martes, 30 de abril de 2013

(Saber) leer encuestas


Las estadísticas son como un bikini: lo que dejan ver es sugerente, pero lo que esconden es lo mejor.” [Anónimo]

Este fin de semana fue publicada una encuesta en la que, entre otras interrogantes, se preguntaba si el encuestado votaría por el Presidente Morales Ayma si éste se presentaba de candidato a la reelección en 2014. Realizada por Captura Consulting, sus datos dan un promedio de propensión al voto de 41% de los encuestados, desglosado en 34% en Santa Cruz de la Sierra, 47% en La Paz, 50% en El Alto y 35% en Cochabamba; en otras dos sobre aprobación de IPSOS Apoyo, Opinión y Mercado (aunque sean preguntas distintas, puede establecerse un equivalente bastante aproximado entre el sentido de ambas), en enero de este año, la gestión del Presidente tenía 55% de aprobación, mientras que en marzo la misma empresa le daba 59%.

Aparte de las diferencias metodológicas entre ambos estudios (Captura trabaja sobre muestra de 600 investigados e IPSOS sobre más de un millar, con consiguientes errores muestrales distintos aunque similares niveles de confianza) y los objetivos (Captura buscaba tendencias de voto, potenciales sustitutos y aprobación de la habilitación mientras IPSOS medía aprobación de gestión), ambos estudios tenían en común lo que Carlos Toranzo Roca advertía en un comentario que “desfigura las respuestas en esta encuesta” (refiriéndose a la de Captura pero aplicable a las 3): están aplicadas sólo a poblaciones de los cuatro principales centros urbanos del país: Santa Cruz de la Sierra, La Paz, El Alto y Cochabamba. Empleando el recurso bastante heterodoxo (pero necesario porque el INE aún no ha dado los datos por ciudad) de considerar que la población de la ciudad capital de un departamento creció en la misma proporción que la global de toda su región, las cuatro ciudades tendrían cerca de 38% de la población total del país pero no necesariamente serían representativas del pensamiento de la población en otras ciudades menores e, incluso menos, del área rural. Si consideramos que el mayor desgaste de la gestión gubernamental está en los principales centros urbanos (una hipótesis bastante razonable), tendríamos que tener mucho cuidado con extrapolar los resultados de estos estudios a nivel nacional, sobre todo considerando que la principal fuerza del Movimiento al Socialismo está en zonas rurales (38% del total en 2001; 33% en 2012 según proyección de UNFPA Bolivia, que atribuyó casi un cuarto de millón más de habitantes al país) y, después, en zonas urbanas menores (otro posible 25%).

Conclusión: Una potencial distorsión de posibles resultados al extrapolarla a nacional. (En descargo de ambas empresas y de acuerdo con fichas técnicas de las propias encuestas electorales de Grupo MORI e IPSOS en 2002 y de IPSOS y Captura en 2009 y 2010, ninguna encuesta publicada ha sido totalmente nacional.)

Distorsión que puede incidir en decisiones de estrategia política, sobre todo en aspiraciones electorales de la oposición.

 (Y conste que siempre busco leer las encuestas…).

Referencias

miércoles, 24 de abril de 2013

Paraguay: Vuelve otro eterno, el retorno colorado


Cuando el primero de julio de 2012 el Partido Revolucionario Institucional (PRI) de México regresó al poder después de dos sexenios fuera de él, inició una nueva etapa para los Partidos Etern(izad)os en el Poder: ellos (71 años continuados en el manejo del país, entre 1929 y 2000); la Asociación Nacional Republicana (ANR), más conocido como el Partido Colorado de Paraguay (61 años ininterrumpidos desde 1954, aunque 78 en total contando una primera etapa desde 1887 a 1904, lo que lo hace el más permanente hasta 2008); el Comunista de Cuba (PCC, oficialmente 48 años desde su refundación en 1965, aunque gobernando como PURSC desde 1962); en Colombia el Liberal (fundado en 1848) y el Conservador (1849), intercambiados en el poder desde entonces (con un interregno militar: 1953-1957), y el Justicialista de Argentina (PJ, continuador del Peronista) que ha gobernado sin continuidad pero que, con distintas tendencias y “apellidos” ha estado omnipresente (gobernando —1947-1955, 1973-1976, 1989-1999 y 2002-2013— o en la oposición legal —1983-1989 y 1999-2002—, ambivalente —1976-1983, con algunos sectores opuestos y hasta enfrentados y otros no— o clandestina —1955-1973—) en la política argentina en los últimos 66 años, desde su fundación en 1947.

