En
su Crónica de una muerte anunciada, García Márquez describe el conflicto
de pérdida de virginidad que lleva a la muerte de Santiago Nasar. Treinta y
siete años después de publicada la novela y 67 de la historia real que la
sustentó, a siete años de constituida y 14 de fundada la UNASUR —que nunca fue
“inocente” ideológicamente— también muere, pero por inoperancia y exceso de
amor... bolivariano.
La UNASUR —como la CELAC— fue resultado del sueño de Hugo Chávez de
“una Latinoamérica bolivariana sin los EEUU”, duplicando ambas muchas de las
funciones de la OEA y, como otros tantos organismos surgidos al calor de la
burocracia regional y con mucho más empeño ideológico que razón real, pervivió
mientras hubo un motor que la empujara. Pero sin HChF, con Venezuela quebrada y
con Bolivia de único otro paladín —contra “viento y marea” del resto de la
Región— ahora que el Ecuador de Lenín Moreno se mueve al centro-centroizquierda
del Uruguay de Tabaré Vázquez y con el péndulo subregional hacia el
centro-centroderecha —perdido el miedo al chantaje ideológico conque el
bolivarianismo arrinconaba antes a gobiernos no afectos— y sin visos de otro
bandazo próximo, es que los seis socios —cinco las mayores economías sudamericanas—
se le apartan “temporal e indefinidamente” —Argentina lo anunciaba hace un año—,
dándole un duro portazo a la recién estrenada presidencia pro-témpore boliviana,
devolviéndola a la soledad que encontró en la Cumbre de Lima.
Sin cabeza hace 17 meses y ahora sin cuotas, tuvo más
existencia que el Consejo de Defensa Suramericano y el Banco del Sur, los otros
dos integrantes del proyecto bolivariano en Sudamérica, cuyas “pinzas”
ideológicas eran la ALBA-TCP y el Foro de São Paulo.
Información consultada
http://celac.mmrree.gob.ec/
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