martes, 24 de noviembre de 2015

¡Bye, bye Cristina!


«Muchas veces la palabra cambio puede sonar muy atractiva pero tenemos que darnos una discusión muy profunda sobre qué tipo de cambios queremos los argentinos.» [Scioli Méndez tras la primera vuelta.]

El domingo Argentina apostó por un cambio, pero no el de “La continuidad con cambio”  (mantener el modelo kirchnerista pero con algunos cambios graduales) que propugnaba el oficialista Daniel Osvaldo Scioli Méndez si no un cambio real: Por eso votó 51,40% (sobre 99,17% escrutado) por el liberal Mauricio Macri Blanco, un ferviente opositor permanente al kirchnerismo, en un balotaje en el que votó 80,89% de los electores habilitados, según datos oficiales. La vicepresidente será Marta Gabriela Michetti, parapléjica y descendiente del ex presidente Arturo Illia Francesconi.

Doce años de la Era Kirchner llegan a su fin. Casta “ideológica” iniciada con Néstor Carlos Kirchner Ostoić al ascender a la presidencia en 2003 y seguida en 2007 y 2011 por su esposa Cristina Elisabet Fernández Wilhelm de Kirchner, su continuidad quedó frustrada cuando en 2013 su Frente para la Victoria, a pesar de ganar las legislativas de medio término, no alcanzó la mayoría calificada para reformar la constitución y poder ir a la re-re para que en 2019 pudiera sucederle su hijo Máximo con el poder de La Cámpora (el núcleo duro del kirchnerismo, bastante disminuida ahora).

La nueva administración será un cambio radical (pero imprescindible) desde un modelo populista, aislacionista, confrontador y prebendalista a otro desarrollista e integrador. Para los defensores del kirchnerismo, la alternabilidad sólo producirá más miseria y desigualdad social; sin embargo, ocultan engañosamente (o autoengañados por la bruma de la ideología) que, a pesar de que en 2014 el gobierno aumentó la cantidad de hogares beneficiarios con planes sociales de transferencias de ingreso del 20,2% en 2010 al 28,6% (8,3% más), los pobres aumentaron a 28,7% (“casualmente”), alrededor de 11 millones de argentinos según el censo de 2010, según el estudio permanente de la Universidad Católica Argentina (desde fines de 2013, cuando informó un 4,7%, el gobierno no difunde los datos oficiales de pobreza ni de inflación, aunque en junio pasado CFK estimó que era de menos del 5%); el mismo estudio de la UCA estimó que en 2014 la indigencia también se incrementó al 6,4%. Las causas de estos deterioros fueron alta inflación, recesión y falta de empleo porque el fracasado clientelismo político K ha condenado a los argentinos a ser cada vez más pobres sustituyendo el trabajo de calidad por bonos tras la crisis de su sistema productivo por las malas políticas gubernamentales: La tercera economía de Latinoamérica y 25va. mundial, con PIB de USD 540,2 MM en 2014 (datos Banco Mundial), ese mismo año tuvo un crecimiento del 0,5%  y para este año y 2016 el pronóstico es de 0,1 y -0,7%, respectivamente (FMI).

El domingo, en un comentario publicado antes de las elecciones, auguré que la victoria de Macri iniciaría el fin del populismo en Latinoamérica y daría un impulso simbólico a la oposición venezolana en las legislativas del 6D (para las que se le pronostica un amplio margen favorable, lo que ha provocado nerviosas amenazas golpistas por parte de Maduro Moros), a la vez que contribuiría a fracasar el ya debilitado afán releccionista en Ecuador (recién Rafael Correa Delgado dijo que no se presentará a un nuevo período).


Información consultada

http://www.datosmacro.com/paises/argentina                  

domingo, 22 de noviembre de 2015

Implicancias de un balotaje entre porteños


Hoy dos porteños por nacimiento —Macri jefe de gobierno saliente de la Ciudad de Buenos Aires, y Scioli actual gobernador de la provincia de Buenos Aires—, inauguran los balotajes en ese país, aunque en 2003 pudo haber entre dos peronistas pero el expresidente Carlos Saúl Menem desistió a favor de Néstor Kirchner por la gran cantidad de rechazo que el ex tenía.

