Ayer, los peruanos fueron a elegir entre dos candidatos presidenciales
ubicados a la derecha del espectro político: el tecnócrata liberal Pedro Pablo
Kuczynski Godard (PPK) de Peruanos Por el Kambio —uno de los artífices del resurgimiento
económico del país—y por
Fuerza Popular la heredera del clan Fujimori, Keiko Fujimori Higuchi, hija del
expresidente condenado por delitos de violación a los derechos humanos, peculado
doloso, apropiación de fondos públicos y falsedad ideológica en agravio del
Estado.
Después de la primera vuelta, donde quedaron bastante
distanciados —la Fujimori con
39,86% de los votos y PPK con 21,05, “pisado” por Verónika Mendoza Frisch (Frente Amplio por Justicia, Vida y
Libertad) con 18,74—, ambos empezaron a diferenciarse en sus discursos:
mientras PPK posicionaba democracia
y diálogo como ejes de su gestión —basado en sus anteriores
exitosas gestiones gubernamentales—, Keiko se centró en seguridad
ciudadana recordando la victoria del gobierno de su padre sobre el
terrorismo. Fue precisamente este período fujimorista el que más oposición
despierta en una parte importante de la población peruana por los graves hechos
de corrupción, autoritarismo y violación de los DDHH.
En economía, aunque ambos proclamaron la defensa del
mercado, se diferenciaron en sus posiciones populistas (Keiko) y tecnocráticas
liberales (PPK), mientras en política exterior promoverán la integración dentro
de la Alianza del Pacífico, la APEC y la OCDE —el denominado “ex club de países ricos”.
Las
relaciones con Bolivia no aparecieron en ninguna de las propuestas, pero PPK
propuso estrechar lazos con sus vecinos Ecuador y Chile, sin mencionar Bolivia,
por lo que con ninguno que triunfe —sigue el recuento— habrá más estrechas relaciones.
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