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lunes, 31 de octubre de 2022
viernes, 28 de octubre de 2022
SunTzu, la lucha por el Censo y el Buen Gobierno (versión larga)
Desde que en 1910 se publicara la primera traducción al
inglés de El arte de la guerra de Sun Tzu
(Sūn
Zǐ Bīngfǎ), el libro de consejos estratégicos militares del siglo v a.C. se ha convertido en un referente
obligado para involucrados e interesados en la política, los negocios,
los deportes y —no podía faltar— la guerra, convirtiendo al Maestro Sun hoy en
una estrella mediática como también lo es Maquiavelo y por las mismas razones:
el arte de ganar.
No voy a entrar al detalle del libro pero algunos de sus
juicios nos serán útiles para entender mejor el momento actual, sobre todo
porque escribo la víspera de lo que el Maestro Sun definiría como la Batalla
Final de este momento en el que nos encontramos defendiendo en Bolivia el
derecho a ser contados, el derecho a ser debidamente representados y el derecho
a elecciones libres: la Asamblea de Cochabamba, de la que volveré a escribir en
poco. Tampoco entraré en el contenido de la Boleta Censal porque desde 2012
vengo abogando contra la manipulación demográfica para justificar una
inexistente mayoría indígena del país que justificaría la supuesta Revolución
Cultural del Masismo.
Entre 2008 y 2009 se dio el enfrentamiento político entre el
gobierno de Morales Ayma y los gobiernos departamentales de la llamada Media
Luna; en 2008, el gobierno de Morales Ayma estaba debilitado, la economía no
había recibido el impulso de los ingresos extraordinarios por la coyuntura
internacional y la Media Luna era mayoritaria en extensión y recursos, lo que
dio una falsa seguridad que se entendió por algunos de sus líderes como la
capacidad para vencer al masismo. Sin embargo, Morales Ayma contaba con el
apoyo estratégico de Chávez Frías y pronto recibiría sus petrodólares y sus
agentes de seguridad; además, un gravísimo —y muy soberbio— error estratégico
de la oposición en el Congreso le dio la oportunidad ese año de eliminar a
varias autoridades opositoras mediante el referéndum revocatorio promovido por
la misma oposición, a lo que en 2009 se sumaron los sucesos del Hotel Las
Américas, el apresamiento del sector más radical de la oposición cruceña, la
aprobación en referéndum de la nueva Constitución —a la medida del masismo— y
la elección de Morales Ayma para otro período, ahora sin oposición
significativa en el Congreso. Casi una década después, fue cuando nuevamente la
oposición al modelo y al prorroguismo masista se pudo volver a sentir en 2016
en un proceso que logró su culmen en 2019, lamentablemente frustrado desde
dentro —además del permanente enfrentamiento masista— por inconsistencias de
algunos y mezquindades de otros.
Estamos en 2022 y desde muy a comienzos de año especialistas
liderados por la Universidad Autónoma Gabriel René Moreno empezaron a
cuestionar la falta de información sobre el censo que debía realizarse el
próximo 16 de noviembre, sobre todo cuál era el nivel de avances en
preparación, de la que cartografía actualizada era prioridad —en el de 2012 se
utilizó la cartografía, totalmente desfasada, del de 2001, y eso costó un
aproximado de 800 mil no censados— pero la respuesta permanente desde las
autoridades correspondientes fue evasivas con mensajes exitistas. Luego, esas
autoridades “renunciaron por asuntos personales” y las nuevas informaron que no
podría hacerse; en una reunión de autoridades departamentales y alcaldes de las
principales ciudades —Consejo Nacional de Autonomías, con ausencia voluntaria
del gobernador de Santa Cruz— la fecha nueva propuesta por el gobierno fue
finales de 2023 pero dos gobernadores — Beni y Pando, elegidos opositores—
arguyeron que gran parte de sus poblaciones se movían entre ambos durante la
cosecha de la castaña y era mejor aplazarlo, quedando a mediados del primer
semestre de 2024.
