martes, 19 de agosto de 2014

Brasil electoral sin Campos

Meses atrás, la alianza entre el líder del Partido Socialista do Brasil (PSB) Eduardo Henrique Accioly Campos y la del Partido Verde (PV) Marina Silva Vaz de Lima —más conocida como Marina Silva— abrió el camino a la candidatura presidencial del primero —exitoso gobernador del estado Pernambuco durante dos períodos consecutivos pero poco conocido en el resto del país— acompañado por Silva Vaz de Lima.

Marina Silva no era una novata electoral. Ministra de Medio Ambiente en el primer gobierno Lula da Silva y después su principal crítica desde la izquierda brasilera, en las elecciones de 2010 con su PV fue tercera en la primera vuelta electoral tras Dilma Rousseff del Partido dos Trabalhadores (PT) y José Serra del Partido da Social Democracia Brasileira (PSDB). Casi 20 millones de votos fueron su estreno —y el de su partido— en comicios brasileros.

A mediados de julio, las encuestas no auguraban un buen escenario para Campos-Silva. Datafolha, una de las prestigiosas encuestadoras del país, le asignaba 8%, muy detrás de la presidente Rousseff —36%, a pesar de los escándalos de corrupción para el Mundial, el mal desempeño de la economía y los problemas irresueltos que llevaron a las manifestaciones de 2013— y del senador Aécio Neves da Cunha por el PSDB —20%, nieto de Tancredo Neves, el primer presidente electo tras la dictadura. Las demás candidaturas —Everaldo Pereira por el Social Cristão con 3 %, mientras José María Almeida (Socialista dos Trabalhadores Unificado), Luciana Genro (Socialismo e Liberdade), Eduardo Jorge (Verde) y Rui Costa Pimenta (Da Causa Operária) sólo 1 % cada uno— no llegarían, juntos, al resultado para Campos-Silva.

El accidente fatal que segó la vida de Campos no sólo acabó con un joven y prometedor político sino que revolucionó el panorama electoral de Brasil para octubre próximo.
La próxima semana, luego del entierro de Campos, el PSB anunciará quién sustituirá a su líder difunto en la candidatura presidencial. De las dos opciones que tiene —que Marina Silva ocupe la candidatura o elegir otro candidato socialista— la decisión será fácil: escasas 24 horas después del accidente, el PSB contrató una encuesta telefónica de 30.000 casos para medir su potencialidad como candidata . Los resultados dieron a Marina Silva el segundo lugar, marginalmente por encima de Neves da Cunha y sólo superada por Rousseff. Pero el resultado más importante es que se preveía una segunda vuelta electoral, y entonces Silva Vaz de Lima estaría en un virtual empate técnico con la actual Presidente.

Hasta hoy, todo está para que Marina Silva sea la candidata, lo que —de acuerdo con el pronóstico— beneficiará los votos para el PSB, considerando que ella es más conocida nacionalmente que el difunto Campos.

Además del “voto duelo” —que podría reducirse hasta octubre—, la candidatura de Silva crecería dentro del electorado que en las últimas tres elecciones votó por el PT. A Marina Silva la han llamado “Lula con falda”. Yo agregaré “y sin corrupción”...



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domingo, 17 de agosto de 2014

El panorama brasileño se redefine sin el socialista Campos

El accidente fatal que segó la vida a Eduardo Henrique Accioly Campos no sólo segó la vida de un joven y prometedor político brasileño sino que revolucionó el panorama político de Brasil frente a las elecciones presidenciales de octubre.

La próxima semana, luego del entierro de Campos, su Partido Socialista Brasileño debe decidir quién lo sustituirá como su candidato presidencial. Para ello tiene dos opciones: que la candidata vicepresidencial, la ecologista Marina Silva Vaz de Lima —invitada por el PSB—, ocupe la primera candidatura, o elegir otro candidato dentro de sus filas. En la realidad, la decisión va por el sentido inverso: convencer a Marina Silva que ocupe la candidatura. De ella decidirse, sería la segunda vez que se enfrenta a Dilma Vana Rousseff y sus 20 millones de votos de 2010 pesarán mucho en esa invitación. De no aceptarla —lo que es menos probable—, con seguridad la alianza entre el PSB y el Partido Verde de Silva Vaz de Lima se fracturará, beneficiando por separado a los otros dos candidatos principales: la presidente Rousseff por el Partido de los Trabajadores (PT) y el senador Aécio Neves da Cunha por el Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB).