Esta vez, la diferencia salta los matices dentro del peronismo: Daniel Scioli Méndez es heredero del kirchnerismo, por mucho que trate de distanciarse y que la presidente CFK lo repudiara y humillara continuamente, y para lograr la postulación tuvo que aceptar muchos compromisos políticos, incluido como segundo el Chino Carlos Alberto Zannini, estrechamente vinculado desde 1984 a los Kirchner, mientras Mauricio Macri Blanco ha sido un opositor permanente al kirchnerismo. Y aunque en el espectro ideológico ambos tratan de acercarse al centro —Scioli desde la confusa centroizquierda del FpV y Macri desde la centroderecha del PRO— y en economía ambos propugnan cambios al actual sistema —Macri con posible sentido de emergencia y Scioli con la lenta gradualidad que le permita el kirchnerismo—, no queda duda que la Era K finalizó cualquiera sea el ganador.

Pero el posible triunfo de Macri tendría mayores significancias. Para Argentina, Macri significaría un cambio radical desde un modelo populista, aislacionista, confrontador y prebendalista a otro desarrollista e integrador, así como el final de una casta “ideológica” —representada por la familia Kirchner y La Cámpora.

Pero para Latinoamérica, la victoria de Macri sería el inicio del fin del populismo y daría un impulso simbólico a la oposición venezolana en las legislativas del 6D, a la vez que contribuiría a fracasar el ya debilitado afán releccionista en Ecuador.

Información consultada

https://es.wikipedia.org/wiki/Propuesta_Republicana

martes, 10 de noviembre de 2015

Cuba y su nueva revolución


«Siendo los mismos hemos empezado a ser otros.» [Palabras de Roberto Verrier Castro, director de ProCuba, en la presentación de la marca pero aplicables al país.]

En diciembre de 2006 La Habana era la expresión del fracaso de un modelo basado en la ideología y no en la economía: carestía, ineficiencia generalizada, descontrol… apatía del país. Nueve años después, los cambios son perceptibles: A pesar de sus calles penumbrosas y con repetidos baches, florecen los anuncios lumínicos de emprendimientos privados (algo impensable antes); los que trabajan en ellos recuperan la eficiencia; el cubano de a pie tiene expectativas positivas de desarrollo (aunque no entienda el cómo, el “vamos mejorando” es un mantra); la ciudad (meca del turismo, pilar fundamental de la economía) empieza a estar más limpia y junto a las consignas de siempre (menos confrontacionales) se oye, aún a sotto voce, el remake “¡Cuba Sí, yanquis también!”.

En 2006 Raúl Castro Ruz accedió interinamente a la presidencia del país pero no fue hasta 2008 que la asumió efectivamente y 2011 cuando tomó la dirección del Partido Comunista, cerrando el ciclo de ejercicio del poder que, con distintas denominaciones, su hermano Fidel había ejercicio durante 5 décadas. Castro Ruz el Menor inició un ciclo pragmático de cambios progresivos y cada vez más acelerados del sistema socioeconómico marcado por los subsidios y la ineficiencia a otro eficiente, incluyendo el desmantelamiento de estructuras estatales que frenaban el desarrollo económico y comenzando por la propia mentalidad pretendidamente “igualitaria”. Una de sus expresiones simbólicas fue la designación de un civil (tampoco líder “históricos”), Miguel Díaz-Canel Bermúdez, como segundo en la estructura del Estado aunque, posiblemente, hasta el momento con más poder nominal que real.

En estos días, fui invitado en La Habana a la presentación que hizo Rodrigo Malmierca Díaz, Ministro del Comercio Exterior y la Inversión Extranjera, de la Cartera de Oportunidades de Negocios para la Inversión Extranjera en Cuba (casi 400 proyectos prioritarios pero no excluyentes en 12 sectores económicos, entre ellos considerados estratégicos como turismo, petróleo y agroalimentos) y el Directorio Comercial, una acentuada apertura con respecto a años anteriores y sostenida sobre la Ley 118 de inversión extranjera.

Toda esta revolución económica se ejemplifica en el éxito de las transformaciones que desde el Poder sucedieron ya en China y Vietnam, donde para mantener sus cuotas del poder político necesitaron abrir el acceso al poder económico para que crecer sin planificación centralizada ni subsidios; también es la única opción después de haber perdido los padrinazgos de la desaparecida Unión Soviética y, más cerca, de Venezuela y no tener ningún otro posible. Importante le fue, sin dudas, el inicio del descongelamiento de las relaciones entre Cuba y EEUU y el paulatino desmantelamiento del bloqueo.

El gran potencial de Cuba es la instrucción de su población pero en contra inciden la falta de eficiencia y productividad, servicios deficientes y caros (comunicaciones, bancarización, etc.), estructuras y mentalidades obsoletas. Sobre todo, es el momento confrontacional entre quienes entienden que hay avanzar, los que se desesperan por acelerarlo y los que quieren que nada cambie. Pero esta nueva revolución es irreversible, como reafirmó Malmierca Díaz.

Información consultada