domingo, 27 de noviembre de 2016

El último sobreviviente



Con Fidel Castro Ruz se va el último actor de la Guerra Fría, sobreviviente de muchos ismos. Incendió los ánimos de más de una generación con el mensaje de construir sociedades más justas —aunque la praxis propia no lo lograra. Dirigió una revolución triunfante contra un gobierno dictatorial, colocó a Cuba en el primer plano permanente —con afinidades y desafectos— y fue consecuente con su discurso, una coherencia sin oposiciones ni críticas. Construyó y mantuvo inalterable por décadas una democracia vertical de partido único que no aceptaba disensos; fracasó en exportar su revolución y en construir una economía centralizada bajo decisiones ideológicas —a pesar de los ingentes apoyos del campo socialista primero y de Venezuela después— pero siempre supo utilizar a su favor las políticas de 10 presidentes estadounidenses y vivió 11 administraciones.


Información consultada

https://www.marxists.org/espanol/guevara/04_67.htm

martes, 22 de noviembre de 2016

Una nueva Era para Estados Unidos


Contra la inmensa mayoría de los pronósticos, Donald John Trump podrá ser investido el 22 de enero como el 45vo. presidente de los Estados Unidos de América. Elegido no por votos populares sino por el sistema de elección indirecta que ha existido en EEUU desde los Padres Fundadores —los compromisarios miembros del Colegio Electoral, electors, quienes son los que eligen al Presidente y Vicepresidente— y por el que también Albert Gore, Jr., perdió en 2000 frente a George Walker Bush a pesar de sus 543.895 votos populares más, Trump se alzó con la mayoría del Colegio Electoral porque Hillary Rodham Clinton, a pesar de tener 1.334.672 votos populares más —un 1,01%— hasta el viernes pasado, porque sigue el conteo en diversos distritos, no pudo alcanzar los 270 votos electorales que necesitaba de los 538 en disputa.

En estas dos semanas después de la votación he leído y oído múltiples análisis pero me gustaría precisar algunos puntos. En primer lugar, no necesariamente las últimas encuestas electorales se equivocaron: la de IBD/TIPP difundida la noche del 7, víspera de la elección, y que aún aparece en The Huffington Post Poller, le daba 1% de ventaja. En segundo, la elección demostró que no todos los ciudadanos de EEUU se han beneficiado con la recuperación; que las dos costas —en general— votan distinto del interior del país y su sur —frontera permeable—; que las ciudades no piensan igual que las zonas rurales —Trump no triunfó en ninguna ciudad de más de un millón de habitantes—; que los discursos misóginos y machistas no deciden todo el voto femenino —como tampoco, a la postre, afectó el affaire sexual con la Lewinsky al presidente Clinton— ni los xenófobos a muchos inmigrantes naturalizados. Tercero, en este período electoral —desde su inicio en 2015 hasta hoy— las redes sociales han tenido importantísima participación y los mass media —sobre todo la gran prensa— posicionaron a Trump en la mente de todos, al comienzo satirizándolo y luego oponiéndose frontalmente. Y cuarto: ganar una campaña con discursos incendiarios siempre es mucho más simple que gobernar.

Aunque desde que Trump anunció su precandidatura utilizó como lema «We are going to make our country great again» (Vamos a hacer a nuestro país grande de nuevo) que definitivamente se convirtió en «Make America Great Again»  (Haz América grande de nuevo) recordando el lema del presidente Ronald Reagan [1981-1989] «Let's Make America Great Again» (Vamos a hace América grande de nuevo) y lo ayudaba a posicionarse como heredero de la Era Reagan, la de mayor liderazgo internacional del país en décadas, en realidad Trump y sus posiciones heredan el aislacionismo del fracasado America First Committee de inicios de los 40 —aunque las posiciones del AFC no incluían las más agresivas de Trump.

Los muchos que ahora hablan de la dicotomía wasp —acrónimo de blanco, anglosajón y protestante— versus no-blancos basándose en los crecientes incidentes contra emigrantes y afroamericanos, en las declaraciones xenófobas de Trump y en quiénes selecciona, olvidan —como él quizás— que EEUU se forjó como una gran nación gracias sus muchos inmigrantes —como sus abuelos paternos Friedrich Drumpf y Elisabeth Christ y su madre Mary Anne MacLeod.

Cuando el primer lunes después del segundo miércoles de diciembre, los elegidos al Colegio Electoral emitan sus votos, entonces —sólo entonces— EEUU tendrá su nueva Era.



Información consultada

http://www.hispantv.com/noticias/opinion/314291/clinton-gana-voto-popular-victoria-trump-colegios-electorales
http://www.infobae.com/america/eeuu/2016/11/13/la-revancha-del-hombre-blanco-el-actor-clave-que-volco-la-eleccion-en-estados-unidos/
http://www.latercera.com/noticia/henry-kissinger-ex-secretario-estado-asesor-seguridad-nacional-fenomeno-trump-una-reaccion-la-clase-media-estados-unidos-al-ataque-valores/

jueves, 10 de noviembre de 2016

Trump y el inesperado día después


De madrugada, Hillary Clinton llamó a Donald Trump para felicitarlo, tragando sapos tras lo que desde horas antes se preveía inevitable: el inesperado triunfo del populismo. Después, el discurso del ganador dio esperanzas con sus claras muestras que el monstruo que conjuró —un EEUU intolerante, dividido y excluyente— no podía avanzar más.