El que sea el 2024 implicaría: los resultados poblacionales
estarían en 2025 —en 2012 demoraron 2 años— y la distribución correspondiente
de recursos fiscales de acuerdo con ellos —sin Pacto Fiscal seguramente— no se
haría hasta el presupuesto de 2026, en el mejor de los casos; no habría
reasignación efectiva de escaños en Diputados hasta las elecciones de 2030 y
hasta esa misma fecha —elecciones judiciales y municipales por medio—
cargaríamos un registro electoral basado en la biometría cuestionada de 2009.
Por lo tanto, el pedido de Censo en 2023 es absolutamente
justo y justificable. Sin embargo, el camino no fue estratégico.
La amplísima fuerza popular que respaldó el pedido de Censo
en 2023 en el Cabildo —los cabildos son reconocidos en el Artículo 11 numeral
II de la Constitución como formar de ejercer la democracia, pero son
inefectivos legalmente porque nunca han sido regulados por Ley, como ahí mismo
se menciona— aprobó el reclamo pero éste tenía una coyunda: un período preciso
y expreso. Quizás si algún representante del gobierno departamental hubiera
estado en el CNA podría haber aportado flexibilidad temporal.
El Gobierno Nacional —en medio de su crisis con el evismo,
con graves problemas económicos, con multitud de reclamos en contra y, en todos
los dos años de gobierno, con la muy débil actitud permanente de extender la
posibilidad de soluciones hasta que tiene que conceder, con más debilitamiento
de resultado— empezó nuevamente su juego de extender y denostar y desde el
Comité Interinstitucional algunos de sus miembros lo entendieron por
extenuación y devolvieron insultos y sumaron requisitos.
El arcismo y el evismo, frente a Santa Cruz como enemigo
común, coyunturalmente se han unido para atacar el movimiento cruceño, al que
le faltó preparar con tiempo los apoyos nacionales que están espontáneamente
ahora surgiendo. Como en 2008 y 2009, el oficialismo está cercando a Santa Cruz
y atacándola en una de sus dos fortalezas principales: su poder económico —la
otra, su dignidad, es incoercible.
La Gobernación y el Comité Cívico no estarán en la reunión
de hoy en Cochabamba. Si Arce Catacora quiere ganar laudes y quedar como el
pacificador, podrá anunciar el Censo a finales de 2023: será su victoria en su
reunión. También —sería un yerro que arrastraría— dejarlo para 2024.
«Lo supremo en el arte
de la guerra consiste en someter al enemigo sin darle batalla.» (Sun Tzu)
Información consultada
https://es.wikipedia.org/wiki/Asalto_al_Hotel_Las_Américas
https://es.wikipedia.org/wiki/Crisis_política_en_Bolivia_de_2008
https://es.wikipedia.org/wiki/El_arte_de_la_guerra
https://es.wikipedia.org/wiki/Nicolás_Maquiavelo
https://es.wikipedia.org/wiki/Referéndum_revocatorio_de_Bolivia_de_2008
https://es.wikipedia.org/wiki/Sun_Tzu
https://gestion.pensemos.com/11-frases-de-planeacion-estrategica-de-sun-tzu-que-debe-conocer
https://laedu.digital/2021/03/28/principios-estrategicos-para-gerentes/
https://psicologiaymente.com/reflexiones/frases-sun-tzu
https://www.aacademica.org/000-096/616.pdf
https://www.muyhistoria.es/h-moderna/articulo/seis-frases-de-maquiavelo
https://www.oas.org/dil/esp/constitucion_bolivia.pdf
https://www.uv.mx/personal/marisperez/files/2013/06/El-Arte-de-la-Guerra.pdf
viernes, 21 de octubre de 2022
Censo
¿Mestizo,
indígena o no-indígena?