(Dejo a los sociólogos el estudio de por qué los electores en Latinoamérica vuelven a apostar a los mismos partidos —fenómeno del que excluyo el PCC porque es partido único.)

El domingo 21 de abril, Paraguay cumplió augurios al realizar sus comicios generales en plena normalidad. Elecciones de significativa importancia porque, con independencia del ganador, al ejercer su derecho democrático los electores paraguayos—además de elegir a su Presidente y su Vice, parlamentarios y gobernadores— demostraban a la comunidad internacional que en Paraguay se cumplían las reglas democráticas, liberándose del estigma antidemocrático impuesto por los demás gobiernos del MERCOSUR —hasta entonces Brasil, Argentina y Uruguay— y secundado por los de UNASUR tras la expedita destitución congresal del expresidente Lugo Méndez —que el mandatario uruguayo Mujica Cordano definió donde “lo político superaba largamente lo jurídico”— porque con esta elección y a pesar de augurios negativos de algunos gobiernos y la ambivalencia del mismo Lugo Méndez —su permanente crítico pero candidato al Senado—, se reafirma el status democrático del país.

El reto se cumplió. Cientos de observadores internacionales y más de un millar nacionales avalaron su legitimidad y tranquilidad, aunque matizada con denuncias de compras de votos y “acarreos” de electores. Elecciones con alta participación de 68.57% (2.391.790 electores) de los 3.516.275 habilitados y con sólo con 2.98% (71.388) votos en blanco y 2.48% (59.417) nulos.

Y, además, se cumplió con resultados de alternancia en el poder: Los colorados con su candidato ganador Horacio Cartes Jara —rico empresario (tabacalera, banca) y dirigente deportivo, incorporado a la política recién en 2009 y muy cuestionado por contrabando, entre otras acusaciones— regresaron al Gobierno luego de cuatro años en la oposición. Uno de los dos países menos poblados de Sudamérica hispanohablante, Paraguay en 2008 —año de la elección del exobispo católico Lugo Méndez a la Presidencia con la Alianza Patriótica para el Cambio (APC), asociación de 34 partidos y organizaciones, entre ellos el Partidos Liberal Radical Auténtico (PLRA) y sectores importantes del Patria Querida (PPQ), segundo y tercero en votación en 2003— les cerró su segundo ciclo gobernando. Esta victoria de la Alianza Patriótica para el Cambio también creó el mito del aporte decisivo de la izquierda a la victoria de Lugo Méndez —aunque la Alianza iba de derecha a izquierda radical y que, en realidad, en 2003 el PLRA y Patria Querida habían alcanzado, sumados sus votos separados, 4,2% de votos más que todo el resultado que obtuvo la Alianza Patriótica para el Cambio en 2008: 40.82%.

La victoria de los colorados en estas nuevas elecciones fue incuestionable —8.86% más de votos (cerca de 212 mil sufragios más) que el segundo, para 45.8% del total (48.45% de válidos)— al candidato de la Alianza Paraguay Alegre —PLRA (gobernante), Democrático Progresista, Encuentro Nacional y Social Demócrata, con apoyo circunstancial de sectores de la Unión Nacional de Ciudadanos Éticos (UNACE); el candidato de la Alianza fue Efraín Alegre Sasiain, del PLRA. Con este resultado, a los colorados paraguayos les fue mejor que al PRI mexicano en 2012 porque la coalición Compromiso por México —alianza del PRI con el Verde Ecologista de México— sólo alcanzó 38.21% —aunque en justificación para ellos se enfrentaban a dos fuerzas importantes: el Movimiento Progresista (integrado por los Partidos de la Revolución Democrática, del Trabajo y Movimiento Ciudadano), segundo en resultados, y el Partido Acción Nacional (PAN, gobernando desde 2000); también candidateó independientemente el Nueva Alianza, ex aliado del PRI hasta 2011.

