martes, 12 de abril de 2016

Ruleta rusa a la peruana


En los últimos años, las elecciones presidenciales en Latinoamérica han sido un tiovivo en lo que a encuestas se refiere. Basta recordar las de Colombia en 2010 cuando, antes de la primera vuelta, el candidato del Partido Verde Antanas Mockus Šivickas le ganaba o empataba al otro candidato, Juan Manuel Santos Calderón del Partido Social de Unidad Nacional (el Partido de la U) o las de Argentina en 2015, cuando el pronosticado perdedor en la primera vuelta (sin opción de pasar a segunda), Mauricio Macri Blanco, al final le ganó al favorito vencedor en primera Daniel Scioli Méndez.

En el caso de los pronósticos para la primera vuelta de las generales de Perú del pasado domingo, por el contrario, sí se cumplieron respecto de los sondeos en boca de urna (exit polls): a Keiko Fujimori Higuchi de Fuerza Popular (derecha populista) le auguraban 37% y el promedio de los exit polls de tres empresas (Ipsos, CPI y GFK) le otorgaron 38,9%; a Pedro Pablo Kuczynski Godard (Peruanos Por el Kambio, derecha liberal) el pronóstico fue 20,3% y en los exit polls obtuvo 20,4% mientras Verónika Mendoza Frisch (Frente Amplio de Izquierda) en boca de urna promedió 19,8% y en los pronósticos 20,1%. La diferencia entre los segundos fue creciendo paulatinamente.

Resultados que complicarán el seguro balotaje (el segundo y el tercero técnicamente idénticos) como fue todo el período electoral, el más inusual del corto período de regreso a la democracia en 2000 (precisamente luego de la huida y renuncia de Alberto Fujimori Fujimori, el padre de Keiko) porque la mitad de los candidatos presidenciales renunciaron o fueron inhabilitados: de 19 candidatos oficialmente inscritos, 7 renunciaron (cerca del final la mayoría para evitar la pérdida de personería política si no pasaban la barrera del 5% de votos, como hizo el partido del presidente actual) pero dos fueron inhabilitados a un mes de las elecciones: el empresario universitario César Acuña Peralta del centrista partido Alianza para el Progreso —que había descendido entre enero y marzo de 15% hasta menos de 4% en intenciones de voto porque se había desacreditado aceleradamente— y el economista de centroizquierda Julio Guzmán Cáceres de Todos por el Perú (antes denominado Coordinadora Nacional de Independientes), quien ocupaba segundo lugar en las encuestas y tercero en simulación al ser inhabilitado.

Las elecciones del pasado domingo demostraron tres aspectos que están en la base del electorado: Por un lado, una tendencia importante hacia la centroderecha y la derecha (representada por los partidos de Fujimori Higuchi y Kuczynski, por Acción Popular y Alianza Para el Progreso), que obtuvo más de 70% de los votos según los distintos exit polls. El segundo es que, a contracorriente del éxito económico de los dos últimas décadas (representado por Kuczynski pero con deuda social aún), muchos peruanos desearían un gobierno populista: unos añorando el populismo de derecha de Fujimori padre (gobierno corrupto y violador de DDHH pero que concluyó la hiperinflación y acabó con el terrorismo que hicieron inviable Perú, a la vez que unificó vialmente al país, posicionándolo en sectores rurales y apartados) mientras otros apoyan el populismo de izquierda del Frente Amplio, con propuestas del socialismo del Siglo XXI sumamente riesgosas para la estabilidad económica.

No dudo que el viejo Alberto Kenya (Fujimori) reía en su celda.

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