Llevamos meses en discusiones bizantinas sobre el Censo N°
12. Y han sido bizantinas porque, primero para el mestizaje y luego para la
fecha, nunca hubo voluntad de discusión y sí muchos denuestos de parte de
quienes deciden por el Censo: desde el Gobierno Nacional. Pero, adelanto un
primer argumento: los entiendo desde su visión —no cosmovisión— por supervivencia aunque, por sentido de convivencia y gobernanza
democráticas, los critico y rechazo.
¿Por qué la categoría mestizo no se incluye en el Censo? Ésa
fue la primera confrontación —repitiendo las similares que tuvimos para el de
2012— y no voy a considerar en los argumentos los de algunos que, por razones
identitarias o de sentido de nación —entendibles e incluso respetables a pesar
de que las critico—, no han apoyado la inclusión; me referiré a las oficiales y
“oficiosas” que aducían “recomendaciones internacionales” —espulgadas hasta
donde les convenía o, posible también, sólo leída una línea descontextualizada dentro
de un brief instruido y repetido a pie juntillas al cansancio— y a quienes, en
pose iracunda cual Justicieros de Marvin, nos acusaron de “racistas y
discriminadores” a los que opinábamos que era importante incluir la categoría
mestizo, cuando los discriminadores eran quienes aventaban el epíteto. (Y para
su sonrojo, deberían revisar, no censos en Brasil —el país del mestizaje en la
America Mestiza que mencionaba Darcy Ribeiro— sino el último Censo en Cuba,
país epítome aspiracional del socialismo 21 para el masismo Bolivia, que incluye
sin complejos y orgullosamente su mestizaje.)
La explicación de la renuencia gubernamental sobre la
autoadscripción étnica (porque fue autoadscripción lo que se pidió en 2012 y,
aparentemente porque no se conoce aún la nueva boleta o, al menos, su proyecto)
no es antropológica ni ética: es de puro discurso político.
El MAS-IPSP llegó al poder con un discurso de reivindicación
indigenista “para un país indígena”. Veamos las falacias: La primera es que ese
discurso del MAS-IPSP se apoyaba en dos pilares: una “Revolución Democrática y
Cultural” —básicamente una despatriarcalización y revaloración de lo indígena
(en la práctica, focalizado en una potenciación de lo aymara)— y un “Nuevo
Modelo Económico, Social, Comunitario y Productivo” alternativo al capitalista
y orientado al desarrollo endógeno en economía e industrialización —heredero
del fracasado pensamiento prébischiano de desarrollo autárquico sustituyendo
importaciones—; para no abundar mucho en el modelo económico —propuesto por el
grupo Los Duendes, formado por el actual Presidente junto con el fallecido Carlos
Villegas Quiroga, ambos vinculados al Partido Socialista— y del que han escrito en abundancia mucho más doctos en
ello que yo, éste fue realmente exitoso en potenciar la demanda interna a
través de transferencias de recursos ingresados por el súperciclo de precios de
nuestras exportaciones —causa exclusivamente exógena— pero acabó su éxito
cuando cayeron los precios internacionales sustituyéndose la caída de ingresos externos
por endeudamiento público (interno y externo) y déficit presupuestario (agregue
inversiones millonarias inútiles y sobreexplotación hidrocarburífera sin inversión
en exploración).
El indigenismo del MAS-IPSP tuvo componentes fuertes del
indianismo excluyente de lo “exógeno colonial” —ahora más en el discurso de
Choquehuanca— pero el discurso de “Bolivia País Indígena” (y el constructio “Evo Líder Mundial del
Indígenas”) quedó perforado en el Censo 2012, cuando —a pesar de sus falencias—
dio que «41,7%, no “más del 90%” como
afirmó una vez el vicepresidente Choquehuanca) se reconocían como indígenas
originarios campesinos» (“De
censos, racismos, mestizajes, miedos y confesiones”, Página Siete, 15 de abril de 2022). Si entendemos que en el Censo
2001 la autoadscripción fue del 61,3%, en 2012 hubo un 20% menos de
autorreconocimiento, entonces ¿cuál sería esa autoadscripción IOC en 2022 (o
2023)? Y, sobre todo, ¿qué pasó? Pues que al emigrar a las ciudades (el
mundo rural se despuebla), los jóvenes se mestizan cultural y socialmente. Pero
un nuevo discurso realista “Bolivia País Mestizo” no cala en el imaginario
masista.
