fue que esas elecciones habían sido una de las banderas de la oposición junto con el abortado referéndum revocatorio.

Previo al proceso electoral, hubo reiteradas denuncias de irregularidades por parte del CNE. No obstante, los partidos de la MUD presentaron candidatos en 16 de los 23 estados en los que, a pesar de abrumadoras diferencias con los exit polls, el CNE proclamó a 18 gobernadores del Gran Polo Patriótico oficialista y cinco opositores —cuatro eran de Acción Democrática. Tras ello, el gobierno ordenó que los nuevos elegidos fueran juramentados por la Asamblea Nacional Constituyente y no por la Asamblea Nacional, como fija la Constitución de 1999, lo que fue rechazado públicamente por la MUD por desconocer su legitimidad pero los cuatro electos de AD aceptaron esa condición —el quinto, Juan Pablo Guanipa Villalobos, de Primero Justicia, se negó y fue destituido— bajo el argumento “de petición de sus electores”, agravando la crisis existente en la coordinadora opositora, la peor desde su constitución en 2008, con lo que hace imprescindible una profunda reorganización de los movimientos y partidos enfrentados al oficialismo y el cambio de coordinación política.

Como Esaú en el Génesis, los cuatro vendieron su legitimidad. Pero el plato de lentejas poco les durará porque, como anunció el presidente Maduro, los “ayudará” con estructuras de gobierno paralelas —como hizo Chávez contra el alcalde opositor electo de Caracas en 2003.
También —y con ello respondo a un lector que consideró democrático al actual régimen venezolano porque realiza elecciones con presencia opositora— es bueno recordar que “electoralismo” no es democracia: Trujillo, Somoza y Batista —epítomes pero no los únicos— celebraron muchas “elecciones” incluyendo tímidos opositores —asaces cómplices— y las ganaban “abrumadoramente”.

Información consultada

http://www.el-nacional.com/noticias/oposicion/abc-oposicion-rompe-por-juramentacion-gobernadores-ante-anc_209067
https://es.wikipedia.org/wiki/Antonio_Ledezma
https://www.telesurtv.net/news/Acompanantes-internacionales-garantizan-confianza-del-sistema-electoral-de-Venezuela-20171014-0023.html

domingo, 5 de noviembre de 2017

Un final sin rock para el Bien-Amado


Una semana después que Julio de Vido —considerado el arquitecto del poder Kirchner— entrara en la cárcel desaforado de diputado —incluyendo votos de sus colegas partidarios— y el día después de que la Fiscal General kirchnerista Alejandra Gils Carbó renunciara a su cargo, el último vicepresidente kirchnerista, Amado Boudou Sapin —“el francesito” para el difunto Néstor, Aimé para sus amigos— siguió los pasos del exministro. 

Si De Vido entró en la cárcel abandonado por “la Jefa” y dolido de ello, Boudou no sufrió el mismo olvido porque —a pesar de las causas por tráfico de influencias, enriquecimiento ilícito, cohecho, negociaciones incompatibles, administración fraudulenta, malversación de fondos públicos y lavado de dinero que a fines de 2014 lo convirtieron en el primer vicepresidente argentino imputado por corrupción— la flamante senadora declaró que “está en riesgo la democracia argentina”.

Más allá de lo anecdótico, lo mediático del apresamiento no es quién transitó de DJ a flamante vice después de ser ministro, playboy contumaz y válido áulico sino porque se une en prisión a De Vido, Ricardo Jaime (ex Secretario de Transporte), José López (ex Secretario de Obras Públicas), el empresario Lázaro Báez (cerebro de los negocios K), Victor Manzanares (contador de la familia K), Roberto Baratta (ex subsecretario de Planificación), César Milani (ex jefe del Ejército) y Felicia Miceli (ex ministra de Economía), entre otros.

De imputados no detenidos, la primera es CFK (asociación ilícita, lavado de dinero, negociaciones incompatibles con la función pública y otorgamiento irregular de obra pública), acompañada de sus más cercanos ministros Fernández, Capitanich, Abal Medina, Kicillof y Manzur, entre otros— y de sus hijos Máximo y Florencia.

Al kirchnerismo se le puede etiquetar como hizo La Nación: “El partido de los procesados”.

Información consultada