Las
elecciones ayer en Perú demostraron que, a pesar del éxito económico de los
últimos años —cuyo adalid sería Kuczynski—, hay partes importantes del
electorado que desearían un gobierno populista: unos volviendo a los años de
Fujimori padre —época corrupta y violadora de DDHH pero que acabó con
hiperinflación y el terrorismo que convirtieron al país en inviable—: populismo
de derecha o dar un salto al vacío con el Frente Amplio y sus propuestas originales
del Partido Nacionalista, cercanas al socialismo del Siglo XXI —y desechadas
desde la pasada elección por Humala—: populismo de izquierda. Así lo demuestran
los resultados a boca de urna: el promedio de los tres sondeos en boca de urna —Ipsos,
CPI y GFK— dan a Fujimori 38,93% —creció respecto 2011 que en primera obtuvo 23,57%—,
a PPK 20,4% y a Mendoza 19,8%.
Dos
certezas a hoy y una a futuro: Las de hoy son que hay balotaje el próximo 5 de
junio y que el ganador del segundo lugar —PPK o Veronika, mientras escribo aún
sigue en suspenso— será muy cuestionado. Y a futuro, que el próximo presidente
tendrá un congreso con clara tendencia de derecha-centroderecha: más de 90
congresistas, según boca de urna.
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