Pero, ¿cómo ganó si todas las encuestas —incluidas las dos últimas de la noche anterior— le daban perdedor y las apuestas —ese termómetro anglosajón— daban 2 o 3 a 1 a favor de Clinton? Las respuestas son inequívocas: Las encuestas, los pronósticos y las opiniones —me incluyo— no leyeron cabalmente al votante Trump —ese nicho de mercado electoral que el showman supo aprovechar tan bien: obreros blancos con baja preparación sobre los 40 y sus familias, desplazados de la globalización y de las nuevas tecnologías— y se obvió su voto oculto; se sobrevaloró el impacto de las diatribas xenófobas, racistas y machistas; se sobredimensionó el voto latino, de los inmigrantes, las minorías y las mujeres; tampoco se justipreció el rechazo de la candidata demócrata —creciente luego de los nuevos correos— pero, sobre todo, se confundió el éxito macroeconómico de la Era Obama con la recuperación para todos los norteamericanos, obviando a una clase media baja y trabajadora que tras la crisis de 2008 y la globalización dejaron de ser la imagen americana.


Trump tendrá muchas heridas para sanar: en su partido, su país y el mundo. Confío en el poder de las instituciones democráticas de EEUU.

martes, 8 de noviembre de 2016

La encuesta final


Mientras Ud. lee esta columna —que desde ahora es suya aunque no coincidamos— el pueblo de EEUU estará votando —aunque muchos ya lo han hecho por las distintas opciones adelantadas— en las que quizás sean las elecciones más atípicas en la historia estadounidense. Aunque en mi anterior columna (“Trump, victimario victimado”, 25.10) las mencioné, vale recapitular algunas atipicidades a la fecha: la virulencia de los ataques de Donald Trump a contrincantes —primero a sus correligionarios precandidatos, luego a su contrincante demócrata, siempre xenófobos, chauvinistas y machistas, entre otros— y la manifiesta “sequía” de ideas y propuestas; la participación mediática, principalmente el boom de redes sociales; la admiración de Trump por Vladímir Putin — “el tercer candidato”— a quien pidió se inmiscuyera —hackeando— en las elecciones; las desmesuradas propuestas populistas, tanto de Bernard Sanders como de Trump; el cuestionamiento de Trump al sistema democrático norteamericano: la separación de poderes y la solvencia y transparencia de sus elecciones; también el daño hecho a los valores de su partido y enfrentado a su dirigencia. 

Pero, como para Cuāuhtēmoc, el último tlahtoāni mexica, este período para los demócratas tampoco ha sido “un lecho de rosas”: lo que al inicio para Hillary Diane Rodham Clinton parecía una segura elección como candidata presidencial —pocos contrincantes (6), apoyo del establishment y la maquinaria del partido— se convirtió en una angustiosa batalla voto a voto en las primarias contra Sanders, de quien tuvo que incluir muchas de sus propuestas en su plataforma; la impopularidad de Clinton —una encuesta nacional (ABC/WPost) publicada este 2 le daba 60% de opinión desfavorable— y el escándalo de los emails —su gran imprudencia cuando era Secretaria de Estado—, agravado por el tardío anuncio de nuevos correos por James Comey, director del FBI y exrepublicano, aunque a dos días de las elecciones nuevamente la exoneró.

Hoy, además del Presidente y Vicepresidente —por el sistema de votos de los compromisarios electos—, los estadounidenses seleccionarán 34 de los 100 senadores, los 434 representantes y 13 gobernadores, además de muchas elecciones locales. Además de Clinton y Trump y sin ningún chance hay otros candidatos: Gary Johnson (Libertarian Party), Jill Stein (Green Party), David McMullin (Better for America, parte de Stop Trump Movement), Gloria La Riva (Party for Socialism and Liberation y Peace and Freedom Party), Laurence Kotlikoff (independiente con apoyo de Americans Elect), Roque De La Fuente (Reform Party y American Delta Party) y Darrel Castle (Constitution Party).

Entre 1831 y 1833, Alexis-Henri-Charles de Clérel, vizconde de Tocqueville, analizó la democracia estadounidense —Francia recién empezaba su experiencia de monarquía constitucional con Luis Felipe I— en su libro De la démocratie en Amérique donde señaló: «Las sociedades políticas son, no lo que les hacen las leyes, sino lo que les preparan a ser de antemano los sentimientos, las creencias, las ideas, los hábitos de corazón y de mente de los hombres que las componen, lo que el temperamento y la educación han hecho de ellos.»

Hoy se enfrentan la representante del establishment político estadounidense —las encuestas del fin de semana le ampliaban su margen favorable— con el del mundo del entretenimiento. Yo no votaría por el showbiz.

In God I Trust!


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miércoles, 2 de noviembre de 2016

Democracia en prueba


Pocas veces la democracia que dejaron los padres fundadores de la Unión Americana ha estado tan en entredicho como en estas elecciones. La verborrea más agresiva, la falta casi general de propuestas, los populismos de la más diversa orientación —Trump y Sanders—, la proliferación de precandidatos —iniciaron 19 republicanos y 7 demócratas—, los candidatos más rechazados —a fines de agosto (Washington Post/ABC News), Clinton tenía 59% de rechazo en votantes registrados y Trump 60%—, un candidato del que su propio partido se aparta —Trump— a la vez que admira un gobernante poco amigo —Putin— y amenaza desconocer resultados, además del aparente intento del director del FBI —James Comey, republicano— para favorecer a Trump son parte de un álgido escenario que mantendrá en vilo a todo el mundo hasta los resultados del próximo martes.

Hoy las encuestas daban a Clinton ventaja entre 2 y 3% sobre Trump, una caída tras el anuncio del FBI sobre nuevos correos investigados. Y aunque los días que faltan pueden traernos cualquier escándalo —ya debíamos estar acostumbrados—, la batalla se reduce a unos cuántos estados indecisos, sobre todo Florida que con sus 29 votos para el Colegio Electoral puede mover la decisión —o enturbiarla como en 2000.

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