¿Qué  lecturas principales dejan estas elecciones en la República del Paraguay (Tetã Paraguái en guaraní, su otra lengua oficial)?

La primera, que la democracia paraguaya está posicionada, con las libertades aseguradas —demostradas en la alta participación, en la tranquilidad de los comicios (avalada por los observadores) y en la victoria de un partido en la oposición— y que las decisiones políticas que la excluyeron de casi todas las entidades de la Región en 2012 no tienen ya justificación.

La segunda, que el peso de la izquierda post Lugo —que asistió dividida: de una parte, el Frente Guasú (del que forman parte los Partidos País Solidario, Frente Amplio, De Participación Ciudadana, Popular Tekojoja, Comunista Paraguayo, Convergencia Popular Socialista, Del Movimiento Patriótico y Popular y De la Unidad Popular, el Bloque Social y Popular con 8 organizaciones y los Frentes Social y Popular y Patriótico Popular) con Lugo Méndez yendo al Senado, y de la otra Avanza País (la principal, desgajada del lugismo y formada por los Partidos Revolucionario Febrerista, Movimiento al Socialismo, Demócrata Cristiano y Paraguay Tekopyahú, el Movimiento 20 de Abril y la Unidad Democrática para la Victoria)— ronda sólo 9,2% (totales y 9,73% válidos) en conjunto, confirmando que en 2008 su aporte electoral a la Alianza Patriótica para el Cambio fue minoritario.

La tercera: el fin de los caudillismos en el país con la desaparición de UNACE, que del tercer lugar en 2008 (21.98% de votos) bajó al sexto en éstas (0.8%, ambos de totales) tras la trágica muerte de su líder Lino Oviedo Silva en un accidente aeronáutico en plena campaña electoral. Poco más de dos meses bastaron para el desbande de sus votantes, algunos pocos hacia la Alianza Paraguay Alegre y la mayoría hacia el Partido Colorado, de donde se había desgajado en 2002.

Mis conclusiones

Tras estos resultados y aunque falta la composición definitiva del Congreso, la orientación política del país se ubica hacia la derecha del espectro ideológico, entre el centroderecha (Colorados) y la derecha (PLRA) en significativa mayoría: 82.74% de los votos emitidos (87.53% de válidos o efectivos), que llega a 83.54% de totales (88.37% de válidos) si sumamos los de UNACE, de tendencia de derecha, confirmando la preferencia por un discurso conservador, fuerte y nacionalista. El resto (10.99% de votos totales y 11.63% de válidos) se lo reparten el amplio (y coyuntural) espectro de sectores de la izquierda paraguaya —Avanza País, Frente Guasú, Partidos de los Trabajadores y Patria Libre— con 9.42% (totales y 9.97% válidos), el centro —Patria Querida, Blanco (Unión Nacional Cristiana) y Humanista Paraguayo: 1.41% (totales y 1.49% válidos)— y las feministas del Movimiento Kuña Pyrenda: 0.16% (totales y 0.17% válidos).

El gran perdedor fue UNACE y demostró que el partido había sido su caudillo; tras su muerte, desaparece.

El otro perdedor importante fue Patria Querida, declinando sus aspiraciones presidenciales desde 21.94% en 2003, bajando a 2.37% en las de 2008 hasta llegar a 1.13% (siempre en totales) en esta elección. ¿El mensaje de los electores?: La necesidad de una reingeniería y un nuevo discurso.

Internacionalmente, ya no hay argumentos para excluir a Paraguay de los organismos regionales —presunto quiebre democrático— ni causas externas que lo provoquen —la incorporación de Venezuela a MERCOSUR. Por lo pronto, el Presidente electo Cartes Jara ha iniciado acercamientos con otros países miembros para su retorno de pleno derecho.