(Para ver más data censal de este tema, anoto otra columna
mía publicada en Página Siete y Los Tiempos: “Bolivia, la nación mestiza”, 29 de abril).
¿En 2022 era sí
y en 2023 es NO?
El otro gran tema sobre el Censo es el cuándo. Y aunque fijar
la fecha debe ser argumento técnico, el cuándo
más que fecha es la temporalidad que desencadenará una larga secuencia de
resultados.
Hagamos un poco de memoria: «El XI Censo de Población y Vivienda debió realizarse en 2010: la Ley
N° 2105/2000 legisló [que los Censos] se
efectuarán obligatoriamente todos los años terminados en cero»; sin
embargo, ya ese Censo no se hizo en año en cero (2010): «se realizó en 2012 y demoró más de dos años en tener resultados
oficiales, difundidos oficialmente el 30 de junio de 2016 (“casualmente después
de convocadas las elecciones”)». (“El Censo desnudo”, Página Siete y Los Tiempos,
25 de julio).
El duodécimo tocaba en 2020 pero había pandemia, así que se
fijó para el 16 de noviembre de este 2022 mediante un Decreto Supremo: el Nº
4546/2021, que lo declaró prioridad nacional; a partir de eso, el entonces director
del INE y la entonces ministra con tuición continuamente declararon hasta
mediados de este 2022 que todo estaba “bajo control” —a punta afilada— para hacer el Censo en esa fecha aunque no dijeran
cómo y en qué avanzaban. Y las dudas de muchos entonces pasaron a casi
certezas, con argumentos sólidos que pedían información y decían “no se llega”.
(Realmente no sé la razón de la entonces insistencia gubernamental en hacerlo a como fuera en 2022 porque —como
veremos en poco— ¡al Gobierno —menos aun al MAS— NO le convenía hacerlo!
Llegaremos a ello.)
Y ahí fue la —pretendida— “gran jugada” del Gobierno
Nacional: convocó un Consejo Nacional de Autonomías —inútil desde 2010 para
aprobar un Pacto Fiscal— y «con ausentes
que no debieron serlo, se aprobó pasar el Censo para el 2024 “para hacerlo como
debe ser” y un nuevo Decreto Supremo —el N° 4760 de fecha 14 de julio de 2022—
lo pontificó, tirando el otro —el Nº 4546— al cesto de los derogados. En fin:
que como los Decretos Supremos los hace el Presidente y sus ministros, no es
complicado hacerlos ni deshacerlos» (“El año del Bicentenario”, Página Siete y Los Tiempos, 14 de octubre).
Pero hasta esa reunión del CNA —repito: «con ausentes que no debieron serlo»—, ¿recién en julio desde el
Gobierno Nacional “descubrieron” que no estaba listo el Censo para 2022 y que
“sólo podrían hacerlo en 2024”? Me pregunto entonces, como muchos: ¿por qué no
aprendieron a los dos mentirosos que habían estado engañando a todo el país?;
porque todos sabemos que es sólo dar una rápida orden y las huestes limeñas
podrían hacer los cepos.
«Y acá empezó la
sogatira a la boliviana. Un departamento —Santa Cruz— proponiendo Censo en
2023, un Gobierno negando esa posibilidad [hasta 2024], Gobernadores callados o aceptando —“opositores”, cuasi oficialistas y
oficialistas— y una decena de alcaldes entre que sí y que no. Y así hasta el
cabildo —supervisado por el TDE [aún sin su informe]— y la propuesta de paro ciudadano aprobada por aclamación» (“El
año del Bicentenario”).
