miércoles, 26 de marzo de 2014

Mar y necesidad

«Todo idealismo frente a la necesidad es un engaño.». [Friedrich Nietzsche]

Estos días mucho se habló del mar propio para Bolivia. La asunción de la presidente Michelle Bachelet Jeria despertó expectativas bolivianas de cercana solución… más de las racionales.

Basaré mi análisis en el concepto de necesidad: “carencia que se reconoce”. ¿Por qué “reconocida”? Porque si el sujeto (individual o colectivo) con esa carencia (lo que le falta) no la identifica como tal (porque no tiene la experiencia para reconocerla), podrá vivir siempre sin esperar (sin expectativa) solucionarla: Como ejemplo, hasta fines del siglo xix no existía energía eléctrica y por eso no era necesidad pero hoy no podríamos vivir (al menos como conocemos) sin ella; no obstante, hay aún muchas zonas en el mundo donde no se conoce y no se la espera porque no hay expectativas de que sea necesidad.

Lo anterior me justifica que, más allá de las expectativas en Bolivia de solucionar la carencia del mar, para Chile no es necesario solucionarla, hoy al menos; incluso, tras el reciente fallo de la CIJ (que redujo el mar territorial chileno) y con el diferendo del triángulo terrestre latente aún que complicaría más esa solución esperada, posiblemente (repito: hoy) a Chile le sea necesario no solucionarla.

Y remarco hoy porque en un pasado cercano hubo momentos que Chile sí necesitó solucionar la necesidad boliviana. Uno, en 1975, el conocido Abrazo de Charaña entre los dictadores Augusto Pinochet Ugarte y Hugo Banzer Suárez; en ese momento, era necesidad para el gobierno de facto de Chile romper el aislamiento internacional tras el sanguinario golpe de 1973 y la solución inmediata era restablecer relaciones con su vecina Bolivia (casualmente en vísperas del inicio del Plan Cóndor, que los involucró) para abrir una brecha en ese aislamiento y que, a su vez, solucionaba la necesidad boliviana de mar mediante un intercambio territorial. El otro fue, progresivamente, entre 2001 y 2003 cuando la necesidad chilena de abastecerse de gas llevó a despertar expectativas bolivianas de recuperar su cualidad marítima a través de abastecer del energético a Chile. Ambos fracasaron, el primero por rechazo en Bolivia al canje territorial y oposición peruana a la cesión de ex territorios perdidos (como en 1950), el segundo nonato cuando (ante la inseguridad de abastecimiento boliviano y luego argentino) Chile optó por el LNG.

En este momento, más allá de discursos y automotivaciones, incluida la llamada “diplomacia de los pueblos”, para Chile no es necesidad solucionar la mediterraneidad boliviana. Considerando que Ilo no es aún solución (ni en plazo mediato porque Perú no ha ratificado los acuerdos ni aún hay condiciones logísticas), la solución para la necesidad pasa por basarse Bolivia en la realpolitik y dialogar (negociar) suficiente y adecuadamente sobre todo aquello otro en que Chile necesita de Bolivia, considerando que, por ahora, el tema mar está descartado por Chile hasta el fallo respectivo de la CIJ.


Referencias


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