Referencias


lunes, 22 de abril de 2013

El previsible retorno de los colorados al poder


Cumpliendo augurios, Paraguay tuvo ayer sus comicios generales en plena normalidad. Elecciones de doble importancia: la primera, con independencia del ganador, demostrar a la comunidad internacional que en Paraguay se cumplía con la democráticas; la segunda, comprobar si —como el PRI en México en 2012— la Asociación Nacional Republicana, los colorados que habían perdido el poder en 2008 tras 61 años de tenerlo ininterrumpidamente —78 en total desde 1887—, podía regresar triunfante.

Los dos se cumplieron. Del primer reto, cientos de observadores internacionales y más de un millar nacionales avalaron su legitimidad y tranquilidad —aparentemente sólo turbada por la detención de dos sicarios bolivianos que confesaron que iban a asesinar a un político no identificado para enturbiar los comicios—, aunque matizada con denuncias de compras de votos y “acarreos” de electores; de la segunda, a los colorados les fue mejor que al PRI porque ganaron con más de 45% de los votos emitidos —la alianza del PRI con los Verdes alcanzó poco más de 38%.

¿Cuáles son las principales lecturas resultantes? 

La primera: la democracia paraguaya está posicionada —ganó un partido en la oposición— y que las decisiones políticas que la excluyeron de casi todas las entidades de la Región en 2012 no tienen ya justificación. 

Segunda: el peso de la izquierda post Lugo —dividida: Avanza País (la principal) y Frente Guasú, con Lugo— ronda sólo 9% en conjunto, confirmando que en 2008 su aporte electoral a la Alianza Patriótica para el Cambio —que derrotó a los colorados y llevó a Lugo al poder— fue minoritario. 

La tercera: el fin de los caudillismos en el país con la desaparición de UNACE —aliados coyunturales de los liberales, que del tercer lugar en 2008 bajó al séptimo— tras la trágica muerte de su líder Oviedo.


Referencias

martes, 16 de abril de 2013

(Re)parábola del hijo pródigo


El arte de vencer se aprende en las derrotas.” [Simón Bolívar, el Libertador]

En la parábola bíblica, el hijo pródigo dilapida en corto tiempo la heredad en vida del padre; en la nueva versión venezolana de la parábola, el hijo pródigo dilapida, en más corto tiempo, la heredad política —el caudal electoral— de su padre (y digo “padre” porque sólo repito las palabras del que se considera hijo).

En octubre de 2012, Hugo Chávez Frías —derrochando con pasión su vida para mantener su legado— ganó las elecciones con 8.191.132 de votos —55.07% del total de válidos — y con una participación masiva de 15.010.584 de electores —80,67% del padrón, la más alta en todas las presidenciales desde 1998 cuando ganó HChF por primera vez—; su oponente Henrique Capriles Radonski obtuvo el mejor resultado para un opositor desde que HChF llegó al poder —6.591.304 votos: 44,31%—, quedando a 1.599.828 votos del Presidente electo —10,76% menos. 

Seis meses después, el 14 de abril —poco más de un mes de la muerte del líder bolivariano y menos aún de su entierro—, el candidato designado por HChF como su sucesor, Nicolás Maduro Moros, es proclamado por el Consejo Nacional Electoral con 7.505.338 de votos —50,66% de los válidos— contra 7.270.403 de HCR —49,07%—, una diferencia de 234.935 votos —no 300.000 como afirmó MM en su discurso de victoria—, 1,59% de diferencia sobre una participación de 78,71% de los electores inscritos —la segunda luego del récord del 7O. Es decir: en tan corto período, oficialmente el Presidente Encargado NMM obtuvo 685.794 votos menos que el líder fallecido y el opositor HCR ganó 679.099, acortándose las distancias en 9,17% respecto al 7O.

A esto se suma que HCR y la Mesa de la Unidad Democrática no reconocieron los resultados y pideron el recuento manual de los votos, auditoría ciudadana que ya había sido solicitada por el rector del CNE Vicente Díaz Silva sobre 100% de las papeletas depositadas en urna tras el voto electrónico. (En Venezuela se acostumbra auditar 53% de los votos emitidos.)