Mañana es el paro, resta un día (“a la boliviana” llegando
al filo del precipicio) para que pueda darse un desarme tensional que pide casi
todo el país, sin imposiciones pero mostrando buena voluntad, y se podrá hacer
un debate técnico —porque eso es el Censo: eminentemente técnico— y se avance
en consuno. Esa es una solución win win:
gana el Gobierno Nacional “porque oyó al pueblo” y ganamos todos los que
apoyamos el Censo en 2023.
Pero, como en el debate sobre mestizo, indígena o
no-indígena, la renuencia a
moverlo al 2023 no es técnica: es política.
«Lo primero es guita:
lógicamente, una fotografía dirá cuáles departamentos, municipios y
universidades han crecido más y cuáles menos —o decrecido— y eso es repartir la
pitanza […]. Y aunque haya poco que
repartir […], habría que hacerlo. Pero
si el Censo fuera en 2024 y sus resultados en 2025 o 2026, “se patea la pelota”
para el próximo Gobierno» (“El año del Bicentenario”).
«Lo segundo es
representatividad: a más porcentaje de población, más representatividad (así
dice la Constitución) […]. Al igual
que la guita, conviene a unos y no conviene a otros —y casualmente los
emigradores vienen de los departamentos más fieles oficialistas. Pero si el
Censo fuera en 2024, y sus resultados en 2025 o 2026, “se patea la pelota” para
las elecciones de 2030».
«Y lo tercero —que
considero fundamental— es que si hay resultados del Censo en 2024 (censo en
2023 y presión para resultados), sabríamos cuántos realmente [viviríamos en Bolivia y], sobre el famoso padrón de 2009, sabríamos —con exactitud— cuántos
podríamos votar en Bolivia […]. Pero
si el Censo fuera en 2024, y sus resultados en 2025 o 2026, “se patea la
pelota” para las elecciones de 2030 y todo podría suceder en elecciones».
Me disculpo por citarme y no hacerlo de otros que han
escrito posiblemente más preclaro que yo, pero es mi aporte —continuado desde
lo que opiné para el Censo 2012 y ahora— al debate y al desbloqueo irreducto.
Dios salve a Bolivia.
(Para quien quiera abundar en más data, lo invito a leer los
citados y “El Censo desnudo”.)
Información consultada
http://censosbolivia.ine.gob.bo/webine/content/disposiciones-legales
http://www.cubadebate.cu/noticias/2014/04/16/cuba-en-numeros-lo-que-el-censo-nos-dejo/}
https://es.wikipedia.org/wiki/Indianismo_(política)
https://es.wikipedia.org/wiki/Indigenismo
https://repositorio.umsa.bo/bitstream/handle/123456789/12387/485.pdf
https://revistas.uniandes.edu.co/doi/10.7440/antipoda37.2019.07
https://www.celag.org/bolivia-y-la-revolucion-cultural/
https://www.icees.org.bo/2022/04/bolivia-la-nacion-mestiza/
https://www.ine.gob.bo/index.php/censos-y-banco-de-datos/censos/
https://www.lostiempos.com/actualidad/opinion/20220725/columna/censo-desnudo
https://www.paginasiete.bo/opinion/columnistas/el-ano-del-bicentenario-IM4619831
viernes, 14 de octubre de 2022
El Año del Bicentenario
Pudiera parecer muy pronto para hablar del Año del
Bicentenario, faltan tres años y sabemos que el hoy puede cambiar mucho mañana.
Pero no es ocioso irnos al 2025.
La discusión por el Censo nos ha concentrado los tiempos:
como si el 2025 fuera mucho más cercano, y lo es —importancia de sobra tiene.
Recapitulemos qué ha pasado con el Censo y por qué sus resultados urgen.
El Censo estuvo fijado para realizarse el 16 de noviembre de
este 2022: Así se oficializó por Decreto Supremo —el Nº 4546 de 21 de julio de
2021 fijó fecha y lo declaró prioridad nacional. ¿Por qué el 2022? Pues un
Censo de Población debe ser realizado cada diez años para tener una “fotografía
actualizada” de cuántos somos y cómo estamos y poder proyectar a dónde vamos.