El otro escenario —Marina Silva acepta la candidatura presidencial del PSB— sin dudas beneficiará el caudal de votos para ese partido considerando que Silva Vaz de Lima es más conocida nacionalmente que el difunto Campos —aceptó ser segunda para aprovechar la maquinaria del PSB—, a lo que se sumaría el voto duelo.

Este último panorama, si bien podría hacer migrar alguna parte del electorado de clase media del PSB hacia Neves da Cunha —aunque bajando al tercer escalón de intenciones—, perjudicaría sobre todo a la candidatura de Rousseff porque la candidatura de Silva Vaz de Lima iría precisamente al electorado propetista —fue ministra del primer gobierno Lula da Silva—, que encontraría en la candidata propuestas similares a las del PT pero sin el desgaste de tres ejercicios de gobierno —ni de la corrupción.



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martes, 5 de agosto de 2014

Política: lengua y sofismas

La lengua que hablamos es uno de nuestros bienes preciados porque, por un lado, nos identifica y agrupa y, por otro, nos permite comunicarnos. Como nos demuestran, a partir de sus fundamentos respectivos la filología comparada (desde el siglo 18 con Burnett, predecesor de Darwin) y la biolingüística (contemporánea), la evolución de nuestras lenguas ha sido la respuesta de un grupo humano frente a medios y estructuras sociales cambiantes. Sin embargo, frente a esto puedo argüir un factor adicional: el lenguaje como instrumento de la política.

Abusando de lo sabido, ahora que en Bolivia, Brasil y Uruguay pululan las campañas electorales para sus respectivos comicios octubrinos, no es ocioso de recordar usos y abusos que la política da a nuestro lenguaje. Generalmente maquillaje de una verdad difícil (“proceso de rectificación” se le llamó al fracasado golpe de estado contra la perestroika que en 1991 intentaron altos funcionarios del Partido Comunista soviético y del gobierno) o parte de una estrategia (“default selectivo” en Argentina hoy), fallida o no, la mentira como elemento de comunicación política ha sido muy socorrida. 

Con propósito político, la mentira es tan antigua como las sociedades estructuradas: desde el “derecho divino” de los gobernantes en la antigüedad y medioevo hasta Der Lebensraum (“el espacio vital”) que justificó el expansionismo nazi a mediados del siglo pasado, pasando por el geocentrismo (donde ciencia, religión y política confluyen desde la antigua Babilonia hasta el Renacimiento, teorizado por Aristóteles y Claudio Ptolomeo para fortalecer la visión antropocéntrica del Universo) y llegando a otras más contemporáneas (que, como el cruento conflicto entre Israel y Palestina, se basa en muchas medias verdades y negaciones del otro), y los políticos han echado mano de ella cada vez que la necesitaron; no por falta de pudor Paul Joseph Goebbels, el “célebre” ministro de propaganda hitleriano, decía que “una mentira repetida adecuadamente mil veces se convierte en una verdad”...

Más sutil, es la “media verdad”, frase que oculta una mentira “a medias”. Verdades parciales, descontextualizadas o “verdades reconstruidas”, son mejores recursos que las mentiras plenas por dos razones: son más convincentes que éstas otras por la parte de verdad que tienen y, además, son menos identificables (o rebatibles) como falsas por ese mismo elemento cierto, aunque parcial, que contienen.

Si la “verdad” absoluta no existe porque toda verdad depende del contexto donde surge y de quiénes la emiten (cercano a una lógica difusa), un criterio válido sería desde la honestidad, buena fe y sinceridad de lo que se dice. Su manipulación conlleva la falencia de esos atributos (lo cual no impide que puedan ser mediaciones exitosas para quien las emite).

Nada mejor para el político que tergiversa la verdad que la frase de Abraham Lincoln: “Podrás engañar a todos durante algún tiempo; podrás engañar a alguien siempre; pero no podrás engañar siempre a todos.”




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Méndez Medina, H.: “La evolución del idioma.” Universidad de Puerto Rico s/f.