Con independencia de los resultados de la posible auditoría, la victoria de NMM puede convertirse en pírrica si no soluciona la división del país porque necesitará muchos consensos para lograr la gobernabilidad de Venezuela, un país que hoy enfrenta muchos problemas —económicos, sociales, políticos— consecuencia de gestiones más políticas que económicas. El triunfalismo de su discurso de victoria puede ser el inicio del fracaso de su nueva Administración, sobre todo porque el candidato no fue MM sino ChF.

La permanencia del legado político y social de HChF —fundamental más allá de sus desaciertos de gestión— peligrará si no saca a Venezuela de sus crisis, pero para ello el próximo presidente tendrá que ser él mismo y no su antecesor y se tendrá que reconstruir la unidad del país.

El hijo haría bien entendiendo la nueva realidad. Porque los panas ya parecen que no creen en mitos.

Nota: Los datos utilizados los tomé de medios internacionales porque desde el mismo 14 el Website del CNEV no es accesible.

Referencias

Venezuela en dos mitades


Ayer Venezuela votó masivamente y Nicolás Maduro Moros fue confirmado por el CNE como el futuro Presidente por una diferencia de 1,59% de los votos válidos.

Una victoria pírrica si no entiende que hay un país dividido: una mitad que votó por Chávez Frías –el verdadero candidato del PSUV– y otra mitad que votó por un cambio –y que aún no le acepta. A NMM, si la revisión de votos lo confirma, le tocará gobernar un país con muchos problemas –económicos, sociales, políticos– y su gobernabilidad será muy difícil, sobre todo si mantiene el triunfalismo de su discurso de victoria.

Los próximos meses serán decisivos para Venezuela y el legado político de HChF; en ellos, la capacidad de consenso será fundamental: obviarla puede significar su fracaso.

Tres tareas importantes para el próximo gobierno: Aprender a gobernar sin necesidad de arroparse en su antecesor; comprender que hay que conciliar y no dividir más al país, y sacar a Venezuela de sus crisis.

Tareas pendientes de 14 años que no son imposibles. Pero muy difíciles sin Chávez Frías.
  

Referencias



Política y chacota


Si no fueran tan fundamentales para el futuro de Venezuela los próximos comicios ni quien lo dijera es la cabeza del Estado, la anécdota de que el difunto Presidente encarnó en un "pajarito chiquitico" y se le apareció al actual encargado y candidato oficialista Nicolás Maduro Moros y que, en silbidos, ambos “hablaron” y HChF le dio su bendición en su primer día de campaña cuando estaba orando, solo, en la casa natal de HChF, quizás sería motivo de chacota en algún corrillo. Pero no lo es porque el domingo 14 de abril lo que vota Venezuela es el legado político de la Revolución Bolivariana.

Dos cortas semanas de campaña —aunque los dos candidatos (hay otros cinco, irrelevantes) empezaron el proselitismo desde su misma inscripción en marzo— han obligado a centrar los mensajes en un tema central: la seguridad ciudadana. Con 16.072 muertes violentas en 2012 —56 homicidios por 100 mil habitantes, sólo detrás de Honduras, “líder” mundial— informadas por el propio Gobierno —el Observatorio Venezolano de Violencia supone que fueron 21.692 personas para una tasa de 73—, el tema de la creciente y desbordada inseguridad ha centrado los discursos de ambos candidatos, descartando los continuos insultos y la falta de propuestas relevantes y diferenciadoras en lo económico y político —más allá de seguir o abandonar el chavismo—, incluso a pesar del riesgo para Maduro Moros de criticar la ineficiencia de su antecesor en solucionar esta violencia.

La misma inseguridad que, unida con el desabastecimiento y la inflación y sumada al desatinado y falaz manejo informativo oficial sobre la enfermedad de HChF, está reduciendo la amplia ventaja con que el oficialismo arrancó su campaña, arropado en el duelo por HChF.

Lo que menos necesita Venezuela es una victoria pírrica.

 

Referencias