Es verdad que los Censos en democracia no cumplieron esa regla: hubo en el
1992, en el 2001 —al filo antes de los 10— y en el 2012 —al filo después.
Como panorama, el director del INE y la ministra con tuición
declararon a comienzos de año que todo estaba chalinga —palabras más, palabras
menos— para hacer el Censo. Esta afirmación había que creérsela a pies
juntillas y como artículo de fe sin demostrar porque no daban pruebas pero como
coro griego lo repetían.
Pero como son tiempos de descreimientos y los incrédulos de
los sonsonetes pululaban —glosando el dicho popular: “de tanto oírlo, hasta los
santos dudan” —, cada vez eran más los escepticismos y menos las credulidades,
el Supremo Gobierno llamó a un Consejo Nacional de Autonomías —la misma entidad
que desde 2010 nunca hizo aprobar un Pacto Fiscal, a la que la Ley Marco
de Autonomías y
Descentralización reconoce como “instancia permanente de coordinación,
consulta, deliberación, proposición y concertación entre el gobierno y las
entidades territoriales autónomas”— y, con ausentes que no debieron serlo, se
aprobó pasar el Censo para el 2024 “para hacerlo como debe ser” (¿acaso no
estaba listo para 2022?, nadie me ha dicho dónde estaba el cuento chino) y un
nuevo Decreto Supremo —el N° 4760 de fecha 14 de julio de 2022— lo pontificó,
tirando el otro —el Nº 4546— al cesto de los derogados. En fin: que como los
Decretos Supremos los hace el Presidente y sus ministros, no es complicado
hacerlos ni deshacerlos.
Y acá empezó la sogatira a la boliviana. Un departamento —Santa
Cruz— proponiendo Censo en 2023, un Gobierno negando esa posibilidad —que si
CEPAL dice no y citando hasta “lo dijeron las once mil vírgenes” (que eran
10.999 menos en verdad)—, Gobernadores callados o aceptando —“opositores”,
cuasi oficialistas y oficialistas— y una decena de alcaldes entre que sí y que
no. Y así hasta el cabildo —supervisado por el TDE— y la propuesta de paro
ciudadano aprobada por aclamación.
No voy a entrar en el paro ni en cómo acabará la sogatira:
lo sabremos pronto. Prefiero irme a conocer por qué “si estaba para el 2022” ya
“no estaría para el 2023”.
Lo primero es guita: lógicamente, una fotografía dirá cuáles
departamentos, municipios y universidades han crecido más y cuáles menos —o
decrecido— y eso es repartir la pitanza —léase: llegar a un Pacto Fiscal. Que
en 2012, por la demora en resultados y por las descosturas que tuvo no avanzó a
pesar de ser Jauja exportadora —pero ya sabemos cómo agarran sus alforjas los
nuevos ricos. Y aunque haya poco que repartir —los números y la canasta funden
la publicidad oficial—, habría que hacerlo. Pero si el Censo fuera en 2024 y
sus resultados en 2025 o 2026, “se patea la pelota” para el próximo Gobierno —aunque
fuera el mismo pero podría haber maná...
Lo segundo es representatividad: a más porcentaje de
población, más representatividad (así dice la Constitución), que puede ser por
redistribuir lo actual —no gustaría mucho— o aumentar el conjunto para sumar
nuevos. Al igual que la guita, conviene a unos y no conviene a otros —y
casualmente los emigradores vienen de los departamentos más fieles
oficialistas. Pero si el Censo fuera en 2024, y sus resultados en 2025 o 2026,
“se patea la pelota” para las elecciones de 2030.
Y lo tercero —que considero fundamental— es que si hay
resultados del Censo en 2024 (censo en 2023 y presión para resultados),
sabríamos cuántos realmente seríamos en los percentiles aptos para votar y,
entonces, sobre el famoso padrón de 2009, sabríamos —con exactitud— cuántos
podríamos votar en Bolivia y con buena aproximación cuántos en cada
departamento y municipio —chau acarreos. Pero si el Censo fuera en 2024, y sus
resultados en 2025 o 2026, “se patea la pelota” para las elecciones de 2030 y
todo podría suceder en elecciones.
Ya sabremos.
viernes, 7 de octubre de 2022
lunes, 3 de octubre de 2022
Entrevista sobre las elecciones en Brasil
Invito a ver https://www.facebook.com/actualfm1071/videos/1205217116876804 con mi análisis sobre las elecciones en Brasil.
domingo, 2 de octubre de 2022
Entrevista sobre la oposición boliviana (fragmentos publicados)
https://www.paginasiete.bo/ideas/entre-sospechas-falta-de-unidad-estrategia-y-vision-una-oposicion-a-la-deriva-AD4410750
Oposición “patética”
“Patética oposición y no patéticos opositores, porque eso significaría que hay una buena oposición y dentro ella hay algunos malos opositores. Pero la realidad es que hay una mala oposición y, dentro de ella, algunos buenos (pocos) opositores”, opina el analista, politólogo y columnista de Página Siete, José Rafael Vilar.
“La ch’achada opositora –tomo la genial etiqueta del Rafo Archondo– ha despertado tormentas de indignación, popular y mediática. Muy justificada indignación, pero con una buena dosis de in-justicia porque esto no fue ‘la solitaria golondrina que hizo primavera’”, asegura.
Y añade: “Me cuesta trabajo comparar las bancadas opositoras de la actual Legislatura (CC y Creemos) con las opositoras de la anterior legislatura (70 en 2021 versus 53 en 2014) y buscar todo lo que las actuales bancadas en ambas cámaras hubieran podido hacer ahora que son más parlamentarios, y más divididos; y no es que entre UD y PDC hubiera amor fraterno y que el cambio del requisito de los dos tercios para algunas decisiones justifique todo”.
En criterio de Vilar, si la inexperiencia parlamentaria de la mayoría de los parlamentarios de las oposiciones (aunque no todos son nuevos) pudo justificar una “inocencia legislativa” en 2020 y hasta en 2021... pero no ya en 2020.
“Salvando la fractura entre ambas bancadas -se debe recordar a Barrientos, fe de bancada en el Senado de CC, diciendo que era más cercana al MAS-IPSP que a Creemos?-, da mucho que pensar qué hicieron los jefes de bancada y los asesores parlamentarios (que los tienen) cuando aceptaron los pedidos de licencia de 32 miembros de sus bancadas, sabiendo (suponiendo, aceptemos) que el MAS-IPSP estaba desesperado para elegir su Defensor”, analiza.
Y los líderes de sus agrupaciones (que no son estructuras con cohesión y dirección partidarias) ¿cómo aceptaron dejar que sus representantes dejaran de ser barrera de esa elección? ¿Y por qué los asesores de esos líderes (también los tienen, claro) no lo previeron?, se pregunta.
Vilar sostiene que, quitando las bajas médicas (tres por banda, démosle el beneficio solidario), otros 26 parlamentarios opositores pidieron licencia, los más para celebrar aniversarios en Santa Cruz (arropando a su líder) y en Pando. Y, después, las defensas intentando justificar “la alevosía del MAS”, que sí fue pícaro y aprovechó el hueco del reglamento. “Patético, y patéticos ‘opositores’”, cierra.
En mayo de 2021, Ideas publicaba una evaluación del rol de la oposición en la Asamblea, y mientras los partidos de la oposición denunciaban el “matonaje legislativo” del oficialismo y el sabotaje a la labor legislativa por parte del Poder Ejecutivo, el MAS argumentaba que a la oposición le faltan argumentos y propuestas alternativas. La situación actual pareciera ser la misma, la oposición que denuncia “prácticas antidemocráticas” de los asambleístas del MAS y un oficialismo que sigue apelando a sus dos tercios para la aprobación de leyes.